Poder, prestigio y propaganda: los cántabros de Cuba y la revista La Montaña
Résumés
Les Cantabres qui ont émigré à Cuba entre la fin du XIXe siècle et le début du XXe siècle sont devenus l’une des principales communautés espagnoles de l’île. Conformément à leur pouvoir, ils ont décidé de créer une revue qui mettrait en valeur leur position sociale éminente et qui, en même temps, diffuserait les nouvelles de leur terre d’origine. Le résultat de ce processus fut La Montaña, publiée à La Havane entre 1915 et 1954. La revue a permis aux montañeses cubains d’exercer une grande influence dans la province de Santander, et son caractère cubain en a fait une exception. Cet article analyse le développement de La Montaña ainsi que les principales personnalités qui l’ont dirigée ou qui y ont collaboré, tout en soulignant sa nature propagandiste et l’idéologie conservatrice qui accompagnait sa ligne éditoriale. L’objectif est de jeter les bases d’une recherche future qui nous permettra d’approfondir l’histoire de la publication et l’étude de son impact.
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1Entre 1915 y 1954, La Montaña fue la cabecera de referencia de los montañeses emigrados a Cuba. Gracias al poder de este grupo de emigrados, al tratamiento de los temas regionales que en ella se dieron y a su concepción moderna, la revista es una fuente historiográfica de enorme interés que ha sido utilizada de manera reiterada en los estudios sobre la historia de Cantabria y de sus comunidades de emigrados. El carácter particular de la publicación, ajena a las industrias periodísticas que se estaban conformando en las décadas de 1920 y 1930, implicó que siempre se mantuvo en manos de indianos montañeses, aun cuando el grupo en su conjunto sufriese cambios internos.
- 1 Rosario Fuente Prieto, Milagros García Olmedo, María Teresa González González y Pablo Susinos Rada, (...)
2Pese a su valor incontestable como fuente para el estudio de los montañeses de Cuba y de las influencias e intercambios culturales ultramarinos, carecemos de una colección completa de ejemplares de La Montaña en repositorios españoles. La que más volúmenes conserva es la albergada en la Biblioteca Municipal de Santander, con número de registro 600 y de signatura topográfica R. 1991. Dicha colección ha sido microfilmada y alojada en la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, lo que facilita su consulta y difusión. No existen otras colecciones ni en bibliotecas públicas de Cantabria ni en otras bibliotecas de ámbito nacional, por lo que suponemos que los números restantes podrían encontrarse, de haberse conservado, en la propia Cuba. La ausencia de algunos números dificulta conocer el posicionamiento de la revista en momentos clave, como su primer mes y medio de existencia o las semanas inmediatamente posteriores a la proclamación de la Segunda República.
- 2 José Simón Cabarga, Historia de la prensa santanderina, Santander, Centro de Estudios Montañeses, 1 (...)
- 3 José Ramón Saiz Fernández, 75 años de Historia de la Asociación de la Prensa, 1914-1989, Oviedo, Ri (...)
- 4 Natalia Tielve García y José Manuel Prieto Fernández del Viso (coords.), La prensa de la emigración (...)
3Otro de los problemas en lo que al estudio de la revista se refiere es la escasa atención que le han prestado los historiadores dedicados al estudio de la prensa montañesa, aun cuando las referencias obtenidas de La Montaña son comunes en buena parte de los trabajos sobre la primera mitad del siglo XX en Cantabria. En las recopilaciones de cabeceras de prensa montañesas del periodo en el que se editó La Montaña no aparece la revista, lo que puede explicarse por su consideración de publicación cubana. Lo que parece menos lógico es la ausencia de referencias a la misma, dado el impacto que tuvo en su momento, y es que no hay ninguna mención ni en la recopilación que José Simón Cabarga publicó en la década de 1980 ni en la dedicada a la prensa cántabra durante la Guerra Civil elaborada por Jesús Francisco Gutiérrez Goñi y Miguel Ángel Solla Gutiérrez2. Aparte de estas dos recopilaciones, el estudio que más se acercó a la revista es la monografía de José Ramón Saiz Fernández sobre la Asociación de la Prensa de Santander3. Esta situación contrasta con otras regiones, como Asturias, donde sí existen estudios monográficos sobre la prensa editada por las comunidades de emigrantes en América4.
El porqué de la revista
- 5 María Antonia Marqués Dolz, «Capital interno e industrias menores en Cuba (1880-1920)», Tiempos de (...)
