A plena luz del día. El golpe de Estado del general Primo de Rivera (1923)
Antonio Robles Egea (ed.), A plena luz del día. El golpe de Estado del general Primo de Rivera (1923), Granada, Editorial Universidad de Granada, 2023. 340 pp.
Texte intégral
1En septiembre de 1923, hace ahora un siglo, Miguel Primo de Rivera llevó a cabo un golpe de Estado que tendría un enorme impacto en el devenir del siglo XX en España. La obra aquí reseñada toma su título de las palabras del dictador pronunciadas en 1930: “no hemos conspirado, hemos recogido a plena luz y ambiente el ansia popular y le hemos dado algo de organización, para encauzarla a un fin patriótico exento de ambiciones”, inaugurando un liderazgo populista de nuevo cuño. El golpe, sostiene Antonio Robles en la Introducción a esta obra, “representa el vórtice del huracán que recorrerá España, girando sobre sí misma, durante más de cincuenta años, de la dictadura a la democracia y de ésta de nuevo a la dictadura”. Más tarde el “torbellino se había eclipsado temporalmente”, y permitió la relativa calma de la transición a una nueva democracia (que ya no tuvo los problemas que arrastró el periodo de la Restauración anterior a 1923, e incluso la II República: contradicción, falta de armonía...).
2Por tanto, se hace necesario el análisis como el realizado en este libro de autoría compartida de los hechos en un momento de cambio de rumbo, y la interpretación de los círculos concéntricos causados por el nuevo derrotero. Esta obra aborda el antes y el después cercanos, sin renunciar al estudio de hechos y procesos anteriores y posteriores a 1923, ya que el consenso académico ha dejado de considerar la Dictadura de Primo como un mero paréntesis entre Monarquía y República.
3Demetrio Castro analiza los antecedentes biográficos de Miguel Primo de Rivera, enlazando con su posterior deseo de redención. La imagen de crápula, como la proyectada por Blasco Ibáñez, resulta difícil de demostrar. En realidad, sostiene Castro, esa imagen enlazaría con la crítica de los tíranos desde la Antigüedad, representados como depravados morales. De los escritos y discursos de Primo pueden extraerse elementos que se hicieron evidentes durante la Dictadura, como el patriotismo, la defensa de la monarquía, y el pensamiento regeneracionista (escuela, despensa, erradicación del caciquismo, crítica de los grupos dirigentes). También la observancia del principio de autoridad, y la soberanía del Estado sobre todos los organismos y poderes. Y un plan de recuperación de Gibraltar, permutando por la plaza de Ceuta. En última instancia, lo que preconizaba era el abandono del Protectorado.
4El gobierno de Concentración Liberal liderado por García Prieto mostró que el ciclo democratizador se agotaba en España, en favor de respuestas autoritarias a los conflictos. Entre tradición y modernidad, el Estado liberal evidenció carecer de legitimidad, dejando de ser percibido como un sistema político eficaz y eficiente, e incapaz de integrar demandas sociales contradictorias y antagónicas. No solo en España: entre 1919 y 1939 la alternativa autoritaria y dictatorial de carácter tradicional, con voluntad desarrollista, emergió como respuesta a los retos de la modernización en una gran parte del mundo.
- 1 Francisco Alía Miranda sostiene una tesis opuesta: «todos los indicios apuntan a que el Rey colabor (...)
5Esa crisis, manifestada en España en el declive de la Restauración, es analizada por Roberto Villa, centrado en tres preguntas. En primer lugar, determinar el papel del rey en el golpe. La interpretación dominante aún hoy describe el golpe como la subversión de unos generales palatinos, en connivencia con el Rey, para frenar la investigación sobre Annual, cuyas responsabilidades alcanzarían al propio monarca. Villa sostiene que el Rey intentó otras soluciones, y que no participó en, ni conoció los preparativos de la sublevación.1 La segunda cuestión trata de aclarar si el golpe fue obra personal de Primo de Rivera, o del conjunto del Ejército. La indefinición del proyecto de los militares sublevados permitió convertir un movimiento colectivo de las Fuerzas Armadas en una dictadura de carácter personal. Por último, Villa se pregunta si los protagonistas eran conscientes de estar ante un auténtico cambio de régimen. Más que un pronunciamiento, se trataba de un auténtico golpe de Estado, una conquista del Poder aceptada -con diversos grados de entusiasmo- por las élites militares y políticas. Un verdadero momento de cambio de época.
