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2Este trabajo se inscribe en el marco de desarrollo del proyecto GARVM II (HAR2016-7869-P), del Plan Estatal de I+D+i del Gobierno de España/FEDER, y del projecto coordinado SACiEMAR del Campus de Excelencia Internacional del Mar CEIMAR.
- 1 Carta Arqueol ό gica 2015. Remitimos a la re (...)
- 2 Verdugo, Cantero 2008.
- 3 Moujoud, Angouda 2013.
3La zona del Norte de Marruecos más cercana al estrecho de Gibraltar ha sido objeto de un amplio y detallado programa de investigaciones arqueológicas desde hace una década aproximadamente, gracias a la ejecución de diversos proyectos de investigación arqueológica bilateral, pilotados especialmente por el INSAP (Institut National des Sciences de l’Archéologie et du Patrimoine), la Universidad Abdelmalek Essâadi (Tánger-Tetuán), o distintas universidades internacionales, entre ellas la Universidad de Cádiz. Los resultados de la Carta Arqueológica del Norte de Marruecos constituyen un buen reflejo de las novedades arqueológicas en la zona de la wilaya de Tetuán y provincias limítrofes, con más de doscientos yacimientos inéditos entre la Prehistoria y época contemporánea 1. En este mismo contexto se sitúa el denominado PET (Plan Estratégico de Tamuda), centrado en revitalizar la memoria de este importante yacimiento preislámico, que entre 2005 y 2010 ha permitido recuperar el interés de las instituciones marroquíes, con el apoyo de la colaboración internacional, por el yacimiento, desde una perspectiva investigadora pero también de la gestión patrimonial 2. Actualmente Tamuda es visitable y se encuentra abierta al público, con unas estructuras de gestión permanentes – Área de la Conservación, laboratorio de investigación y espacios de uso polivalente – a cargo del Ministerio de Cultura de Marruecos 3.
Fig. 1: Mapa del Círculo del Estrecho con los principales yacimientos arqueológicos y la localización de Tamuda
- 4 Bernal Casasola et alii 2012a.
- 5 El Khayari 1996.
- 6 Bernal Casasola et alii 2008.
- 7 Zouak, Bernal 2010.
- 8 Campos, Bermejo 2013; reseña de la monografía a cargo de A. Morillo en (...)
- 9 Campos, Bermejo 2015; reseña de A. Corrales en el nº 4 de Onoba, p. 28 (...)
- 10 Cronosecuencia 2013; recensionada por E. Gozalbes en Florentia Iliberr (...)
- 11 Una síntesis reciente de esta problemática en Bernal Casasola 2016.
4Este yacimiento, situado junto al río homónimo y a escasos kilómetros de la costa (fig. 1), es, sin lugar a dudas, el más relevante del norte de Marruecos junto a Lixus; en lo que respecta tanto a su estado de conservación – importante al ser abandonado avanzada la Antigüedad Tardía – como a su diacronía, con una secuencia aparentemente ininterrumpida entre el s. VI a.C. y el V d.C. 4 Las investigaciones de los últimos años se han centrado en precisar por un lado la cronología del enclave, ya que la Tesis Doctoral de A. El Khayari se mantiene inédita 5, a través de un amplio programa de sondeos arqueológicos 6; así como en otra serie de actuaciones estratégicas como la edición de la Guía de Tamuda, en versión bilingüe árabe-español 7, el estudio arqueo-arquitectónico del campamento romano – murallas y torres 8, y algunos de los edificios interiores como los principia, los posibles horrea, los barracones y el ciclo del agua 9 – y el análisis crono-estratigráfico y funcional de algunos sectores de la ciudad mauritana y del castellum, sintetizados en una monografía a la cual remitimos para la ampliación de datos 10. El resultado no es otro que un amplio caudal de información disponible actualmente, nuevas evidencias estratigráficas y la posibilidad de integrar los datos de Tamuda para el análisis socio-económico o en general poblacional de la orilla sur del Círculo del Estrecho en la Antigüedad, algo que no era posible hasta hace una década ante el estado de fosilización del conocimiento sobre el yacimiento y la dificultad de accesibilidad a los datos 11.
- 12 Agradecemos muy sinceramente al Director de Patrimonio, Abdellah Alaoui; al Conservador (...)
- 13 Tarradell 1956, 1958.
5En este trabajo presentamos las últimas investigaciones arqueológicas realizadas en el yacimiento arqueológico tetuaní a partir del año 2014, derivadas de actuaciones de campo anuales, presentando de manera preliminar los principales resultados obtenidos y las líneas de investigación en las cuales se está trabajando en la actualidad. Todas ellas forman parte del proyecto EAT – Economía y Artesanado en Tamuda –, desarrollado por la Universidad de Cádiz en colaboración con la Conservación de Tamuda, a través de un Convenio Específico de Colaboración con la Dirección de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de Marruecos 12; habiéndose centrado las investigaciones en el denominado Barrio Oriental del yacimiento, al tratarse esta zona de una de las peor conocidas de Tamuda, al haber realizado en este sector sus últimas investigaciones M. Tarradell, que nunca fueron publicadas in extenso 13. Esta es la zona en la cual se han desarrollado las investigaciones arqueológicas de campo entre 2014 y 2018 (fig. 2).
Fig. 2: Vista aérea de Tamuda, con indicación de las diferentes áreas de excavación entre 2014 y 2018
6Una de las prioridades del proyecto EAT ha sido tratar de recuperar, estudiar y dotar de accesibilidad pública de la documentación procedente de las antiguas excavaciones en Tamuda, desde la época de César Luis de Montalbán en los años 20 del siglo pasado (1921, 1922), pasando por la etapa de Pelayo Quintero Atauri (1940-1946, en los últimos años con Cecilio Giménez Bernal) a la última fase de trabajos de campo a cargo de Miquel Tarradell (1948-1958). En este apartado se presenta una síntesis de los trabajos de recuperación de esta documentación, en fase de desarrollo actualmente.
- 14 Entre otros, sus conocidos trabajos publicados sobre el inicio de las investigaciones en (...)
- 15 Bernal, Parodi, Sánchez 2013.
- 16 Cronosecuencia 2013, p. 509-599; 601-641; 643-655, respectivamente Ane (...)
7Comenzando por las pioneras excavaciones de Montalbán, los trabajos que con anterioridad se han dedicado a esta cuestión, como los de E. Gozalbes Cravioto 14, pusieron en evidencia la existencia de diversas copias de sus Memorias de Excavación, mayoritariamente incompletas, en la Biblioteca Nacional o en el Museo Arqueológico de Tetuán. Durante la ejecución del proyecto ha sido posible localizar y analizar, gracias a los ejemplares depositados en el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares, tres documentos inéditos hasta la fecha, que integran los resultados de los pioneros trabajos de Montalbán en este yacimiento arqueológico 15. Se trata de un documento de 1929, denominado La situación de Tamuda y las exploraciones realizadas en la misma; otro posiblemente sincrónico titulado Gráficos de la situación de Tamuda; y el tercero, los llamados Gráficos de la Memoria de Tamuda. Esta documentación, que aúna texto, planos y fotografías de las excavaciones, se encuentra digitalizada, publicada y por tanto accesible a la comunidad científica 16.
- 17 Quintero 1941, 1942; Quintero, Giménez 1943, 1944, 1945, 1946; Morán, Giménez (...)
- 18 Entre otros muchos, Parodi 2007; Pelayo Quintero 2011.
- 19 Defendida en la Universidad de Cádiz en mayo de 2017, con el título Ar (...)
- 20 Bernal Casasola, Tarradell 2018. Se trata concretamente de los diarios (...)
8El segundo input de las excavaciones en Tamuda, capitaneado por P. Quintero Atauri, es mejor conocido, gracias a la escrupulosa publicación de las memorias de excavación anuales a cargo del arqueólogo conquense, que pasó en Tetuán la última etapa de su vida; realizadas bien en solitario, en colaboración con C. Giménez Bernal y, al final, por el padre Morán 17. Múltiples trabajos historiográficos se han encargado en los últimos años de investigar la vida y producción científica de esta ilustre figura 18, especialmente de la mano de M. Parodi, que ha dedicado su Tesis Doctoral a la época africana de Pelayo Quintero 19, tratándose de una de las etapas mejor conocidas de las investigaciones en Tamuda. Únicamente hemos podido localizar los originales inéditos manuscritos de las Memorias de Excavación de Quintero en el Archivo Tarradell de Barcelona, de interés para el estudio historiográfico del personaje y para el conocimiento de aspectos concretos (fig. 3 A) pero poco relevantes para el avance en el conocimiento de la investigación arqueológica en el yacimiento 20.
Fig. 3: Página inédita del diario de excavación de P. Quintero de 1941 (A), y detalle de anotaciones (B: 1949), fotografías (C: necrópolis) y dibujos de materiales (D: ARSW D y africana de cocina) del archivo Tarradell
cortesía Nuria Tarradell
- 21 El archivo del profesor M. Tarradell es propiedad de su familia y está custodiado por la (...)
- 22 Bernal, Tarradell 2018, p. 121-122, fig. 5.
- 23 Un buen ejemplo de la potencialidad de este trabajo es el reciente estudio de un (...)
9En último lugar, indicar que entre los años 2014 y 2015 y en colaboración por la profesora Nuria Tarradell de la Universidad de Barcelona hemos tenido acceso a toda la documentación original de las excavaciones del profesor Tarradell en Tamuda 21. El proceso de estudio de todos los documentos está en curso de desarrollo en la actualidad, habiéndose realizado un primer avance de la potencialidad todo ello, que incluye seis archivadores con más de 500 páginas procedentes de las excavaciones entre 1948 y 1958 en diversos formatos, integrando textos – mecanografiados y manuscritos –, dibujos, croquis así como planos, fotografías y negativos 22, procedentes de las campañas arqueológicas en el área conocida como “vertedero” (1948), situada en la pendiente septentrional del campamento, hacia el río; especialmente del “Barrio Oriental” (1949, 1951); de las actuaciones en la Puerta Norte del castellum (1954-1955) y de la Torre Noroeste, tanto al exterior (1957) como al interior (1958), que ascienden a más de 1 500 documentos si les sumamos el millar de registros de diversa naturaleza y procedencia, depositados en su momento en el Museo Arqueológico de Tetuán. Esta documentación inédita es de suma utilidad para poder dotar de cronología y funcionalidad a muchas de las estructuras excavadas en esta última etapa del profesor Tarradell, así como para poder determinar la procedencia de los materiales muebles depositados en el Museo Arqueológico de Tetuán, que aparecen dibujados y con sus correspondientes referencias topográficas y contextuales 23, como ejemplificamos en la figura 3 (B-D). La meticulosidad de este investigador permitirá aportar múltiples inferencias en los próximos años, gracias a la conservación de toda la documentación de sus excavaciones en este yacimiento, que nunca llegó a publicar monográficamente, como era su intención.
- 24 Morán, Giménez 1948, p. 23-24, lam. IV A.
- 25 Bernal Casasola et alii 2014, p. 227-230.