4Durante el siglo XIX, los españoles emigrados a Cuba controlaron la práctica totalidad de la economía e instituciones de la isla. Su composición interna no fue, sin embargo, homogénea, y fue cambiando progresivamente. A los canarios, catalanes y vascos que destacaron durante los dos primeros tercios de la centuria les sucedieron gallegos, asturianos y montañeses, quienes, pese a la pérdida de soberanía española en 1898, siguieron detentando una posición privilegiada en la nueva Cuba independiente. En las primeras décadas del siglo XX estos emigrantes siguieron controlando buena parte de la economía y, hacia 1927, cerca del 45% de la industria se encontraba todavía en sus manos5. El poder económico se tradujo de nuevo en poder político y capacidad de influencia, lo cual fue potenciado deliberadamente a través de la prensa. Hay que tener en cuenta que los montañeses se organizaron para proteger su estatus en la isla, fomentar sus negocios y extender su influencia política, pero al mismo tiempo tuvieron que enfrentarse al hecho de que parte de sus familias e incluso algunos de sus socios retornaron a la Provincia de Santander. A diferencia de los indianos que abandonaron Cuba en el último tercio del siglo XIX y continuaron sus negocios en España, los que permanecieron en América no gozaban del mismo prestigio en su tierra de origen. Este fue uno de los motivos que condujeron a la creación de una revista que les permitiera prodigarse entre sus paisanos, más allá de sus familias. Para ello tomaron los conocimientos que habían adquirido en sus respectivos negocios y los que llegaban de los Estados Unidos.
- 6 Consuelo Soldevilla Oria, La emigración de Cantabria a América. Hombres, mercaderías y capitales, S (...)
- 7 Ibid., p. 200.
5El surgimiento de La Montaña se encuadra, pues, dentro de la actividad asociativa de los indianos montañeses de Cuba, siguiendo la tradición de instituciones como la Sociedad Montañesa de Beneficencia (1883) y de cabeceras como El Eco Montañés (1887-1914). Esta revista fue durante casi tres décadas el órgano de prensa de los montañeses, con carácter cuasi oficial desde 1900, año en el que Ezequiel Iturralde González cedió su propiedad a la Sociedad Montañesa de Beneficencia para que sirviese como instrumento de propaganda de los intereses montañeses en la isla6. En 1910 apareció La Voz Montañesa (1910-1914), revista con la cual rivalizó El Eco Montañés durante un breve periodo de tiempo antes de la desaparición de ambas, aunque lamentablemente poco se sabe de la trayectoria de una y otra. Con todo, La Montaña se corresponde con actividades asociativas de nuevo cuño, más modernas, precediendo al Centro Montañés de La Habana (1920), una institución creada a imagen y semejanza de los clubes norteamericanos. En este periodo, como en décadas anteriores, la importancia de reconocerse como un colectivo y perpetuar los elementos identificativos se manifestó también en otras latitudes. Las revistas de las colonias montañesas de México y Buenos Aires, por ejemplo, también se titularon La Montaña7.
- 8 Jesús Timoteo Álvarez y Ascensión Martínez Riaza, Historia de la prensa hispanoamericana, Madrid, M (...)
- 9 Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera y Consuelo Soldevilla Oria, Arquitectura de los indianos en Ca (...)
- 10 Enrique Rodríguez Pereda, «Ramón Pelayo de la Torriente en su contexto: revisitando la vida y obra (...)