6Barcelona y Cataluña ejercían una posición de centralidad en la política española del momento, por dos cuestiones combinadas: la social y la territorial. En Barcelona se manifestaban de manera extrema los componentes de la crisis nacional e internacional del liberalismo. Pionera en el cuestionamiento del modelo de organización del Estado, en un sindicalismo altamente organizado, y en un “trabado polo contrarrevolucionario decidido a domeñar la amenaza revolucionaria”. En ese contexto emergió el Madrid recelado por los líderes catalanistas, “convertido en categoría política en sí mismo”. Ángel Duarte indaga en cómo Cataluña estuvo presente en el golpe. La gangrena -nacionalismo catalán, rebeldía social obrera- debía tratarse mediante amputaciones y cirugía de derivación -nacionalismo español, corporativismo. El ideal de eficacia sustituía al ideal de ley. El apoyo a Primo que mostró inicialmente un sector relevante del nacionalismo se fue diluyendo.
7Manuel Menéndez señala la división existente entre los intelectuales, que tenían un papel creciente en la cultura de masas desde el caso Dreyfus. La tolerancia pasiva inicial, compartida con el resto de la sociedad, cambió a partir de 1925. A favor del dictador se mostraron Azorín, Maeztu, y en contra sobre todo Unamuno, y también Azaña, Blasco Ibáñez, de los Ríos, Marañón, Pérez de Ayala. Por su parte, Ortega mantuvo una posición tibia, no crítica. Estaba revisando su liberalismo, invocado “como nacional y democrático, y que pasa de ser abierto, proyectivo y universalista (…) a clausurarse sometido a un análisis historicista que explicaría negativamente el presente y llamaría a la reconstrucción nacional en clave espiritual y a través de un nuevo sujeto político”. La generación del 14 estuvo en silencio y desubicada, mientras que los del 98 tomaron partido inmediatamente, a favor o en contra, comprometiendo el resto de su vida. Este capítulo es de gran interés, aunque presenta algunos problemas en su redacción (pp. 176, 182, 185, 186).
8Por su parte, el socialismo español formuló inicialmente una posición neutral respecto al golpe, en la línea moderada y posibilista/evolutiva establecida por Pablo Iglesias anteriormente. Como demuestra Antonio Robles en su capítulo, después los líderes (con algunas excepciones) de UGT y PSOE se adaptaron a la nueva legalidad, llegando a la participación en instituciones de la Dictadura. A la hora de definir la naturaleza de la relación del socialismo con la Dictadura, la historiografía ha hablado de “colaboración”, “intervención”. Robles considera más precisa la “incorporación”. Esta táctica de éxito contrasta con el radicalismo de CNT/FAI y PCE, desarbolados por la represión policial. Sin embargo, las tensiones existentes históricamente dentro del PSOE se mantuvieron, apareciendo además nuevas divergencias ideológicas y tácticas: reforma (Prieto, crítico con la incorporación a la Dictadura junto a de los Ríos), centro (Besteiro), revolución (Largo).