10Como parte de los objetivos del proyecto figuraba el estudio de las estructuras de producción del yacimiento. Con tal intención se realizó una actividad arqueológica para intentar contextualizar una pileta aparecida en la zona más oriental, interpretada originalmente como relacionada con el acopio hídrico 24, y quizás relacionable con actividades artesanales. Las actividades arqueológicas realizadas a partir del año 2014 permitieron exhumar una habitación con restos de las pilae del sistema de hipocausto, lo que identificó la citada cubeta, con las canalizaciones asociadas, como parte del sistema de alimentación hídrica de un pequeño complejo termal, que a tenor de su ubicación ha sido definido como el Balneum Oriental de Tamuda 25 . Debido al interés de este edificio, el primero de época romana localizado fuera del campamento militar, y a su aparente buen estado de conservación, se decidió realizar su excavación integral, la cual ha conllevado un conjunto de seis campañas de excavación (2012-2018, a excepción de 2013; fig. 2, sondeos 12,13, 20-24; fig. 4).
Fig. 4: Vista aérea del Balneum Oriental (A, 2018) y planimetría del edificio con la numeración de las diversas habitaciones (B)
11El Balneum Oriental de Tamuda es, sin duda, el edificio romano de mayor envergadura de los excavados al exterior del castellum, y posiblemente el espacio termal más importante del asentamiento, toda vez que tenemos constancia de la existencia de otro balneum, en este caso situado intra moenia, de un módulo notoriamente más reducido que el que presentamos 26. El espacio excavado del Balneum Oriental atiende a la totalidad del circuito de uso, los propnigea y otros espacios de servicio que cubren la práctica totalidad del mismo, y se extiende sobre una superficie de 224 m2.
Fig. 5: Detalle de las lecturas HADRI.AVG y ANTO AVG – retro – de los ladrillos sellados utilizados para la construcción del balneum (A); de los cual se conservan algunos in situ, en la doble pared – concameratio – del paramento oriental del Ambiente 1 del balneum (B)
- 27 Bernal Casasola et alii 2017; Bernal, Del Hoyo, Ghottes (...)
- 28 Bernal Casasola et alii 2017, p. 140-146.
12Tenemos bien atestiguado el momento de fundación del edificio gracias a los sellos sobre los ladrillos empleados en su construcción, que remiten al segundo cuarto del s. II d.C., y con seguridad al gobierno de Adriano, si atendemos a la referencia expresa en los mismos al citado emperador (fig. 5). A lo largo de su vida útil, hemos podido constatar la presencia de una importante fase de reforma interior del edificio termal que conllevó la remodelación de la canalización de desagüe principal, la reparación de varios paramentos y la segregación de una estancia del circuito termal para ser transformada en espacio de servicio, pasando a contener un nuevo propnigeum (H-I) para el caldarium. El momento de realización de esta remodelación podemos situarlo con anterioridad a finales del s. III o inicios del IV d.C. si atendemos a la datación aportada por la paleografía de una inscripción conmemorativa (fig. 6) que se reutilizó como cubierta de la citada canalización 27, y sobre la que luego volveremos. El edificio permaneció en uso hasta un momento indeterminado de la primera mitad del s. V d.C. cuando se constata su abandono definitivo, el cual ha podido ser bien atestiguado gracias a los numerosos registros numismáticos (Arcadio/Honorio) y a criterios estratigráficos, con importaciones de sigilatas africanas (Hayes 91, entre otras) 28.
Fig. 6: Inscripción conmemorativa tardorromana reutilizada en el balneum.
13Desde un punto de vista constructivo, es pertinente apuntar que responde a un modelo austero dentro de lo que representan este tipo de edificios en el mundo romano, atendiendo a una lógica funcional que prima sobre la suntuosidad, algo coherente en el contexto militar en el que nos encontramos, ya que este edificio termal da servicio a las tropas asentadas en el castellum. Está realizado con muros de sillarejos calizos irregulares, prescindiendo del uso de una mampostería más elaborada, a excepción de los remates de los principales ejes murarios, donde sí observamos la presencia de bloques cuadrangulares de calcarenita. Las pavimentaciones de todo el edificio, así como los revestimientos de las bañeras y piscinas, responden al mismo acabado realizado mediante opus signinum, quedando ausente cualquier tipo de remate marmóreo o musivario. Para las concamerationes, así como para la elaboración de la sustentación de la hypocausis de las salas calefactadas, se utilizó material latericio, en especial ladrillos rectangulares para las pilae del caldarium, cuya disposición en planta puede ser visualizada gracias a la conservación de suficientes testimonios in situ (figs 4, 5).
14Desde un punto de vista funcional, este edificio presenta una disposición coherente con un circuito radial. En primer lugar, se procedía a la entrada desde el eje septentrional, umbral que permitía el acceso al primer ambiente (Amb. 3), el cual se corresponde funcionalmente con el apodyterium o bien con un apodyterium/frigidarium, como es habitual encontrar en otros balnea romanos. Debemos llamar la atención sobre la versatilidad de este espacio y las evidencias que nos informan de un completo equipamiento funcional. En este sentido traemos a colación en primer lugar la documentación de la huella de una bancada de mampostería apoyada en todas las paredes de la mitad oriental de la sala, que serviría como espacio de descanso y complemento, a modo de vestuario previo a los baños. En segundo lugar, debemos llamar la atención sobre otra evidencia, atestiguada mediante el surco dejado por una conducción axial que debió surtir a una fuente situada sobre un encaje en el centro de la estancia, y de la que parten varios ramales que se abren hacia el oeste, en dirección a las salas calefactadas. En último lugar, no podemos pasar por alto la presencia de un pediluuium, una pequeña cubeta para la limpieza de los pies, que se situaba junto a la entrada de la sala, y que no era inusual encontrar en los apodyteria 29 , generando entre todos un amplio equipamiento que nos informa sobre su actividad polivalente.
15Con todos estos recursos quedaba configurada la sala central del circuito, de la que se daba acceso a los distintos servicios. Por una parte, estaba en conexión directa con la amplia piscina fría situada al noroeste del edificio, equipamiento habitual de los frigidaria. Por otro lado, permitía la conexión con una amplia sala fría situada al sur (ambiente 2); y además era el punto de partida para el circuito calefactado, que se abría hacia el oeste (ambientes 1 y 6). La extensa sala fría situada al sur podría haber servido como frigidarium inicialmente, aunque en un segundo momento se segregó como espacio de servicio, concentrando toda la actividad en la primera sala que hemos descrito, la cual presenta un desgaste notoriamente más acusado que esta última. Las salas calefactadas están definidas por un primer tepidarium, que daría acceso lineal al caldarium, en el que se localizó al menos una bañera de agua caliente, a modo de solium, en la cual podían permanecer sentados los usuarios en los escalones interiores distales.
16Además de los espacios de uso sintetizados anteriormente, la excavación de este edificio ha permitido identificar el propnigeum original, es decir el praefurnium del horno que suministraba calor a las salas calefactadas, y que se encontraba en el eje meridional de las mismas, para ofrecer una máxima productividad (ambiente 5). Junto a este se han constatado otros espacios vinculados a la generación de combustión y trabajos de servicio (ambiente 4), que complementarían los espacios auxiliares del edificio termal junto a los testimonios abiertos vinculados al saneamiento presentes en el ámbito exterior oriental, y que han podido ser documentados solo parcialmente.
- 30 Bernal Casasola et alii 2012b.
- 31 Camporeale 2015.
17La importancia de este edificio es notable, pues es mucho más grande en dimensiones que el balneum interior del campamento, debiendo haber constituido un espacio utilizado con asiduidad por los militares acantonados en Tamuda. Su construcción se sitúa con claridad entre el s. II por los contextos cerámicos asociados, y ha podido ser precisada en época de Adriano gracias a los hallazgos de los sellos HADRI AVG aparecidos in situ en los ladrillos de las concamerationes de las habitaciones calefactadas, los cuales conviven con testae marcados con ANTO AVG, frecuentemente en grafía retrógrada. Este importante hallazgo ha permitido, adicionalmente, precisar la datación de los sellos ANTO AVG, recuperados con los anteriores en este mismo edificio, y presentes también en la hypocausis del balneum interior del campamento tamudense – según se desprende de los ejemplares conservados en el Museo Arqueológico de Tetuán 30 – y en otras localidades de la Mauretania Tingitana, cuyo estudio epigráfico precedente permitía asociarlos genéricamente a emperadores de la dinastía antoniniana o severiana 31.
- 32 Bernal Casasola et alii 2017.
- 33 Concretamente: ------ / [-ca. 2-] ++ [---] / Ob re[s prospere] / gestas (heder (...)
- 34 Euzennat, Marion 1982, nº 55.
- 35 Bernal, Del Hoyo, Ghottes 2018, p. 295.
- 36 CIL, II, 1120 y 2105 respectivamente.
- 37 Bustamante et alii 2013.
- 38 Bernal Casasola et alii 2014, p. 222-224, fig. 28.
18Reseñable es, asimismo, el hallazgo de una inscripción conmemorativa (fig. 6), correspondiente con la mitad de un pedestal realizado en posible caliza local/regional – gracias al análisis arqueométrico del soporte –, reutilizado como cubierta de una canalización en una de las reformas del edificio 32. De él se han conservado parte de las últimas nueve líneas 33, faltando en la parte superior la mención del dios/diosa a quien se dedica la inscripción, vinculada al mundo militar (posiblemente Marte o Minerva, o quizás una virtud imperial como la Victoria Augusta, como indican otros paralelos norteafricanos); la motivación de la dedicatoria es Ob res prospere gestas (alusiva a una victoria militar) y fugatis hostibus (aunque no se especifica de qué tipo de enemigo se trata); a continuación se cita al gobernador provincial cuyo nombre ha sufrido una cancelación intencional por martilleado (damnatio memoriae), siendo el dedicante M. [Aemilius?] Aemilianus. Esta inscripción es importante para la historia del yacimiento pues es muy reducido el conjunto epigráfico que ha proporcionado Tamuda a lo largo de sus casi cien años de investigaciones, menor de una decena, destacando una inscripción del s. III – de datación compleja dentro de dicha centuria – que cita otra dedicatoria similar a la Victoria Augusta por la expulsión de una revuelta – barbaros / [qui T]amudam inru/[perunt] 34. Posiblemente procedente de los principia del castellum, donde hay bases de pedestales que pudieron haberla sustentado, fue amortizada en un momento de época imperial avanzada difícil de precisar, posterior a la datación que parece desprenderse de su paleografía, que situamos a finales del s. III o inicios del s. IV 35. Esta nueva inscripción se suma a los conocidos episodios de los movimientos de Mauri que asolaron parte de los vecinos territorios de Baetica, concretamente Italica y Singilia Barba desde momentos avanzados del s. II d.C. 36, y a los diversos incendios que han sido documentados arqueológicamente en el yacimiento, fechados entre la época de la provincialización – con el conocido episodio del liberto Aedemón – y el s. V d.C., destacando abandonos traumáticos en el s. II d.C., documentados en la reforma de la Puerta Occidental 37 y, recientemente, al exterior, caso de los rellenos con maderas carbonizadas y múltiples cenizas procedentes de la calera del Barrio Oriental 38. Un ambiente militar de continua hostilidad por parte de las tribus rifeñas, que progresivamente se va demostrando como más complejo y rico en matices que lo inicialmente planteado.
19Por último, indicar que el hallazgo y excavación integral de este edificio termal ha permitido revalorizar la importancia de las cannabae que rodearon al castellum. Una nueva temática de investigación, ya que con anterioridad solamente había datos dispersos de la necrópolis excavada por Quintero – ya que las tumbas exhumadas por Tarradell han permanecido totalmente inéditas y, por ello, desconocidas –, y mínimos indicios de los edificios o las reformas de época romana sobre la ciudad mauritana, que ahora se han podido identificar mucho mejor gracias a los análisis topográficos y arqueo-arquitectónicos realizados, cuya lectura no es otra que proporcionar un ambiente perimetral al campamento militar densamente poblado (fig. 7 B).