6De este modo, la prensa se convirtió en una herramienta más para afianzar su prestigio y poder en una sociedad cambiante en la que los españoles no eran ya un grupo privilegiado por su origen, sino que entraron en competencia con la élite económica cubana y con los intereses de los Estados Unidos. Un ejemplo es el del industrial Emeterio Zorrilla Bringas (1848-1920), natural del Valle de Ruesga. Zorrilla participó en el comercio, la banca, las industrias azucareras y energética y, además, fue presidente de la empresa propietaria del Diario de la Marina, el periódico más prestigioso de Cuba8. El Diario, de tendencia conservadora, ejerció como portavoz de los intereses de los industriales españoles, y difundió como propaganda las obras de filantropía que estos realizaron tanto en Cuba como en España. Otro ejemplo de este tipo de empresario es el de Laureano Falla Gutiérrez (1859-1929), quien comenzó en la industria azucarera y tabacalera, pasando posteriormente a los sectores papelero, eléctrico y de los seguros. Dentro de Cuba destacó como un hombre activo en las organizaciones asociativas españolas y montañesas, pero además estuvo relacionado con los presidentes de la República a través de sus negocios azucareros y de su cuñado, secretario del presidente Gerardo Machado9. Falla fue además un destacado promotor de las causas benéficas en Cuba y en su Cantabria natal, las cuales se encauzaban a través del Centro Montañés y, a partir de este, fue uno de los impulsores de la creación de una revista propia para la colonia montañesa. La filantropía fue una de las actividades más destacadas de los indianos españoles, y el caso de Cantabria no fue diferente. La promoción de las obras filantrópicas constituía, además, un reconocimiento social y un acto de publicidad inequívoco. La concesión del marquesado de Valdecilla a Ramón Pelayo de la Torriente en 1916 es quizá el mejor ejemplo de la promoción de estos actos, máxime cuando Pelayo tuvo una relación muy cercana con la prensa y los periodistas10.
- 11 Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera y Consuelo Soldevilla Oria, Arquitectura de los indianos en Ca (...)
- 12 La Montaña, 10 de octubre de 1923.
7Zorrilla y Falla destacan por su preminencia en la Cuba de la época, pero el grupo que fomentó la creación de la revista comprendió a las diferentes directivas del Centro Montañés y otros empresarios que, a falta de mayores estudios, no podemos enumerar en su totalidad. Estos montañeses no redujeron su actividad a los negocios, sino que algunos de ellos también se adentraron en el mundo de la cultura. El laredano Francisco Basoa Marsella publicó poesías, relatos y fomentó el intercambio de obras y escritores entre Cuba y la Montaña. Basoa fue presidente de la sociedad minera de cobre Cobo y Basoa, cuyo vicepresidente era Celedonio Alonso Maza, y ambos participaron en La Montaña, el primero como redactor y el segundo como administrador11. En la sociedad minera también participaron otros montañeses como Enrique Gancedo Toca, protagonista de La Montaña en las décadas de 1940 y 1950. El fomento de las artes y las letras fue un interés común de los montañeses en ambos lados del Atlántico, en un momento de efervescencia cultural en la Provincia de Santander. Las iniciativas llevadas a cabo en su tierra natal fueron promocionadas e incluso sufragadas por los montañeses de Cuba, lo que favoreció el intercambio de ideas y estilos entre América y España más allá del ámbito cubano, con iniciativas como los Juegos Florales Hispanoamericanos celebrados en Santander en agosto de 192312.
- 13 La Montaña, 12 de febrero de 1916.
- 14 José Ramón Saiz Fernández, 75 años de Historia…, op. cit., p. 10.
8Aparte del impulso de los montañeses de Cuba, es necesario destacar que la prensa de la Provincia de Santander estuvo siempre interesada por las noticias provenientes de América, especialmente de aquellos lugares en los que las colonias montañesas eran abundantes. El principal periódico santanderino, El Cantábrico (1895-1937), mantuvo corresponsales en varias repúblicas americanas y secciones temáticas dedicadas a la emigración y a las colonias montañesas. El periódico creó en 1912 una sección titulada «Crónicas Cubanas», y sus corresponsales en Cuba participaron en la creación y desarrollo de La Montaña. La vinculación entre La Montaña y El Cantábrico es clara. No sólo por la relación de su director y algunos de sus principales directivos, redactores y colaboradores con el periódico cántabro, sino también por la preeminencia de la figura de su director, José Estrañi, entre los periodistas montañeses. Sin ir más lejos, en uno de los primeros números de La Montaña se publicó una de las «pacotillas» que tan famoso hicieron al director de El Cantábrico en Santander13. A resultas de esfuerzos dirigidos por El Cantábrico y auspiciados por otros periódicos regionales, el 13 de abril de 1914 se fundó la Asociación de la Prensa de Santander, con participación de algunos periodistas que habían vivido en América14. Algunos indianos enriquecidos en Cuba, como el marqués de Valdecilla, apoyaron activamente la creación de dicha Asociación y contribuyeron a su financiación durante los primeros años de andadura, lo que les granjeó no pocos elogios en la prensa y la cercanía del mundo periodístico santanderino.
- 15 Consuelo Soldevilla Oria, La emigración de Cantabria…, op. cit., p. 200-201.