9El análisis del fascismo y su recepción debe abordarse con una metodología comparativa. Esa es la tesis de Manuelle Peloille, que compara el golpe de Primo con la ascensión de Mussolini en Italia desde una perspectiva transnacional y transatlántica. El general y el exsocialista personificaron la voluntad de detener el avance de las fuerzas obreras, alentadas por el éxito de la revolución soviética y por la conflictividad social. Sin embargo, el modo de responder a lo que era percibido como un peligro en determinados sectores de la sociedad, fue diferente. En Italia se optó por los nuevos métodos de la movilización de las masas, mientras que en España el problema se abordó con el tradicional pronunciamiento militar, aunque con la novedad de la toma del poder por el propio ejército. Esa tensión entre lo nuevo y lo viejo, entre modernidad y tradición, caracterizó el ascenso del fascismo y su interacción con las otras derechas en todo el mundo. En España el interés por el fascismo fue escaso y no existían las condiciones para que arraigara: el movimiento obrero estaba dividido y no representaba una amenaza, el militarismo dominó el régimen, como puede verse en el tamaño reducido del somatén en comparación a los fasci en Italia.
10Manuela Ortega y Santiago Delgado abordan el proyecto de modernización democrática, incluyendo a la Monarquía, que el Partido Reformista trató de llevar a cabo con el gobierno de concentración liberal de García Prieto. El foco está en su líder Melquiades Álvarez, y en Manuel Azaña. Azaña, Giral y Pérez de Ayala vieron tibieza en Álvarez, rompiendo con el líder de su partido. El reformismo defendió en sus orígenes la accidentalidad en las formas de gobierno. Para Azaña, esa estrategia era válida en 1913 para implementar su programa político -autonomía regional, libertad sindical, libertad religiosa, supremacía del Parlamento, democratización del Ejército. En 1923 ya no lo era, ninguna propuesta fue asumida por los diferentes gobiernos. La Monarquía española no era compatible con las instituciones liberales. El golpe, y el apoyo del rey al mismo, acabaron con las esperanzas de democratización de la Restauración. Azaña se hizo republicano y se radicalizó respecto a la cuestión social, lo que propició una colaboración más estrecha con socialistas moderados (Prieto, Besteiro, de los Ríos).
11La transición de la Monarquía liberal- oligárquica a la Monarquía dictatorial en la esfera local en el contexto de una crisis denominada “esférica” por afectar a todos los aspectos de la vida pública, es analizada por Álvaro López y Roque Hidalgo en un caso de estudio. En Granada puede observarse la atonía y el indiferentismo general de la masa neutra frente a la política institucional último trienio de la Restauración en Granada, en claro contraste con el trienio 1917-19, con protagonismo entonces de las clases populares. El cuerpo político se desplazó hacia otras esferas de interés, ahora por iniciativa de las clases medias, a la altura de 1923.
12En suma, esta obra colectiva contribuye a “construir o reconstruir las memorias históricas e historiográficas de una manera plural”. La tarea de identificar a los diferentes actores es resuelta con éxito, destacando matices, debates, contradicciones y divisiones dentro de los mismos: Monarquía y partidos monárquicos, militares, intelectuales, reformistas y republicanos, catalanismo, movimiento obrero, e incluso dentro del socialismo. No obstante, se echa en falta un índice alfabético, que haría aún más útil esta obra. Son también valiosas las referencias al impacto de, e imbricación con la esfera internacional: la crisis del liberalismo de entreguerras, la expansión de las corrientes antiparlamentarias, la revolución soviética, el ascenso del laborismo británico, la toma del poder por Mussolini y el impacto del fascismo.
Notes
1 Francisco Alía Miranda sostiene una tesis opuesta: «todos los indicios apuntan a que el Rey colaboró por acción y por omisión en el golpe. No era casualidad que los conspiradores fueran amigos suyos» : Francisco Alia Miranda, La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), Madrid, Catarata, 2023. Citado en «13 de septiembre de 1923: el golpe de Primo de Rivera», La Aventura de la Historia, 299, septiembre de 2023, 16-21.
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Référence électronique
Carlos Sánchez Fernández, « A plena luz del día. El golpe de Estado del general Primo de Rivera (1923) », Cahiers de civilisation espagnole contemporaine [En ligne], 31 | 2023, mis en ligne le 26 février 2024, consulté le 07 février 2025. URL : http://journals.openedition.org/ccec/16977 ; DOI : https://doi.org/10.4000/ccec.16977
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