Fig. 7: Planimetría esquematizada con la numeración de los edificios de época mauritana (A), de época romana (B) y las calles
- 39 Lenoir 1991; Villaverde 2001, p. 231-237; Lenoir 2011, p. 253- (...)
20Una de las aportaciones relevantes al hilo de las intervenciones arqueológicas del proyecto Economía y Artesanado en Tamuda ha sido la ampliación del área conocida del denominado Barrio Oriental. Específicamente, las actuaciones se han focalizado en la zona más occidental del sector, a escasos 20 m de la Porta Principalis Dextra del castellum romano, un acceso inicialmente más simple, sin torres exteriores, que la reforma datada en época de Cómodo volvió más complejo mediante la instalación de unos cubos semicirculares escoltando el acceso 39.
- 40 En un reciente trabajo se presenta la problemática de cada inmueble de manera (...)
21Esta zona fue elegida en 2016 al constituir el límite occidental del Sector excavado por Tarradell, y por tanto permitir una excavación arqueológica de la totalidad de la secuencia (fig. 2, sondeos 18 y 19), ya que intervenciones precedentes permitieron documentar la estratigrafía únicamente de manera parcial en este sector. Adicionalmente, se ha acometido el estudio topográfico del área ya excavada del Barrio Oriental, acompañado de una definición de los diversos ambientes, lo cual ha permitido identificar para época mauritana 8 calles ortogonales (A, B, C, D, E, F, G, H), definiendo parcialmente 9 edificios o estructuras, identificados con la clave alfanumérica EO (= Edificio / Estructura Oriental) seguido de una numeración arábiga (fig. 7 A). Para época romana se han podido identificar 5 inmuebles (EO I a V), en parte reutilizando estructuras mauritanas precedentes y en otros casos amortizando calles o edificando ambientes diáfanos (fig. 7 B); en un primer intento por hacer legible la planimetría de los edificios excavados en esta parte del yacimiento, no publicada detalladamente con antelación 40.
22Las nuevas excavaciones han sido realizadas en la parte occidental de los edificios mauritanos EO 7 y EO 8 (fig. 8), las cuales sintetizamos a continuación, habiendo proporcionado una estratigrafía homogénea y una imagen unitaria relacionada con el abandono generalizado de todo este sector en algún momento de la primera mitad del s. I a.C.
Fig. 8: Vista aérea del sector oeste del Barrio Oriental de Tamuda, con la localización de las áreas excavadas del EO 7 y del EO 8
23Las tres intervenciones hasta ahora desarrolladas en este inmueble (2016, 2017 y 2018), han perfilado el flanco más occidental del EO 7, un complejo exhumado parcialmente por las excavaciones planteadas por Tarradell en los años cincuenta. En el año 2016 (sondeo 19) se pudo intervenir en la cimentación de un edificio datado en época tardorromana (EO V), localizando asimismo evidencias del viario de época mauritana (calle G) que delimitaba al edificio mauritano por su lateral sur, así como dos estancias, la E-5 y E-6, que se insertarían dentro de este gran complejo arquitectónico (figs 7 A, 8). Los vestigios allí localizados entonces, fundamentalmente ánforas en buen estado de conservación, así como un poyete asociado a labores artesanales, propiciaron la conveniencia de continuar las actuaciones y, por ello, el planteamiento de la siguiente intervención. Con estos datos, la actuación del año 2017 permitió ampliar hacia el norte y oeste la zona de excavación (sondeo 26) exhumando dos ámbitos más, que denominados estancias E-2 y E-3. De interés fue la identificación micro-espacial de 16 recipientes cerámicos que se encontraban en posición primaria, resultado de un abandono traumático de la habitación. La necesidad de arbitrar medidas de conservación preventiva para estos objetos, así como la forzosa implementación de una técnica de muestreo pausada que ayudara a caracterizar en detalle el posible paleo-contenido de dichas ánforas, propició el planteamiento de una tercera actuación arqueológica. Efectivamente, en el año 2018, además de la exhumación de los restos cerámicos, se continuó la ampliación de la zona de excavación hacia el oeste. Los resultados fueron negativos en lo que concierne a las facies mauritanas, por la presencia de una gran zanja planteada de manera paralela al cierre oriental del castellum romano, que obliteraba cualquier tipo de evidencia arquitectónica de las estancias, y sobre la cual volveremos al final de este trabajo.
24Estas nuevas excavaciones han permitido definir el edificio EO 7 como una gran insula de carácter artesanal, con una extensión total N-S de unos 15.55 m (ca. 29 codos púnicos), mientras que sus dimensiones E-O no se conservan completas por la rotura de época romana anteriormente aludida. El edificio se encuentra rodeado de arterias viarias, la denominada calle E al norte, la G al sur y la F al este, siendo desconocido su cierre por el oeste. Los datos disponibles perfilan un inmueble de morfología alargada, organizado por dos crujías independientes entre ellas, con salida a cada una de las calzadas colindantes y separadas por un muro maestro. La modulación del complejo responde a la tradición helenística de todo el emplazamiento, con una notable ortogonalidad, alterada por algunos edificios de cronología romana. De una epidérmica lectura arqueo-arquitectónica se desprende la presencia de un plan organizado y cuidado en la construcción del mismo. Las cuatro estancias que han podido ser definidas presentan un proyecto de obra unitario, basado en tres muros maestros que cruzan el complejo de norte a sur, y dos perpendiculares al eje axial que actuarían de cierre de la construcción. Los tres pasillos definidos estarían, a su vez, delimitados por muros tirantes de menor entidad, los cuales compartimentarían el espacio en 4 estancias (E-2, E-3, E-5 y E-6), como se advierte en la figura 9.
Fig. 9: Planimetría (A) y vista aérea (B) de las habitaciones E-2, E-3, E-5 y E- 6 del Edificio Oriental 7, con las ánforas completas localizadas en su interior, antes de su extracción en la campaña de 2018
- 41 Camporeale 2016, p. 57.
25En relación a las técnicas edilicias, se observa un extremado conservadurismo en lo que se refiere a los materiales usados que responden, básicamente, a piedras locales-regionales (calizas ocres y grisáceas que son usadas en las cimentaciones). Una autopsia general del complejo permite diferenciar dos técnicas constructivas. La primera de ellas, que podemos caracterizar como monumental, sería la usada en los muros fachadas de los flancos meridional y septentrional, con paramentos en opus mixtum. Se combina un tipo de técnica que caracterizamos en algunos puntos como pseudo-uittatum – con pequeñas lajas careadas en obra y trabadas a hueso – así como unos grandes bloques de caliza que son usados bien como umbral y jamba para el acceso a las estancias o como esquineras y/o estípites de los frentes. Los muros-fachada presentan una mayor robustez que el resto de la construcción (anchura de unos 80 cm) y al menos en su zócalo estas fachadas de acceso serían equiparables al opus africanum combinado con el opus uittatum, técnicas muy habituales en el Norte de África 41.
- 42 Tarradell 1956, p. 77.
- 43 Propuesta reconstructiva en Bernal Casasola et alii e.p., figs 18 y (...)
- 44 Cintas 1976, p. 107-108; Fantar 1985-1986, p. 278-280; Prados (...)
26Los otros muros, que podemos considerar como secundarios o tabiqueros, usan para los zócalos el opus pseudo-uittatum con piedra local sin aglutinante, al menos, en su estado actual de conservación. Las intervenciones arqueológicas planteadas en el ámbito del proyecto EAT permiten ampliar la hipótesis de trabajo de Tarradell 42, que apuntaba a una construcción basada en el uso del tapial y el adobe. Una posible anastilosis de los restos permite proponer que sobre el zócalo pétreo conservado se levantaría un alzado de adobes que podría llegar a alcanzar el 1.5 m de altura y de los que han quedado algunos posicionados aún in situ (tramo de unos 20 cm lineales). En el estado actual de la investigación, no podemos precisar si todo el paramento fue de adobes o, si por el contrario, se combinó con tapial en su parte superior. Sí contamos con evidencias lo suficientemente sólidas para hablar de un revestimiento interior muy fino – a modo de enlucido –, realizado con barro líquido. El único elemento de embellecimiento del ambiente serían unas posibles antefijas con forma de venera, realizadas en barro, las cuales ayudarían a taponar la zona de unión entre la techumbre y el paramento. Estas piezas tendrían un tamaño oscilante entre 8 y 10 cm y presentan en la cara visible ranuras radiales generando el diseño de una concha. El reverso exhibe una superficie irregular fruto de la presión que se ejercería entre el material aún fresco y el cañizo. El conjunto estaría culminado con una techumbre en materiales perecederos. Las improntas localizadas durante el proceso de excavación permiten lanzar la hipótesis de un cañizo ensamblado, posiblemente con cuerdas, recubierto con arcillas y horizontalizado por una lechada de barro semisólido en su parte superior 43. En ningún momento se advierte la presencia de piezas con barro cocido a pesar de que en otros puntos del Mediterráneo, caso de Cartago o Mozia, implementaron las cubiertas con tegulae desde el II a.C. 44
27En relación a la ordenación espacial del edificio indicar que, a pesar de basarse en un planteamiento ortogonal, las dimensiones y morfología de las estancias varían sensiblemente, como se puede comprobar en la fotogrametría que presentamos en la figura 10.
Fig. 10: Fotogrametría de las habitaciones E-2, E-3, E-5 y E- 6 del EO 7 (campaña de 2017)
- 45 Esta numeración entre paréntesis hace referencia al listado general de mobiliario locali (...)
28Por su parte, la estancia E-5, posicionada en el cuadrante sureste, se extiende por aproximadamente 10 m2 (2.5 m E-O por 4.10 m N-S). A la estancia se accedería a partir de un umbral definido por un gran ortostato rebajado en la zona central y con una depresión donde irían encajado el gozne. En esta estancia, además, se ha podido definir una reforma espacial que se define por la presencia de un bloque pétreo que anularía la puerta de acceso en una segunda fase, obligando a elevar el suelo en este punto. En este habitáculo se ha definido, además, un poyete circular de unos 80 cm ubicado a escasa distancia del cierre norte. Este soporte serviría para recibir algún elemento o bien como banco de trabajo. Su relación con la molturación parece una propuesta probable gracias a otros paralelos en el yacimiento con la meta in situ, a pesar de que su cercanía a la pared limitaría el giro de 360º sobre su eje. Entre los materiales localizados en los niveles de amortización destaca un ánfora tardo-púnica de la serie 7 de Ramon, de producción local-regional (nº 19) 45.
29La siguiente habitación, con salida a la calle G, sería la E-6, a la que accedía por medio de un vano de 1.30 m, y con una superficie de unos 11 m2 (5.30 m N-S y 2.10 E-O). En la zona central de la estancia, de nuevo, aparece un poyete de morfología circular que, en este caso, por su mayor espaciado con los muros colindantes, sí pudo servir claramente de apoyo para la colocación de una piedra fija de un molino (meta). Su morfología alargada se vería interrumpida a escasos 1.50 m del acceso por medio de dos apéndices murarios que podrían haber servido de marcadores de un posible vestíbulo a modo de estancia destinada a la recepción de clientes, permitiendo un cierto aislamiento de la habitación trasera. En los niveles de amortización de la estancia no se ha podido definir la presencia de adobes, frente a lo documentado en el derrumbe de la estancia E-5. Además de restos anfóricos de variada tipología y procedencia, entre los cuales se ha recuperado un ánfora de la serie 7 de Ramon de producción local/regional (nº 20) y una Dr. 1 posiblemente itálica (nº 21), destacamos un kalathos ibérico (nº 22), una píxida en barniz negro de la forma Lamboglia 3 (nº 23), una lucerna de barniz negro de tradición helenística con rostrum yunquiforme (nº 24) y una pátera de barniz negro completa (nº 60), cuya cronología viene a coincidir con la propuesta planteada para el cese de la actividad de la estancia contigua.