- 16 Salvador García Castañeda, Los montañeses pintados por sí mismos. Un panorama del costumbrismo en C (...)
9Estas iniciativas pueden considerarse un intento de atenuar la problemática que constituyó la emigración de los jóvenes montañeses a América, un asunto de debate en Cantabria. La prensa se posicionó en contra, al considerarla una pérdida de capital humano, y aunque las noticias provenientes de Cuba, México o Argentina gozaban de gran popularidad y difusión, la emigración no dejó de considerarse como una lacra que lastraba la prosperidad de una región que competía económicamente con las vecinas Asturias y Vizcaya15. Al mismo tiempo, no se puede obviar que los indianos no fueron bien acogidos en su tierra natal durante el siglo XIX, en parte por el escaso conocimiento sobre la realidad americana entre la población peninsular y dada la disparidad en el retorno: aquellos que atesoraron una gran fortuna fueron recibidos con admiración y recelo, como nuevos ricos; los que regresaron con la misma riqueza con la que fueron eran motivo de burla16. Estos prejuicios permanecieron en la cultura popular y tuvieron su reflejo en la prensa y la literatura, generando una respuesta orientada a contrarrestarlos.
Los primeros años (1915-1931)
- 17 Salvador García Castañeda, Los montañeses…, op. cit., p. 244.
- 18 Ibid., p. 31.
10En la última semana de 1915 apareció en La Habana la revista La Montaña: revista semanal de la colonia montañesa. La publicación, de carácter semanal, contaba con una portada ilustrada con una fotografía de carácter costumbrista, seguida de la cabecera y los diferentes textos. Destaca en sus inicios por contar con un par de páginas de anuncios al final, que progresivamente irían alargándose y, unos años después, ocupando también un espacio entre la portada y la cabecera. La revista no tuvo un carácter político, y durante los primeros siete años ni siquiera se puede percibir una orientación definida más allá de la defensa de los intereses regionales y la preocupación por la prosperidad de los montañeses a ambos lados del Atlántico. Y es que, a diferencia de las élites santanderinas, de carácter conservador, los indianos se inclinaron por lo general hacia un «aperturismo moderado» que los situó por defecto en posiciones más progresistas o avanzadas que las defendidas por la conservadora burguesía santanderina, optando por la modernización económica y social17. Su contenido se orientó a las noticias e informaciones sobre pueblos y valles, destacando aquellos de donde procedían los montañeses más ricos de Cuba, y textos literarios o históricos de tipo costumbrista. Estos textos gozaron de una enorme popularidad entre los montañeses, pues en el contexto cántabro se produjo un «escaso interés por el modo de ser y de vivir de las clases media y alta, bastante más por el de la gente de mar y muy grande por el de quienes vivían en el campo»18. La firma de las principales figuras de la literatura regional convierte a La Montaña en una publicación muy especial, no ya por la colaboración de figuras de ámbito nacional como el periodista José Ortega Munilla o la laureada novelista Concepción Rodríguez-Espina García-Tagle (Concha Espina), sino también por la contribución de escritores como Juan González Campuzano (Juan Sierrapando), Manuel Llano Merino, Julio García de la Puente, Julio Amber Arruza, Mariano de la Lastra Aramberry, Víctor de la Serna o Alfredo Wünsch Cantero.
- 19 José Ramón Saiz Fernández, El Cantábrico. Un periódico republicano entre dos siglos (1895-1937), Sa (...)
- 20 José Manuel Fuentevilla, Los montañeses en Cuba, La Habana, Tipografía de A. Álvarez y Cía., 1893, (...)
- 21 La Montaña, 30 de noviembre de 1918.
- 22 La Montaña, 31 de marzo de 1928.
11El primer director fue José Manuel Fuentevilla, a quien acompañó en la administración Celedonio Alonso Maza. José Manuel Fuentevilla (1876-1918), periodista procedente de Torrelavega, dirigió La Juventud en dicha ciudad y formó parte de la redacción de la revista de los montañeses de Cuba, El Eco Montañés, cuando a comienzos de la década de 1890 emigró a la isla. Allí continuó ejerciendo la profesión periodística, siendo corresponsal de varios diarios y, desde su aparición en 1895, del principal periódico santanderino, El Cantábrico, primero en Torrelavega y desde 1912 en La Habana, encargándose de la sección «Crónicas Cubanas» que, como ya se ha señalado, permitió al diario destacar como uno de los periódicos españoles con mayor conexión con Cuba19. Bajo el seudónimo que usó con frecuencia, Manuel Morphy, en 1893 publicó Los montañeses en Cuba, una obra destinada a retratar «con la debida fidelidad tanto hecho glorioso que la Isla de Cuba debe á los nombres hijos de Cantabria»20. Fue uno de los impulsores de la Asociación de la Prensa de La Habana, fundada en 1904, y vicepresidente de la misma desde 1914 hasta su fallecimiento en 1918. En un elogio de su figura tras su muerte, la periodista y escritora Eva Canel le ensalzó como un católico de profundas convicciones21. Celedonio Alonso Maza, por su parte, emigró a Cuba de niño y allí estudió farmacia, creando un emporio comercial farmacéutico y destacando como miembro de la Asociación de Dependientes del Comercio de La Habana22. La administración de la revista se instaló en la casa de Alonso Maza, en la habanera calle de Amargura, número 44.
- 23 Diario de la Marina, 5 de diciembre de 1915.
- 24 María Cruz Seoane Couceiro y María Dolores Saiz García, Historia del periodismo en España. 3. El si (...)
- 25 Julio García de la Puente, La Colegiata de Cervatos, Bilbao, Vulgarización Artística, 1915.
12El Diario de la Marina saludó la aparición de La Montaña con un elogio de su cuidada composición y su factura «de revista europea», destacando las numerosas imágenes insertas en su interior23. La revista nació en un momento de conflicto bélico en el que la comunicación entre América y España se vio afectada por las interrupciones en las comunicaciones y la intercepción de los cables ultramarinos. Una de las novedades que aportó la renovación de la prensa producida tras el estallido de la Primera Guerra Mundial fue la generalización de las fotografías, que dejaron de ser un recurso eventual para aparecer de manera continua en periódicos y revistas24. En el caso que nos ocupa su protagonismo es claro. La fotografía no sólo servía para ilustrar las noticias y artículos que se publicaban en La Montaña, sino que contaba con otros muchos usos. Algunos indianos, por ejemplo, eran aficionados a la fotografía e incluyeron instantáneas propias tomadas en la Provincia de Santander, que se alejan de los posados habituales y nos permiten apreciar escenas familiares, labores agrícolas, paisajes de pueblos y villas e incluso actividades como las nuevas industrias. Entre los colaboradores de la revista se puede destacar a Alfredo Wünsch Cantero, aficionado a la fotografía, y a Julio García de la Puente, que la convirtió en su modo de vida y gozó de enorme popularidad con las estampas de su Campoo natal25.
- 26 José Javier Sánchez Aranda y Carlos Barrera del Barrio, Historia del periodismo español: desde sus (...)
- 27 La Montaña, 27 de enero de 1917.
13La Primera Guerra Mundial, sin embargo, enrareció el ambiente en España, que se declaró neutral, y en Cuba, que mantuvo la misma neutralidad hasta la entrada de los Estados Unidos en el conflicto en abril de 1917. En ambos países los partidarios de uno y otro bando se enfrentaron dialécticamente en la prensa, la cual se vio afectada por la escasez de papel y la disrupción de las comunicaciones trasatlánticas, a lo que hay que sumar la censura gubernamental establecida bajo la premisa de mantener la neutralidad26. La economía cubana estaba fuertemente vinculada a la de los Estados Unidos, potencia no beligerante que, sin embargo, se encontraba más cerca del Reino Unido y Francia que de los Imperios Centrales. Los montañeses de Cuba, por lo general, favorecieron la posición neutral tanto en la Gran Antilla como en España a la par que expresaron su simpatía por los Aliados, de quienes dependían económicamente, lo que contrasta claramente con la burguesía cántabra, germanófila en su gran mayoría. A resultas de esta posición se creó en Santander un Centro Neutralista Montañés presidido por Alfredo Alday Redonet, que promovió a finales de 1917 la creación de una revista orientada a la defensa de la neutralidad española frente a los que demandaban la entrada en el conflicto junto al bando Aliado. Poco sabemos de España Neutral, que así se llamó la publicación, más allá de que en La Montaña se anunció con una escueta nota en la que se destacaba la participación en el Centro Neutralista de «numerosas personalidades montañesas»27.
- 28 Diario de la Marina, 5 de diciembre de 1915.
- 29 Consuelo Soldevilla Oria, La emigración de Cantabria… op. cit., p. 192.