30La estancia E-2, con salida al vial E, medía algo más de 11 m2 (4.65 N-S por 2.40 m E-O). En la excavación arqueológica del año 2018 se ha podido comprobar cómo, al igual que ocurre con la estancia 6, se ha localizado un muro avanzado hacia el norte que delimitaría una antesala de la estancia propiamente dicha. De interés resulta el posicionamiento topográfico de este elemento avanzado que, claramente, habría supuesto una invasión privada del vial G. El interés de la estancia es la presencia de una decena de ánforas fragmentadas abandonadas sobre el pavimento del último momento de uso. El patrón de caída de estos recipientes no permite definir el lugar que ocuparon originalmente, salvo en aquellos casos cercanos a los muros perimetrales, donde parece que estuvieron apoyados. A pesar de ello se advierte, sorpresivamente, una mayor concentración en la zona norte, justamente en el punto por donde se accedería a este espacio. A falta de estudios analíticos, ocurre igual que con los otros objetos localizados en las otras estancias: macroscópicamente estas vasijas se encontraban sin macrorrestos perceptibles en su interior en el momento del colapso, por lo que, o bien los contenidos de las mismas eran líquidos todos ellos o quizás estamos en almacenes en los cuales los envases estaban preparados para ser reutilizados, como es evidente en algunos casos del cercano EO 8, al encontrarse algunas ánforas boca abajo. Se han definido al menos una decena de ánforas completas o semi-completas, así como otras concentraciones de fragmentos, aisladas micro-espacialmente también, entre las cuales se han podido identificar envases de importación itálica, tanto una Lamboglia 2 (nº 1) y varias Dr. 1 (nos 3, 6), que conviven con ánforas tardo-púnicas de producción gaditana de la forma T-7.4.3.3 (nos 4, 7) y con imitaciones locales/regionales de Dr. 1 o afines (nos 2, 8, 10) junto ánforas de la serie 7 de posible producción mauritana (nos 5, 9).
31Para finalizar con las habitaciones, trataremos la estancia E-3, que se ha podido exhumar de manera parcial (únicamente 2.55 m O-E) debido a procesos post-deposicionales que han fragmentado su desarrollo más occidental. En dirección N-S presenta 2.99 m lo que plantea una ordenación espacial distinta y sensiblemente más reducida que los otros ambientes. Al igual que se ha atestiguado en las otras habitaciones, en sus últimos momentos de vida se acopiaron una serie de recipientes que pertenecen al mismo horizonte cronológico que las estancias adyacentes. En este caso, también destacan las ánforas, de similar tipología, tanto vinarias Dr. 1 de producción vesubiana (nos 15, 17) como sus homónimas de producción mauritana (nos 13, 61) – además de otro ejemplar en la habitación al norte de la estancia 2, sobre la calle (nº 62) – junto a ánforas salazoneras del tipo T-7.4.3.3 gaditanas (nos 14, 16, 18, 52, 53, 54) y envases de la serie 7 de producción local/regional mauritana (nº 19), junto a alguno de producción indeterminada (nº 55), y la parte superior de un ánfora ovoide de producción brindisina, con el sello M. Betilienus. De importancia ha sido también documentar un resto de escoria metálica (nº 63), que indica la posible existencia de fraguas/herrerías en las inmediaciones, junto a una olla en cerámica a mano / torno lento, completa, de fondo plano y con asas en forma de lúnula, de producción local posiblemente, que serviría para el acopio de productos (nº 56).
32Un análisis pormenorizado de la ordenación arquitectónica de todo el edificio permite dilucidar que las estancias más meridionales presentan elementos – poyetes – necesarios para la transformación artesanal de algún producto, quizás cereales, aunque no han aparecido macrorrestos de ninguna naturaleza en el interior de las habitaciones.
- 46 Bernal Casasola et alii 2008, p. 576; 2011, p. 472.
- 47 Recientemente Ribera 2014, p. 68-72, figs 3, 6-8.
33Dos indicadores permiten verificar que el abandono de las habitaciones fue súbito y traumático. De una parte el rápido proceso de derrumbe del edificio, especialmente claro en el caso de la estancia E-5, sobre la cual se pudo excavar el derrumbe de los adobes de las paredes y de la techumbre (arcilla y cañizo), que ha permitido una excavación detallada y microespacial, y de la cual se infiere que fue una caída rápida y puntual, posiblemente propiciada antrópicamente (paramentos vencidos intencionalmente hacia el interior de la estancia, que no responden a un proceso de lenta génesis por degradación). Este citado derrumbe intencional del muro divisorio entre las estancias E-6 y E-5 se produjo por presión o impactos desde la zona occidental, apreciándose una mayor intensidad de la dispersión de los adobes hacia el este. Y, por otra, el hecho constatado de que dejaron todos los elementos de mobiliario completo en el interior de las habitaciones cuando las abandonaron: en el ala meridional excavada se encontraban en el interior de las habitaciones E-5 y E-6 algunas ánforas, y en una de ellas además elementos de vajilla de barniz negro (pátera, píxide y lucerna) o cerámica ibérica pintada (kalathos); en las habitaciones septentrionales tanto 12 ánforas en la estancia E-2 y al menos 11 ánforas – que evidente eran más, ya que la habitación ha sido excavada solo parcialmente – y otros enseres en la E-3, que como se ha dicho tendemos a interpretarlos como almacenes de acopio de mercancías. Ambos criterios permiten plantear una destrucción traumática de al menos la parte excavada de este edificio. No obstante, es importante aclarar que a pesar de que la demolición parece que fue súbita e intencionada, no se han documentado evidencias de episodios de termo-alteración en los pavimentos ni en el sedimento de cubrición de los mismos, frente a lo que sí se ha podido documentar en otros casos en Tamuda, como en contextos de inicios del s. II d.C. 46 Tampoco han sido documentados restos antropológicos o cadáveres asociados a estos derrumbes, por lo que tendemos a pensar que la destrucción de esta zona del barrio fue realizada intencionalmente pero sin asociarse a víctimas. Un contexto similar cronológicamente pero con evidencias de una represión militar sangrienta es el vinculado a la presencia sertoriana en Valentia, con cuerpos mutilados y restos de incendios generalizados 47.
34Por último, indicar que desde el abandono del edificio, se observa un aparente hiato ocupacional en el Barrio Oriental, que no parece haber sido reocupado en época mauritana posterior. Es evidente que la cercanía al castellum romano, erigido en época de la provincialización (años 40 del s. I d.C.), en lo que debería haber sido su perímetro de protección, invalidaba la presencia de algún edificio de este horizonte cronológico en las inmediaciones.
- 48 De ahí que la superficie total propuesta sea aproximada. Su longitud ha sido c (...)
35El llamado edificio EO 8 se corresponde con un inmueble con planta trapezoidal y amplia superficie, de algo más de 450 m². Queda delimitado por las vías definidas como calle G al norte, calle H al sur y calle B al este (fig. 7 A), no habiéndose localizado aún el final del edificio por su extremo occidental 48. Su morfología trapezoidal responde a su adaptación al eje viario del barrio, con calles no estrictamente ortogonales. Así, las intersecciones de la calle B con las calles G y H no generan ángulos de noventa grados, por lo que en el extremo oriental, la fachada septentrional presenta mayor extensión que la meridional.
36La mayor parte del edificio fue excavada en la década de los cincuenta del pasado siglo XX por M. Tarradell, si bien desde el año 2016 la Universidad de Cádiz ha retomado los estudios arqueológicos en este espacio. Los nuevos trabajos desarrollados se han ejecutado hasta el momento en tres campañas (2016-2018), habiéndose practicado tres sondeos (S-18, S-25 y S-28), con una superficie total de 120 m² (fig. 2). Esta nueva área de excavación se ha situado en el extremo oeste del inmueble mauritano, lo que ha permitido exhumar nuevas estancias y contextos de abandono asociados a las mismas.
37Por el momento se han definido un total de veintidós espacios, algunos de los cuales están conectados entre sí y otros son independientes, abriéndose tanto a la calle G como a la calle H (fig. 8). En un análisis macro-espacial del edificio se observa cómo en su mitad central y en el extremo occidental ahora excavado existe un eje axial que permite la división entre los espacios que se abren al norte y los que tienen sus vanos de acceso orientados hacia el sur. Sin embargo, en el extremo oriental, la medianera entre la estancia E-2 y las estancias E-3, 4 y 5 está situada más al norte, siendo por tanto más estrecha la E-2 que las otras tres. Por su parte, la esquina del edificio no está compartimentada, existiendo una sola estancia más grande que se extiende en toda la anchura del inmueble, siendo por ahora un unicum dentro de su compartimentación interna.
38Los objetivos que alentaron la realización de cortes estratigráficos en esta zona se resumen en la búsqueda de contextos que pudieran favorecer el conocimiento de la funcionalidad de las estancias en las que se dividía el EO 8, así como poder situar cronológicamente su construcción, uso y abandono; además de intentar rastrear evidencias tanto de fases más antiguas de hábitat como de los momentos posteriores vinculados con el castellum romano. En relación a estas dos últimas cuestiones, los resultados de las intervenciones han sido positivos. Así, en la campaña del año 2017 en el sondeo 18 y aprovechando la destrucción parcial de los niveles de abandono de la fase mauritana y del muro tabiquero entre las estancias E-15 y E-17 por una fosa romana posterior, salió a la luz una estructura muraria vinculada con una fase habitacional precedente. Para su diagnosis se practicó una cata en la cara occidental de dicho muro y seguidamente una segunda en el sondeo 25 para conocer su proyección hacia el sur (fig. 11).
Fig. 11: Cata estratigráfica en la E-16 del EO 8, con una fase precedente a la monumentalizada de época helenística actualmente visible
39Gracias a ello, se ha podido confirmar la existencia de una primera fase inicial púnico-mauritana que fue la que estableció los ejes urbanísticos del barrio, pues el muro localizado presenta una orientación idéntica al que se le superpone de la siguiente fase mauritana correspondiente al inmueble EO 8. Eso sí, las técnicas empleadas para el alzado del muro difieren de una fase a otra. De la fase inicial, el denominado como muro M-17 presenta una anchura mayor (85 cm) que las estructuras de la fase siguiente. Además, la técnica constructiva empleada se articula a través de la disposición de cantos de mediano y pequeño tamaño aglutinados con arcilla y formando pseudo-hiladas. No hay constancia del uso de sillarejo de calizas y los laterales de la estructura no se encuentran careados, como en el zócalo de los muros de la fase mauritana. Sí existen analogías con las pavimentaciones, pues en una de las catas se pudo diagnosticar el nivel de uso vinculado a esta primera fase. Así, sobre lo que hemos interpretado como las arcillas geológicas, se dispuso una primera superficie horizontalizada de cantos de pequeño tamaño (±8 cm) a modo de cama de preparación. A continuación, el nivel de pavimentación y uso propiamente dicho a base de arcilla rojiza batida. El análisis macroscópico del perfil de la cata ha demostrado que este nivel se conforma por un conjunto de microsuelos que se fueron sucediendo con el tiempo, lo que evidencia una continua preocupación por adecentar el espacio de uso contiguo a M-17 en esta fase inicial. Aún es pronto para definir la cronología de ese urbanismo inicial, pues el estudio de materiales está en fase de desarrollo en el momento de redacción de este trabajo, pero la localización de ánforas púnicas, cerámicas pintadas y platos de pescado nos abre la posibilidad de situarlo provisionalmente en un momento indeterminado en torno al s. III o II a.C.