- 30 La Montaña, 10 de octubre de 1923.
- 31 La Montaña, 25 de mayo de 1924.
14El fallecimiento de José Manuel Fuentevilla en noviembre de 1918 supuso el primer cambio en la dirección de La Montaña. Su sustituto fue Bernardo Solana, uno de los socios fundadores de la revista y que además era empresario tipográfico, pues fundó la Imprenta de Solana y Cía. en La Habana28. Entre ambas etapas se aprecia una continuidad, habida cuenta de que la dirección de Fuentevilla pareció responder satisfactoriamente a los intereses del grupo promotor. Las secciones, los colaboradores y la disposición interna no se alteraron sustancialmente, pudiendo reseñarse que en este periodo aumentó el peso de algunos indianos con vocación literaria, como Francisco Basoa. Y es que, redundando en lo anteriormente dicho, la faceta cultural de la revista fue uno de sus principales pilares y destaca en este periodo. La labor más importante, por su impacto, fue el apoyo a artistas montañeses consolidados y noveles. A la novelista Concha Espina la dirección le compró cientos de ejemplares de sus obras para distribuirlos entre los montañeses de Cuba, y en 1926 La Montaña lideró una campaña de recaudación de fondos para la construcción de un monumento a la escritora en Santander29. Algunos de los literatos más importantes de la primera mitad del siglo XX en Cantabria comenzaron su andadura colaborando con la revista, como fue el caso de Manuel Llano, el creador de la mitología cántabra, o de Francisco Cubría, escritor costumbrista muy popular a mediados de siglo. Los Juegos Florales Hispanoamericanos, por su parte, fueron una iniciativa puramente indiana que pretendió vincular la ciudad de Santander con las Repúblicas Latinoamericanas y posicionar a la capital cántabra en el liderazgo cultural español30. También se celebraron exposiciones de artistas montañeses, como el joven Ricardo Bernardo, que amplificaron su figura y les permitieron alcanzar a un público anteriormente vedado, deseoso de adquirir cuadros de temática costumbrista e influyendo directamente en el fomento de ese estilo artístico en la Provincia de Santander31.
15Pero si hasta entonces los cambios políticos de Cuba no afectaron a la línea editorial de la revista, la cual se centró en sus iniciativas culturales, el cambio de régimen en España sí que lo hizo. El 13 de septiembre de 1923 el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, lideró un Golpe de estado que liquidó el sistema de la Restauración. Presentándose como un líder circunstancial orientado a dirigir la regeneración de España, Primo fue recibido con simpatía e indiferencia, sin grandes resistencias. La Montaña dedicó el número inmediatamente posterior al golpe a resumir la temporada veraniega en Santander, jalonada por eventos como los Juegos Florales, pero un mes más tarde se adhirió al movimiento:
- 32 La Montaña, 10 de octubre de 1923.
Caigan las figuras gastadas, impopulares, y surja, después de la depuración, un gobierno democrático, representante genuino del pueblo que trabaja y produce, volviendo a ser España la nación respetada en el concierto universal y entrando por una senda de prosperidad y bienestar jamás soñada. Esa es la aspiración de los españoles residentes en América, que vuelven los ojos a su suelo amado en estos momentos de prueba32.
- 33 José Javier Sánchez Aranda y Carlos Barrera del Barrio, Historia del periodismo…, op. cit., p. 177.
- 34 La Montaña, 23 de marzo de 1924.
- 35 La Montaña, 15 de enero de 1928.
16En diciembre de 1923 Bernardo Solana abandonó la dirección de la revista, haciéndose cargo de la misma Francisco Basoa unos meses más tarde, en marzo de 1924. Éste tuvo que hacer frente a una nueva situación, de cambios en la Provincia de Santander, pues la Dictadura estableció una censura previa inédita hasta entonces, lo que generó un rechazo profundo en el mundo periodístico y aceleró el desencanto con un régimen que en teoría había nacido para llevar a cabo una labor regeneradora de carácter temporal. Las cabeceras que se excedieron de los límites considerados permisibles por el Gobierno fueron multadas, y todas estaban obligadas a publicar las notas oficinas que las autoridades del Directorio remitían33. Como revista cubana, La Montaña no estuvo sometida a la censura previa, por lo que pudo manifestar tempranamente su desencanto con la Dictadura sin temor a represalias o la interrupción de las actividades. Con motivo del encarcelamiento de las autoridades del Ayuntamiento de Valderredible, entre ellas el cacique conservador del valle y el secretario municipal, la revista criticó la publicidad que se dio a la actuación dado su carácter parcial y la selección del municipio como caso ejemplarizante cuando en muchos otros puntos de la geografía regional las estructuras caciquiles apenas habían sido alteradas34. Esta posición, compartida por la prensa santanderina, fue defendida con vigor dentro del pretendido carácter apolítico de los textos publicados. En actuaciones concretas, se llegó a acusar a la Diputación provincial de priorizar la construcción de una sede institucional por delante de la Casa de Salud propuesta por el marqués de Valdecilla, y se hablaba directamente de «tingladillo provincial»35.
- 36 José Ramón Saiz Fernández, El Cantábrico…, op. cit., p. 560.
17Representando los profundos cambios que se estaban viviendo en la comunidad montañesa de Cuba y en la Provincia de Santander, Basoa abandonó la dirección de la revista y en noviembre de 1928 la asumió el periodista de ideología republicana Ramón Gutiérrez Zorrilla. Gutiérrez Zorrilla representa el vínculo entre la prensa montañesa y la colonia de emigrados a Cuba, pues compaginó la dirección de La Montaña con el cargo de corresponsal de El Cantábrico que ejerció desde su emigración a Cuba en 192536. Con el cambio de dirección se produjo otro en la administración, que se trasladó a la calle Compostela números 78-80, locales propiedad de la sociedad «Hermes». Manteniendo una clara continuidad con los años previos, este periodo se caracterizó, sin embargo, por el recrudecimiento de las críticas a las autoridades provinciales, acusadas abiertamente de falta de liderazgo y de legitimidad a la hora de llevar a cabo los principales proyectos de interés para la Provincia de Santander.
- 37 María Cruz Seoane Couceiro y María Dolores Saiz García, Historia del periodismo…, op. cit., p. 23.
- 38 Ibid., p. 37.
18La mejora de las comunicaciones ultramarinas y la introducción de la radio, principal competidor de la prensa escrita en la primera mitad del siglo XX, no cuestionaron el liderazgo de la revista, pues en España la información en papel siguió predominando37. Para amplias capas de la población La Montaña continuó siendo la única conexión entre Cuba y Cantabria, aun cuando su público pudiera ser reducido. Por su especialización temática, en la colonia montañesa, La Montaña ocupó un nicho bien definido tanto en Cuba como en España, pero la información que transmitió entre un país y otro fue mucho más variada. Durante las décadas de 1920 y 1930, las empresas periodísticas se fueron convirtiendo en Sociedades Anónimas e intentaron afianzar su capital38. No es el caso que nos ocupa, pues siguió en manos de un grupo de indianos que mantuvo la publicación con sus propios medios pues, es necesario recordar, la revista constituía un medio de comunicación, pero ante todo fue un instrumento de propaganda. Los ingresos por publicidad y por suscripciones quedaron relegados a un segundo plano, lo que creó una situación comprometida toda vez que la colonia montañesa fue perdiendo su influencia en el panorama cubano. Un proceso este, el de la decadencia de la colonia montañesa, iniciado a finales de la década de 1920 y acelerado en la de 1930.
La decadencia (1931-1954)
- 39 Jesús Timoteo Álvarez y Ascensión Martínez Riaza, Historia de la prensa…, op. cit., p. 181.
19Los cambios políticos que se sucedieron entre 1930 y 1933 afectaron profundamente al devenir de La Montaña. En España, la descomposición de la Dictadura y la proclamación de la Segunda República sacudieron el panorama político de la conservadora Provincia de Santander, mientras que en Cuba la reelección del presidente Gerardo Machado en 1929 inició un periodo de cuatro años de conflictos políticos e institucionales que limitaron la libertad de prensa39. Afectando a ambos se encontró la crisis económica provocada por el Crack de 1929, que paralizó la mayor parte de obras públicas e infraestructuras en construcción en Santander y que contribuyó a la decadencia de la élite montañesa en Cuba. La revista reflejó estos cambios, adoptando tintes más políticos e inclinándose abiertamente por un conservadurismo moderado. Quizá sea esta la mayor novedad del periodo, y lo que caracterice las dos últimas décadas de vida de La Montaña: la expresión sin cortapisas de la ideología de su equipo directivo, frente al régimen republicano en un inicio y respaldando a la Dictadura franquista después.