- 49 Bernal Casasola et alii e. p.
40Con respecto a la fase romana más moderna, los objetivos planteados se han cubierto también, pues se ha demostrado que al menos a partir del s. II d.C. al exterior de la Porta Principalis Dextra del castellum romano, el espacio también fue usado para la construcción de distintas edificaciones, entre las que destaca sin duda el llamado Balneum Oriental de Tamuda, anteriormente referido. Se tienen documentados varios inmuebles, de los cuales el llamado EO V se emplazaría sobre el área objeto de análisis en estas páginas (fig. 7 B). Algunas de las estructuras vinculadas a estos edificios se proyectan no sólo sobre los restos de las estancias mauritanas sino por los viales, muestra ésta inequívoca de que el sistema de ordenación de la antigua ciudad helenística estaba ya amortizado. La roturación a la que ha sido sometido el terreno en época moderno-contemporánea ha provocado un elevado grado de arrasamiento de las estructuras vinculadas con esta fase romana, en la que prácticamente sólo se han podido constatar los muros a nivel de cimentación. La excesiva longitud que alcanzan algunas estructuras murarias ha motivado que se hayan interpretado como grandes naves a modo de barracones, vinculados quizás con la estabulación 49. Junto a esos restos murarios también se han localizado en la campaña de 2018, de forma puntual, los restos muy destruidos de una canalización realizada a base de pequeños ripios revestidos de opus signinum. Por último, también habría que mencionar la realización de fosas en época tardorromana, en las que posteriormente se vertieron de forma intencional gran cantidad de fauna terrestre, así como cerámicas entre las que destacan sigilatas foceas y africanas, cerámicas a mano con cordones digitados o ánforas como Almagro 51C o Keay XIX, lo que facilita la datación preliminar de esta fase tardía en la primera mitad del s. V d.C., en sintonía con otros contextos excavados en Tamuda.
- 50 Bernal Casasola, Tarradell 2018.
41Entrando de lleno en el análisis de las estructuras de época mauritana, comentábamos en párrafos anteriores cómo el desarrollo en extensión de las áreas de excavación planteadas ha permitido ampliar el conocimiento del edificio EO 8 en una superficie de más de 100 m², completando la visión general que se tenía del inmueble. Además, el análisis arqueo-arquitectónico realizado tanto a los nuevos espacios descubiertos como a los que se sitúan inmediatos a éstos, nos muestra que, a diferencia de lo que habíamos pensado inicialmente, en este extremo occidental del EO 8 se construyeron dos bloques independientes conformados por seis estancias cada uno. Al analizar alguna de las planimetrías inéditas de M. Tarradell 50, observamos cómo realmente el EO 8 estuvo compartimentado en diferentes espacios que contenían una serie de estancias, comunicadas entre sí. De esta forma, al menos las estancias E-3-4, 7-9 y 8-10 tenían un vano que facilitaba el paso entre ellas. La novedad que aportamos ahora es la mayor entidad de estas construcciones, con un número superior de habitaciones (fig. 8). La más oriental de ellas abarca una superficie de 88.45 m² (10.2 m de longitud sentido S-N y 8.28 m en sentido E-O), y engloba las estancias E-11 a E-16, agrupando por tanto espacios excavados por Tarradell con otros exhumados con posterioridad. Por su parte, la segunda unidad arquitectónica alcanzaría una superficie de 88.74 m² y en ella se integran las estancias E-17 a E-22, documentadas a lo largo de las tres campañas; eso sí, con diferente grado de conocimiento por el momento al no haber finalizado su excavación integral.
42De la primera unidad arquitectónica, las tres estancias que se abren hacia el sur, son espejo de las que se abren hacia el norte, existiendo un muro medianero en el centro de la construcción que constituye el eje divisionario. La conexión entre las estancias septentrionales y las meridionales se sitúa en el extremo oriental, al generarse un vano en el citado muro medianero que posibilita el paso entre E-11 y E-12. La conexión del resto de estancias se realiza siempre con la contigua en sentido este-oeste; es decir en el margen septentrional la E-11 con la E-13 y ésta con la E-15; y en el margen meridional la E-12 con la E-14 y ésta con la E-16, colocándose estos umbrales en la zona posterior de las habitaciones. Podríamos por tanto decir que la disposición de esta primera unidad constructiva tendría un sentido continuo en la circulación interna, por el que, por ejemplo, para llegar de la E-16 a la E-15 habría que pasar por el resto de estancias.
43De la segunda unidad arquitectónica, la ordenación interna es diferente. Es cierto que sigue existiendo una simetría especular a partir de un eje murario central entre las tres estancias que tienen la puerta hacia la calle G (E-17, E-19 y E-21) y las tres que poseen el acceso por la calle H (E-18, E-20 y E-22). Sin embargo, la conexión entre un lado y otro no se localiza en uno de los extremos sino en la zona central, conectando las estancias E-19 y E-20. Asimismo, si en el caso anterior todas las conexiones entre las habitaciones colindantes se hacía por la zona posterior, en este caso no existe esa unidad. Así, si bien los umbrales de paso entre E-17 / E-19 y E-18 / E-20 sí se sitúan al final de las habitaciones, la conexión entre E-19 / E-21 y E-20 / E-22 se produce justo a la entrada de las mismas.
44Las dimensiones de las estancias varían entre unas y otras, siendo algunas más estrechas, por lo que siguen la tónica generalizada del edificio. De las estancias excavadas por la Universidad de Cádiz, la superficie interna oscila entre los aproximadamente 12 m² (E-15 y E-16) y los algo más de 7 m2 (estancias E-19 y E-20). En cuanto a la técnica constructiva, ambas unidades siguen los parámetros establecidos para todo el Barrio Oriental de la ciudad, en el que los muros presentan un zócalo de opus pseudo-uittatum a base de sillarejos de calizas grises de mediano tamaño; al que se le debió superponer un alzado de tapial y/o adobes en algunos casos. En las esquinas sí se emplean calizas con módulos de gran tamaño, quizás para dar mayor cohesión a la estructura edilicia, trabándose en esos puntos los muros-fachada con los medianeros que cierran perimetralmente por el este y el oeste cada unidad arquitectónica. Sólo en la estancia E-20 hemos percibido la posible existencia de una puerta más monumental. Esta afirmación viene sustentada por la localización en la calle H a la altura de la puerta de dicha habitación de un nivel de derrumbe, vinculado con el alzado de dicho vano, formado por grandes sillares de bio-calcarenita (material constructivo no localizado en el resto de espacios), entre los cuales se encuentra una cornisa biselada.
45Por su parte, los accesos no están centrados con respecto a las estancias, colocándose siempre en un lateral de las mismas. Se dotan de grandes calizas grises retalladas por lo general con un resalte de unos 20 cm al exterior y una zona algo más baja en su parte posterior. También presentan retalles tanto en el resalte como en el resto del umbral, debiéndose vincular con el sistema de cierre de las puertas. En algunos de ellos, como es el caso de la E-18, se observa la presencia de dos rebajes de forma rectangular que debieron favorecer el encastre del portón. Por su parte, en la E-19, además de esos dos retalles, existiría en uno de los laterales del umbral un tercer rebaje, en este caso circular, para facilitar la colocación del gozne de la puerta. Por último, el umbral de la E-19 completaría el sistema de cierre con un cuarto rebaje también circular, aunque más pequeño que el anterior, que se situaría en la zona central y en donde se insertaría el pestillo para fijar la puerta. Estas evidencias de retallados en la zona anterior y en la posterior de los umbrales, parecen verificar la existencia de un sistema de cerramiento a base de puertas dobles.
46Para el acceso también se han documentado escalones para salvar diferencias de cota tanto con respecto a la calle, como ocurre con la estancia E-13, en la cual se colocó un escalón en el propio vial; como con respecto al suelo de la habitación, como ocurre en la estancia E-15, con la existencia de un escalón justo tras el umbral. Por otro lado, y al igual que ocurre en el edificio EO 7, se han evidenciado reformas internas que provocan que por ejemplo la E-19 tenga dos umbrales; uno sobre la línea de fachada del edificio y otro al interior de la estancia y a una cota más elevada. En lo que respecta a las pavimentaciones de éstas, estaban formadas por superficies horizontalizadas de arcilla batida, al menos documentadas en las E-15 y E-16, si bien como hecho puntual la estancia E-13 se pavimentó mediante un suelo de lajas de piedra que le conferían mayor prestancia.
- 51 Son las estancias E-15, E-16, E-17, E-18, E-19, E-20, E-21 y E-22, así como E-13 que, au (...)
47En cuanto a la funcionalidad de los espacios, las estancias de las dos unidades arquitectónicas no contenían elementos inmuebles – como bancos o poyetes de obra – que favorecieran el conocimiento del uso de estos ámbitos. De las estancias documentadas entre 2016 y 2018 51, sólo se ha intervenido de forma integral en apenas tres espacios (E-13, E-15 y E-16), de ahí que, para la interpretación funcional de los espacios, solo contemos con datos suficientes relativos al material mueble localizado en los niveles del último uso de estas tres habitaciones. Del resto de estancias, de E-21 y E-22 no se puede extraer ninguna información, pues buena parte de las mismas se extiende más allá del límite occidental del área de excavación, habiéndose además dejado a cota de techo de muro. De las estancias E-17 y E-19, aunque sí se han excavado a mayor profundidad, la inserción en la zona de una fosa romana y la consiguiente afección de los niveles mauritanos, ha provocado que su conocimiento por el momento sea limitado. Habrá que esperar a futuras intervenciones para poder precisar. Un caso similar puede ser el de las estancias E-18 y E-20, pues en la campaña de 2018 tampoco se han alcanzado los niveles de pavimentación. No obstante, al menos entre el material documentado en los niveles superiores de la fase de abandono de la estancia E-18, se han localizado varias ánforas, siendo diagnosticables una Dr. 1 itálica no vesubiana (no 50) una T-7.4.3.3 gaditana (no 51) así como – lo que creemos es más importante – un pondus cerámico troncocónico, quizás evidencia de un posible telar.
48Más información se ha generado de las estancias E-13, E-15 y E-16. Por los contextos cerámicos documentados sobre la pavimentación de dichos espacios, éstos se han interpretado como habitáculos donde se estarían almacenando diversos productos, ya que buena parte de la superficie de los mismos está cubierta por ánforas, dinámica bien ilustrada especialmente en la E-15.
- 52 La inventariada como nº 38 es una concentración de ánforas púnico-gaditanas que ha de co (...)
49En el caso de la estancia E-13 se han localizado únicamente dos ánforas vinarias del tipo Dr. 1 – de producción vesubiana – sobre el suelo de crustae (nos 25 y 26), si bien debieron existir más en origen, ya que solamente hemos ultimado la excavación realizada en su momento por Tarradell. Por su parte, en la estancia E-16 se llegaron a individualizar hasta cinco contenedores cerámicos de transporte marítimo, de los cuales dos son ánforas tardo-púnicas del tipo T-7.4.3.3 de producción gaditana (nos 43, 44) y otras tantas Dr. 1 itálicas (nos 45 y 46), la segunda de ellas campana/vesubiana también; además de otra ánfora de producción indeterminada (nº 42) y una pátera de barniz negro de la forma Lamboglia 7 completa (nº 47). Por último, en la E-15, sobre el pavimento de arcilla batida, además de un ungüentario pintado importado (nº 49) y un as de bronce (nº 49), se localizó un conjunto superior a la docena de envases anfóricos entre los que destaca especialmente la presencia de al menos una decena de ánforas de producción gaditana del tipo T-7.4.3.3 (nos 27-30, 33, 35-39) 52, las cuales aparecen acompañadas en menor medida – y una vez más – por Dr. 1 de imitación local/regional (nos 31, 34, 40, 41) y un ánfora de la serie T-7 (nº 32) también de manufactura mauritana (figs 12 y 13).
Fig. 12: Vista aérea desde el norte (A) y desde el sur (B) de las ánforas localizadas en el interior de las estancias del Edificio Oriental 8
Fig. 13: Detalle desde el oeste del interior de la E-15 del EO 8, totalmente lleno de ánforas en su interior
- 53 Estos materiales están siendo actualmente objeto de análisis de residuos orgánicos para (...)
50El hecho de que algunos de los envases localizados en la parte meridional de la estancia E-15 estuviesen colocados en vertical pero boca abajo (nos 31, 32), reafirma su uso como almacén, habiéndose guardado en su interior ánforas para su posterior reutilización. Desconocemos si algunos de estos contenedores estarían llenos de productos, pero al menos los dos citados, en posición invertida, parece que así inducen a pensarlo 53; si bien otros, en el ángulo noreste de la habitación estaban, en posición vertical (nº 37) o bien han aparecido ánforas caídas sobre el suelo (nos 33, 34), debiendo haber estado apoyadas contra las paredes de la habitación en origen, desplomándose durante el colapso del edificio. En otras ocasiones, algunas de las ánforas aparecieron a varias decenas de centímetros sobre el suelo, en posiciones diversas y no a alturas homogéneas, de lo que se deduce que el proceso de derrumbe fue rápido, y que algunas ánforas originalmente en vertical fueron tumbándose progresivamente cuando las habitaciones estaban parcialmente cubiertas de sedimento (caída del techo y de las paredes): como se advierte en la figura 12 A (ánfora nº 43 en la parte media de la E-16).
51También en este caso, el registro excepcional con elementos de cultura material completos, especialmente en la estancia E-15, debe vincularse al colapso rápido y traumático de la habitación: en esta ocasión, adicionalmente, sí han aparecido restos de carbones y cenizas sobre el suelo de uso, interpretados como evidencias de un episodio de incendio, aunque no debió ser de mucha entidad, ya que no se localizaron restos de viguería quemada, ni los carbones/cenizas generaban un nivel de mucha entidad.
- 54 Bernal Casasola et alii e.p.
52Finalmente, junto a estos usos, no descartamos la presencia en el edificio EO 8 de otras actividades artesanales como la metalúrgica. Así, en las últimas campañas se han ido sucediendo en los niveles de abandono distintos hallazgos relacionados con este tipo de actividad. Al hallazgo de un posible lingote de plomo, se le han sumado diversas escorias metálicas, así como un crisol. Por último, también debieron destinarse algunas estancias para los trabajos de molienda. En los planos elaborados por M. Tarradell, se distingue un molino en la zona trasera de la estancia E-9. Además, en la campaña de 2016, durante la excavación de la fosa romana se localizaron diversos ejemplares de moletas y molinos fabricados en basalto junto con material cerámico de época mauritana en posición secundaria. Entre esos objetos de molienda, se individualizó una meta de aspecto cónico vinculado con un molino de tipo pompeyano, sumándose así a otros ejemplares ya conocidos en el yacimiento y que están también siendo objeto de estudio en la actualidad 54.
53En relación a la fecha de datación de estos depósitos, y por tanto al momento de incendio y demolición intencional de estos edificios del Barrio Oriental, las evidencias aparecidas en ambos inmuebles son sincrónicas, lo cual permite un tratamiento conjunto de la información.
- 55 Sáez et alii 2016.
- 56 Bezeczky 2013, p. 115.
- 57 Las ánforas de producción local/regional no son tipos datantes en sí mismos, a (...)
- 58 Síntesis de todo ello en Mateo, Mayorga 2017, p. 110.
- 59 Aranegui Gascó, Kbiri Alaoui, Vives FerrÁndiz 2004, p. 375, (...)
- 60 Actualmente en fase de estudio a cargo de A. Arévalo y E. Moreno, entre las cuales desta (...)
- 61 Según la Base de Datos del Amphora Project de la Universidad de Southampton.
- 62 Carreras, Berni 2016.
- 63 Dataciones según R. De Almeida, E. García Vargas y H. González Cesteros en el (...)
54Todos los testimonios aparecidos son coherentes, y apuntan a un horizonte cronológico dentro de la primera mitad del s. I a.C., ya que la total ausencia de sigilatas en los niveles estratificados hacen plantear un terminus ante quem del 50/40 a.C. Respecto a la vajilla de mesa, toda la recuperada se relaciona con las últimas producciones de barniz negro caleno y B-Oide del s. I a.C. (formas Lamboglia 3 o 7, entre otras). Las ánforas importadas aportan unos periodos de datación amplios, como sucede con las gaditanas T-7.4.3.3, manufacturadas entre el 150/140 y época augustea 55; por otro lado tenemos las ánforas itálicas, tanto la Lamboglia 2, datada entre el finales del s. II hasta el último tercio del s. I a.C. 56; como las Dr. 1, de las cuales no se documenta ningún ejemplar de la variante antigua (A), sino que por el contrario sí están presentes las variantes B y C, que empiezan a ser producidas más tarde, en torno a los años 90/80 a.C., perdurando hasta Augusto 57. Los sellos aparecidos se sitúan en este mismo intervalo, como el citado de Betilieni, asociado a un ánfora brindisina de la primera mitad del s. I a.C., y relacionable con las élites municipales de Aletrium, cuya dispersión se conoce en múltiples yacimientos de todo el Mediterráneo, destacando en nuestro entorno los de Lixus en Tingitana, Hasta Regia, Málaga o Loma de Herrerías-Cartagena, entre muchos otros 58; o el de AMIS.E en una T-7.4.3.3 gaditana (nº 39), que cuenta con un buen paralelo en los almacenes de la ladera sur de Lixus 59, donde se localizó en un estrato datado entre el 50-20 a.C., aunque por debajo hay otro nivel fechado entre el 90-50 a.C. con el mismo ajuar (Lamboglia 3 y 7) que el localizado en los EO 7 y EO 8 de Tamuda. Por su parte, el hallazgo ya citado del kalathos y la lucerna de rostrum yunquiforme con infundibulum abierto cuadran asimismo en este intervalo. La complicación radica en precisar dentro de la primera mitad del s. I a.C., sin contar con otros materiales datantes como las monedas 60. En este sentido, consideramos relevante la ausencia de ánforas del tipo Haltern 70 en estos depósitos, las cuales se documentan respectivamente a partir del 80/60 a.C. 61 o del 50 a.C. según los estudios más recientes 62, tanto en su producción de la Bética costera como del Valle del Guadalquivir. Y la inexistencia de ánforas ovoides en estos depósitos es asimismo significativa, pues las fechas más antiguas de las mismas se sitúan en la década del 80/70, del 70 o del 60 a.C. en el caso de la Ovoide 4, las Ovoides 1 y 6, y la Ovoide 5 63. Ambas familias están constatadas y son abundantes en el yacimiento en fechas posteriores, por lo que es coherente utilizar su inexistencia en las áreas excavadas como un terminus ante quem. De ahí que la datación en la cual podemos situar el abandono del Barrio Oriental de Tamuda es un momento concreto del primer cuarto del s. I a.C.
- 64 Ribera, Marín 2003-2004.
- 65 Ribera 2014, p. 74-77, fig. 14.
- 66 Uroz, Uroz 2014, p. 201-212.
- 67 Las guerras civiles 2014.
- 68 Bayo 2014.
- 69 Gozalbes Cravioto 2010.
55Los paralelos con la cultura material aparecida en otros contextos cercanos permiten proponer una cronología quizás de época sertoriana. Nos referimos especialmente a los niveles del 75 a.C. de Valentia, bien estudiados y publicados desde hace años 64, y en los cuales la cultura material es prácticamente idéntica a la documentada en Tamuda: ánforas Lamboglia 2, Dr. 1 itálicas y ánforas tardo-púnicas gaditanas (T-7.4.3.3) y púnico-ebusitanas en tal caso, además de barniz negro de Cales tardío – incluyendo imitaciones regionales –, paredes finas importadas, común itálica y de producción local/regional y cerámica ibérica, entre ella kalathoi 65. Otro contexto material muy cercano es el proporcionado por la destrucción de Libisosa, también por manos sertorianas en el 75 a.C. circa, con ánforas Dr. 1 A, B y C, Lamboglia 2 y Tripolitana Antigua, además de cerámica de barniz negro (A, B, C), paredes finas (Mayet I y II), lagynoi helenísticos, grises bruñidas republicanas, cerámica ibérica pintada y numerosos restos de vajilla broncínea tardorrepublicana 66. Los recientes trabajos de la Dra F. Salas y otros autores en el entorno de los fortines costeros alicantinos 67 han proporcionado un protocolo para identificar los contextos materiales asociados a los movimientos de Sertorio en Hispania entre los años 80-70 a.C., localizados en múltiples yacimientos y que reproduce los repertorios de vajilla comentados anteriormente 68, que cuadra con el contexto material localizado en el Barrio Oriental de Tamuda. Por ello, es altamente probable que la destrucción de esta zona de la ciudad mauritana se corresponda con la presencia sertoriana en Mauretania, bien conocida por las fuentes clásicas 69, sobre lo cual volveremos al final de este trabajo.
56Con motivo de los buenos resultados de la campaña arqueológica de 2017 se decidió ampliar la zona del EO 7 hacia el oeste, para tratar de continuar la excavación del edificio mauritano y la verificación de los contextos materiales asociados, aparecidos en un excepcional estado de conservación. El desarrollo de la actividad arqueológica permitió documentar rápidamente un vacío estructural en dicha zona, ya que los muros perimetrales de la estancia E-3 (denominados UC 12 y 15) se encontraban totalmente seccionados por una interfaz continua de época romana posterior, que había cortado linealmente las estructuras y el contenido material de su interior (fig. 14).
Fig. 14: Detalle fotogramétrico de la zona occidental del Barrio Oriental como resultado de la construcción del posible foso del campamento romano, con la rotura lineal de la habitación E-3 del EO 7
57Evidentemente la interfaz de rotura de los edificios mauritanos constituye una empresa de notable entidad, debido a la notable solidez del proyecto constructivo.
Un proyecto premeditado y de envergadura, si tenemos en cuenta que el mismo provocó la excavación de toda la secuencia sedimentaria hasta el nivel geológico, compuesto en esta zona por arcillas rojas y por el substrato pétreo. La actuación arqueológica realizada se ha limitado al denominado Sondeo 27, por lo que las dimensiones de esta estructura negativa se limitan a su extensión, de unos 5 por 4 m de lado (20 m2 circa). No obstante, una serie de indicadores permiten plantear que posiblemente se trate de la fossa del campamento militar romano, localizada en una parte de su tramo oriental (U.E. 2703), cuya línea exterior cruzaba en diagonal el Sondeo 27 de NE a SO:
- que la trayectoria de la rotura es totalmente paralela al trazado exterior de la muralla oriental del campamento romano, situándose a una distancia aproximada de unos 20 m lineales (fig. 15).
Fig. 15: Vista aérea de la zona de conexión entre el castellum y el Barrio Oriental, con la trayectoria de la parte exterior de la foss a
- que se trata de una obra de notable envergadura, con al menos 3 m de profundidad máxima, que comportó la rotura intencional del barrio mauritano en este sector, y que debido a su entidad relacionamos con una actuación de carácter público.
- que la datación de la estructura negativa es, sin lugar a dudas, romana, habiendo sido la misma colmatada en un momento coincidente con el del abandono definitivo del campamento militar, por lo que se puede deducir que estuvo en activo durante la vida del castellum, debiendo asociarse a funciones realizadas en el mismo.
- que la morfología del foso, rebajando el substrato geológico, genera una sección alargada en forma de “V” con los brazos muy abiertos y de notable profundidad, característica de las fossae campamentales, como se advierte en la sección del corte 27 (fig. 16).
Fig. 16: Fotogrametría de la sección O-E del perfil norte del Sondeo 27, con el perfil de la fossa y su colmatación
- 70 La excavación del mismo en la roca madre no ha permitido, por el momento, obte (...)
58Aunque no contamos con datos fiables por el momento que aporten una datación para la construcción de esta estructura 70, planteamos que el foso hubo de insertarse dentro de las labores constructivas fundacionales del castellum en época de Claudio, ante la necesidad de un elemento de defensa frente a la posible presión de los feroces Mauri citados en las fuentes, al compás de las posibles revueltas que se originaron tras la ocupación continuada de época romana y el paso del reino mauritano a provincia romana.
- 71 Se ha muestreado el contenido del mismo, a cargo de Mario Gutiérrez Rodríguez, de la (...)
59Respecto a la fecha de colmatación, y a falta de un estudio integral de todos los materiales arqueológicos localizados en los niveles que amortizan el foso (UU.EE. 2701, 2702 y 2706), pensamos que fue en pleno siglo V d.C. cuando este elemento defensivo se encontraba en fase de amortización, en función de los hallazgos de ánforas sudhispánicas y especialmente ARSW D en los rellenos del mismo. Da la impresión de que el uallum – o al menos esta parte de las estructuras defensivas – habría perdido su función protectora; bien años antes del abandono definitivo del castellum, lo cual habría provocado el progresivo relleno con detritus – residuos sólidos, incluyendo multitud de fauna –, o bien como resultado del abandono del asentamiento y la progresiva colmatación de la estructura por medios naturales, ya que la sedimentología de parte del relleno es muy fina 71.
60Por consiguiente, los datos aquí extraídos permiten concluir que es altamente probable que el campamento romano de Tamuda/Tamuco hubiera estado dotado de un sistema defensivo o uallum exterior. De él ha sido localizado en enero de 2018 la parte más exterior de la posible fossa de la cual pudo haber estado dotada esta fortificación militar romana, excavada directamente sobre el sustrato natural. Desconocemos la anchura total del foso por la limitación espacio-temporal de esta intervención arqueológica, que habrá de ser continuada en el futuro, excavando la zona suroeste del EO 7 y al oeste del EO 8 para verificarla. Es muy probable que contiguo al uallum se elevase un terraplén, que actuaría de parapeto para la propia muralla oriental del campamento, y que quizás haya quedado fosilizado en la elevación de la cota de terreno conforme avanzamos desde el Barrio Oriental a la muralla del castellum. Y evidentemente desconocemos si delante del lienzo del castellum habría algún tipo de empalizada lignea que reforzase la estructura de piedra. Algunas de las incógnitas, caso de la morfología, tamaño o profundidad del uallum podrán ser dilucidados en intervenciones venideras. Por el momento incluimos una sección idealizada del mismo, para facilitar la lectura de las estructuras comentadas (fig. 17).
Fig. 17: Reconstrucción E-O idealizada de la sección del foso oriental del castellum, entre la muralla y el edificio mauritano EO 7
61La equidistancia del mismo respecto al campamento, ilustrada en la figura 18, y totalmente hipotética por el momento, no coincide con ninguna de las estructuras excavadas al este, sur y oeste; mientras que por el contrario sí se superpondría a varias de las estructuras excavadas por el norte.
Fig. 18: Vista aérea cenital del castellum de Tamuda con la proyección perimetral del trazado exterior del posible foso (línea discontinua)
- 72 Lenoir 2011, p. 64-65, 305-306, fig. 17.
- 73 Dinámica que también afectaría a la esquina noroeste por el descenso de cota, antes de l (...)
62Es probable, por tanto, que el mismo únicamente contase con protección por tres de sus lados, mientras que por el norte el curso del río Tamuda habría actuado de parapeto natural. Esta hipótesis no resulta anómala, ya que los ataques habrían de proceder de las montañas del Rif (el macizo del Gorges), que es la zona más conflictiva y belicosa. Conocemos algunos ejemplos de fosos campamentales romanos protegidos solamente por tres de sus flancos, mientras que el otro lateral estaría orientado al río: tal es el caso del castellum Qreiyé en Siria, con el lateral desprotegido, coincidente con el curso del río Éufrates 72: un paralelo muy cercano a Tamuda, pues la áspera orografía septentrional, en descenso hacia el río no cumple con los mínimos requeridos de superficie y horizontalidad para haber consentido la excavación de una fossa 73 . Serán necesarios futuros trabajos de campo para poder avanzar en esta sugerente propuesta.
63Otro aspecto relevante de este hallazgo es la rareza de los fosos perimetrales excavados en los campamentos del norte de África, como puso de manifiesto en su momento M. Lenoir, al referirse a esta temática como la “rareté du fossé”; los cuales suponen menos del 10% de los estudiados por él en África y las provincias orientales, frente a su elevada frecuencia en el limes renano-danubiano y en Britannia 74.
- 75 Akerraz 2010, p. 542.
- 76 Bernal Casasola et alii 2008, p. 576.
- 77 Entre otros, Le Roux 1982, p. 97-98.
64Uno de los escasos ejemplos de fosos conocidos en Tingitana es el asociado a la ciudad mauritana de Thamusida 75. Tipológicamente éste se define como un uallum doble de unos 15 m de anchura – dimensión coincidente con el que ahora valoramos. En este caso se ubica a los pies de una muralla con basamento de piedra de 1.80 m, sobre la cual se eleva un alzado de 1.5 m de ladrillos y culmina con un lienzo de tapial. A pesar de existir claras analogías arquitectónicas con la muralla del castellum tamudense, no podemos definir si el uallum se presentaría simple o doble al no haberse excavado su sección en su total integridad. A esto le debemos unir otras divergencias con respecto al de Thamusida. En primer lugar, la cronología dada para este último ha sido establecida a mitad del I a.C. mientras que la construcción del de Tamuda sería paralea al proyecto primigenio del mismo castellum, esto es en época claudia 76, adelantándose así la cronología planteada para la ocupación militar estable defendida por otros autores 77. En segundo lugar, su función y enclave de adscripción divergen, ya que el encintado en Thamusida se asociaría a un sitio mauritano y no a una construcción campamental romana. A pesar de estas diferencias es de interés el similar módulo usado en el desarrollo del uallum con un tamaño cercano a los 29 codos.
- 78 Hallazgos en los sondeos 15, 16 y 17 de la campaña de campo de 2015, incluidos en el (...)
- 79 Lenoir 1991, p. 358-359.
65Este hallazgo supone la continuación de una hipótesis de trabajo expuesta previamente en anteriores trabajos de campo 78 en la que se propuso que en el flanco más oriental del complejo campamental pudieron existir tituli o fosas que dificultasen el acceso al castellum. Aunque la posible presencia de un campo de tituli supone una labor constructiva premeditada, su ordenación y planteamiento no se presenta tan planificado como en el caso del uallum. De hecho, este último y sus aditamentos complementarios aún desconocidos suponen una evidencia que, arquitectónicamente, se encuentra planteada y modulada con respecto al propio castellum, siendo esta línea defensiva paralela al mismo. Esta ortogonalidad permite proponer que el foso pudo haber sido trazado en el mismo momento de la construcción del emplazamiento militar; mientras que los tituli quizás respondan a momentos posteriores en los que el campamento habría completado su fisonomía con la instalación, incluso, de recursos poliorcéticos de estética y origen oriental, caso de las torres de abanico 79.
- 80 Villaverde 2001, p. 233.
66A falta de un estudio pormenorizado de los restos materiales localizados en la amortización del foso parece que en un momento avanzado de la primera mitad del s. Vd.C. se produce el abandono del lugar, momento coincidente con el traslado de los últimos limitanei acantonados en la Mauretania Tingitana 80.
- 81 Agradecemos al Dr A. Akerraz habernos informado de la localización del foso de (...)
- 82 Remitimos a los trabajos de N. Villaverde (2001, p. 231-237), a los de M. Lenoir (2011, (...)
67En los últimos años se han realizado investigaciones diversas, sobre todo geofísicas, para localizar los fosos y estructuras defensivas externas en diversos campamentos de la Tingitana, con resultados positivos, abriendo interesantes perspectivas de investigación 81. El hallazgo del foso del campamento de Tamuda sería, además de uno de los pocos localizados en Marruecos, el primero excavado 82.
- 83 Como ilustra, por ejemplo, un aspecto tan relevante como la datación del campa (...)
68Como ha podido ser sintetizado en las páginas precedentes, los últimos diez años de investigaciones arqueológicas en Tamuda han permitido en primer lugar la clarificación de muchos datos sobre la ciudad y el campamento romano, sumidos en la vaguedad o confusión por la ausencia de datos arqueológicos fiables; de ahí la necesaria recurrencia a trabajos antiguos en las investigaciones más recientes 83; y, por otra parte, han permitido un caudal notable de savia nueva, relativa a múltiples aspectos de la ciudad mauritana y del asentamiento campamental del limes tingitano.
- 84 Bernal Casasola et alii 2014.
- 85 Como por ejemplo las derivadas de la identificación de huesos de elefante (Afrotheria) y (...)
69El proyecto EAT, centrado en las artesanías y en el estudio de los aspectos económicos y comerciales del yacimiento, en clave diacrónica, ha permitido avanzar en muchos aspectos sobre la producción de panadería/pastelería (estudio de moldes iconográficos para la estampación), la alfarería (estudio de escorias y hallazgo de horno alfarero mauritano), la industria textil (publicación de fusayolas y pesas de telar en asociación al estudio de la cabaña ganadera a través de la arqueozoología), la siderurgia (hallazgo de escorias y lingote), la pesca y explotación de recursos marinos, la molinería (estudio y caracterización de los molinos), la carpintería o la industria ósea (identificación del cepillo de carpintero ya comentado, elaborado sobre una costilla de cetáceo, pieza única en su género en Occidente), aspectos sobre los cuales se han proporcionado los primeros avances 84, y en los cuales se está trabajando en la actualidad, con interesantes perspectivas de futuro 85.
- 86 Bernal Casasola et alii 2014, p. 212-226.
70El estudio del Barrio Oriental, zona en la cual se han centrado las investigaciones desde el año 2012, ha permitido avanzar sustancialmente en los planteamientos sobre el artesanado mauritano y romano, a través del descubrimiento por trabajos geofísicos y posterior excavación de un horno mauritano para la fabricación de cerámica, reconvertido en calera en época romana y abandonado en el s. II d.C. 86 Las excavaciones realizadas entre los años 2014 y 2015 han aportado datos significativos sobre la problemática de esta zona del yacimiento, pero no ha sido hasta el inicio de los trabajos en 2016 en el sector más occidental del mismo (Sondeos 18, 19 y 25-29) cuando verdaderamente se ha podido obtener información fiable desde un punto de vista estratigráfico sobre la evolución del Barrio Oriental en la Antigüedad.
Fig. 19: Selección de fotografías con ánforas completas
Tipo Dr. 1, Lamboglia 2 y de la Serie 7 de Ramon procedentes de las excavaciones de C.L. de Montalbán (A, B: de la memoria de excavaciones en Tamuda, en Cronosecuencia 2013, Anexo II, p. 620 y 628, no 33 y 47 respectivamente) y de Tarradell (C: 1951, ángulo SO Cámara 1, oeste calle 2; D: 1951, Cámara 6; E: Torre noreste 1957; F: Edificios del Barrio sur en 1951).
- 87 Espacios E-2, E-3, E-5 y E-6.
- 88 Espacios E-13, E-15, E-16 y E-17.
- 89 Además de las dos Dressel 1 (fig. 19 A), y de la Lamboglia 2, al menos 5 ejemp (...)
- 90 En las ilustraciones inéditas del Archivo Tarradell que incluimos en la fig. 19 C-E se d (...)
71Con cierta perspectiva, tras cinco años de actividades arqueológicas en la zona, podemos plantear que todos los indicios convergen en la existencia de una destrucción generalizada de esta parte del yacimiento. Las excavaciones en cuatro habitaciones del EO 7 87 y en otras tantas del EO 8 88 así lo verifican, dando la impresión de que toda esta zona del yacimiento quedó amortizada en el s. I a.C., no volviendo a ser reocupada con posterioridad hasta época romana. Estas nuevas evidencias estratigráficas permiten interpretar mejor las de las excavaciones precedentes, en las cuales la documentación gráfica permite advertir el excepcional hallazgo de ánforas completas de la serie 7 de Ramon, así como Lamboglia 2 y Dr. 1 itálicas en las excavaciones de Montalbán, desgraciadamente descontextualizadas (fig. 19 A-B) 89; a las que podemos unir los numerosos hallazgos de ánforas completas, siempre asociables al binomio tardopúnicas-itálicas, en numerosos ambientes de la zona excavada por Tarradell en el Barrio Oriental y también al exterior de la Torre Noreste en 1957 y en el Barrio Sur en 1951 (fig. 19 C-E) 90. El hallazgo de tantas ánforas completas no es habitual, debiendo ser interpretadas como procedentes en buena parte de contextos abandonados de manera traumática. La conclusión es que esta dinámica de destrucción violenta parece no limitarse a la zona excavada por la Universidad de Cádiz entre 2014-2018, sino que aparece generalizada en el Barrio Oriental y también en el Barrio Sur y en el área septentrional – inmediaciones de la Torre NE y en la “Casa de la Pilastra” –, y quizás en otras zonas excavadas por Montalbán de las cuales carecemos de documentación (Barrio Occidental). Da la impresión en el Barrio Oriental, como hemos indicado en las páginas precedentes, que esta zona del yacimiento se abandonó y no volvió a ser intensamente reocupada hasta época romana avanzada. Lo cual no excluye que otras zonas de la ciudad mauritana se hubiesen revitalizado, especialmente su parte central, sobre la cual se habría instalado con posterioridad el castellum romano, y que estaría sobre-elevada de cota respecto a las áreas circundantes, posiblemente también como resultado de la sucesiva reocupación tardo-mauritana y la tabula rasa que habrían hecho los Romanos a su llegada en época de Claudio (= efecto “tell”).
- 91 Por ejemplo puntas y regatones de lanzas (hastae), algún hacha (dolabra) y quizás elemen (...)
72Ya hemos indicado que en las excavaciones arqueológicas realizadas recientemente no han aparecido ni restos de armamento ni de cadáveres, que son dos de los elementos habituales en aquellos yacimientos sincrónicos los cuales son abandonados manu militari (Valentia, Libisosa o Tossal de la Cala, entre otros), ni de destrucción por incendio (tenues indicios únicamente en la E-15 del EO 8), por lo que tendemos a pensar que la destrucción no fue muy violenta. Tampoco en las antiguas excavaciones se mencionan cadáveres asociados a las múltiples estancias mauritanas abandonadas con los objetos en el interior, aunque sí tenemos constancia de armamento, difícil de contextualizar 91.
- 92 Ante la ausencia de denarios, que son el fósil-director ideal para estos momentos, (...)
- 93 Aspectos tratados ampliamente por Chaves, García, Ferrer 2000, p. 1470 (...)
- 94 Callegarin 2002; recientemente Gozalbes Cravioto 2010.
- 95 Salinas 2014, p. 32.
- 96 Gozalbes Cravioto 2010, p. 139-144.
73Respecto a la datación del momento de destrucción, ya hemos indicado que todas las evidencias indican un momento en la primera mitad del s. I a.C., que por la ausencia de algunos indicadores en el registro, especialmente ánforas Haltern 70 y Ovoides, tendemos a situar antes de la década del 80-70 a.C. 92 Por las evidentes analogías con los contextos materiales de época sertoriana conocidos en Hispania tendemos a situar en torno a los años 81/80 del s. I a.C. esta destrucción de Tamuda. Históricamente conocemos muy bien los episodios producidos a partir de dicha fecha, momento en el cual Sertorio pasa a Hispania e inicia su periplo desde el Estrecho de Gibraltar (Mons Belleia) donde suceden episodios bélicos como la batalla naval cerca de Mellaria contra Cotta, como recogen Salustio (hist. I, 105) y Plutarco (Sert., 12,3) 93; con anterioridad y en los años 81/80 a.C., diversos episodios provocan la atención sertoriana en África, derivada por un lado de los conflictos en el mantenimiento del poder de los reyes mauritanos – problemas sucesorios en el trono –, como es el caso del ataque contra el caudillo Ascalis, hijo de Iphtas en el poder, tras una revuelta mauritana en la región de Tánger; el desembarco en la costa africana marroquí en un segundo momento, para frenar al enviado de Sila, Paccianus 94; el conocido episodio del descubrimiento de la tumba de Anteo por parte del general 95; o aspectos vinculados a la sucesión real, con Sosus, hijo de Bocchus II, como heredero 96.
- 97 Se trataría ésta de la primera evidencia arqueológica asociada en la Mauretania Occident (...)
- 98 García Mora 1995; Callegarin 2002, planos en figs 1 y 2.
74Una época conflictiva, de razzias y episodios bélicos en el norte de África Occidental, que pueden haber tenido reflejo en la destrucción de Tamuda, identificada arqueológicamente en su Barrio Oriental (¿represalias por vinculaciones con Ascalis?) 97. No es fácil determinar con precisión la razón concreta de la destrucción de la ciudad mauritana, aunque tampoco se le escapa a nadie la casualidad de la coincidencia en fechas entre los datos relatados en las fuentes literarias y la traumática destrucción de Tamuda. Este yacimiento ha estado tradicionalmente alejado de los episodios sertorianos, que solían centrar el escenario bélico en la fachada atlántica Tingi, Zilil… –, siguiendo las interpretaciones tradicionales 98: estos nuevos hallazgos permiten, a nuestro juicio, incluir a Tamuda en este panorama vinculado a los conflictos de guerras civiles internas – con motivo de la sucesión del trono de la monarquía mauritana – y a los derivados de la presencia de Sertorio en estas tierras, centrados en torno al año 80 a.C.
- 99 Tarradell 1960, p. 118-119 y 293-294.
- 100 Por ejemplo, El Khayari 2011, p. 98; Bernal Casasola et alii 2012a, p. 2473, con (...)
- 101 Sáez et alii 2013, p. 170-193, especialmente p. 188 (...)
75Estas evidencias arqueológicas han servido asimismo para precisar sobre la datación de la considerada como “primera destrucción” de Tamuda, fechada por M. Tarradell en torno al 38 a.C., ya que este insigne investigador consideró que la fecha del 81, que discute en su trabajo sobre el Marruecos púnico, era demasiado alta 99. A partir de sus trabajos esta primera destrucción atestiguada arqueológicamente se ha fechado tradicionalmente en torno a mediados del s. I a.C. por todos los investigadores hasta fechas inmediatas a nosotros 100. Los indicios previos de las excavaciones de la Universidad de Cádiz habían identificado y excavado una habitación con todos los restos del mobiliario abandonados en su interior, la denominada “Casa de la Pilastra” en la zona norte del yacimiento: el abandono de la misma se había situado en torno al 100/75 a.C. 101, que ahora tendemos a relacionar con este mismo abandono generalizado del Barrio Oriental de Tamuda, que también afectó a la zona norte del yacimiento.
- 102 Bernal Casasola et alii 2014, p. 200-201, fig. 11.
- 103 Los primeros resultados del estudio de estos contextos serán presentados en la 31st edic (...)
76Entre las perspectivas de trabajo, indicar que actualmente se está procediendo al estudio en detalle del mobiliario aparecido como resultado de la destrucción del Barrio Oriental: un contexto excepcional con más de 50 objetos completos delimitados macro-espacialmente, mayoritariamente ánforas de transporte. De todo ello la línea de trabajo más interesante que ha emergido de su caracterización preliminar es la relacionada con las ánforas de producción local/regional mauritana. Manufacturas alfareras que ya demostramos en otro lugar que existían, gracias al hallazgo de defectos de cocción de ladrillos y especialmente de un cuello de ánfora de la serie 7 (tipo T-7.4.3.3) totalmente deformado, además del horno alfarero mauritano ya citado, aparecido en la campaña de 2012 102. En las campañas de 2016, 2017 y 2018 se han recuperado varios envases completos cuya pasta cerámica apunta a una producción local-regional. En la figura 20 presentamos dos ejemplos: un envase inspirado – pensamos – en las Dr. 1 a tenor de las características de la boca, pero con asas menos desarrolladas, corto cuello y cuerpo piriforme, que preventivamente tendemos a denominar ovoides mauritanas (fig. 20 A), con todas las reservas oportunas; así como ánforas de tipo obús, claramente emparentables con la Serie 7 de Ramon, con cortos pivotes no cilíndricos – alejados pues de la serie 7.4 o 7.5 – inspirados posiblemente en el tipo centro-mediterráneo T-7.2.1.1 (fig. 20, B). Sobre este aspecto se está trabajando en la actualidad, de cuyo estudio se derivarán interesantes inferencias en los próximos años para el conocimiento de las producciones anfóricas mauritanas y los productos en ellas transportados 103.
Fig. 20: Detalle de las ánforas de producción local/regional, tanto una posible ovoide mauritana (A: no 31) como un envase de la Serie 7 (B: no 32)
77Incidir, asimismo, en la importancia de la constatación del foso del campamento romano. Se trata de una hipótesis bastante probable, que habrá que desarrollar en futuros trabajos de campo. Constituye un uallum de notable entidad, del cual se ha documentado una fossa amplia (con al menos 3 m de profundidad), de la cual se ha identificado el talud oblicuo exterior. Es posible que el mismo se localice rodeando tres de los laterales del campamento menos aquel orientado hacia el curso del río Tamuda. Lo cual explicaría la total ausencia de estructuras mauritanas alrededor del castellum, en torno a un perímetro de al menos 20 m de separación.
- 104 En la última campaña en enero de 2018 se ha realizado una nueva topografía del (...)
78La continuidad de las actividades arqueológicas se plantea como muy conveniente en los próximos años para poder ultimar el estudio de los materiales aparecidos y el afianzamiento de las propuestas incluidas en estas páginas 104.