- 40 La Montaña, 15 de julio de 1931, p. 13.
20Gutiérrez Zorrilla, director desde noviembre de 1928, abandonó La Montaña a comienzos de 1931 para fundar La Tierruca, un proyecto de efímera existencia. La asunción del nuevo régimen republicano permitió a Gutiérrez Zorrilla retornar a Cantabria, por lo que puso fin a su efímera La Tierruca y la integró en la cabecera que había dirigido durante tres años pues, en su opinión, «todos somos montañeses y deben desaparecer las rencillas y odios»40. La desaparición de la única revista que rivalizó con La Montaña fue bien recibida por la dirección, que publicó la carta de despedida de Gutiérrez Zorrilla destacando el retorno al volumen de suscriptores y anunciantes que siempre tuvo. Esta actitud lleva a pensar que la división de opiniones respecto al devenir de España entre los últimos meses de Dictadura y la proclamación de la República afectó a la revista, y pese a lo afirmado por su dirección, costó algunas adhesiones. La pérdida de poder de los montañeses cubanos era ya en esta época un hecho consumado, a causa de la limitación de la emigración procedente de la Península Ibérica, y en parte también por las sucesivas crisis económicas que afectaron a españoles y cubanos por igual, quienes tuvieron que enfrentar a las grandes compañías norteamericanas en su desembarco en la isla.
- 41 La Montaña, 15 de julio de 1931.
- 42 La Montaña, 31 de julio de 1931.
- 43 Mario Crespo López, «José del Río Sainz, Pick, en el contexto de la Generación del 27»,Altamira, nº (...)
21La Segunda República no afectó a los relatos costumbristas, ni a las estampas bucólicas insertas entre los textos, pero sí a uno de los temas predilectos de los indianos, el veraneo santanderino. Exiliada la familia real, La Montaña reclamó pronto a Alfonso XIII la devolución del Palacio de la Magdalena para la ciudad de Santander, pues había sido sufragado con las aportaciones de la burguesía regional y de unos cuantos indianos cubanos41. Al veraneo le siguió un debate político inédito hasta entonces, en torno a la posibilidad de conceder estatutos de autonomía a las diferentes regiones españolas. En un artículo firmado por José del Río Sainz, Pick, director del diario La Voz de Cantabria (1927-1937), éste denunciaba el desinterés de las autoridades montañesas por reivindicar los intereses regionales en las nuevas Cortes republicanas y la necesidad de perfilar un estatuto regional para Cantabria, que la permitiese competir en igualdad de condiciones con regiones vecinas y, en particular, con el País Vasco42. Con la participación de Pick se comprueba, una vez más, la importancia de La Montaña para la prensa santanderina, pues al igual que Estrañi durante las dos primeras décadas del siglo fue una de las figuras más destacadas de la Cantabria de la década de 193043.
- 44 Consuelo Soldevilla Oria, La emigración de Cantabria…, op. cit., p. 201.
- 45 Xavier Ferré y Trill, «Engaños y errores del comunismo de Josep Conangla i Fontanilles», Aplec de t (...)
- 46 La Montaña, 15 de noviembre de 1934.
22Desde julio de 1931 ejerció la dirección de la revista Joaquín Aristigueta San Román, quien emigró a Cuba a comienzos de siglo para trabajar como provisionista de buques, iniciándose en el periodismo pocos años después de la mano del Diario de la Marina44. Poco conocido, Aristigueta fue un escritor y columnista que participó en los debates literarios cubanos y escribió numerosas columnas para el Diario de la Marina, desde las cuales defendió una posición netamente conservadora y combativa contra las ideas izquierdistas, destacando por sus reseñas de libros contrarios al comunismo45. La administración recayó en José Ramón Zamorano, y se trasladó a las oficinas propiedad del mismo en la calle Basarrate, número 4. Este periodo se caracteriza por los breves editoriales de Isidoro Riguero y Moral, situados inmediatamente después de la cabecera, en los que se realizaba una breve valoración de los acontecimientos más importantes de la política española y cubana. Bajo el título de «Reflejos», Riguero denunció acontecimientos como la Revolución de Asturias, desde un punto de vista conservador y rechazando el enfrentamiento, pues, en su opinión, «nunca, nunca se conseguirá implantar ideologías, cualquiera que ella sea, utilizando caminos tortuosos, inhumanos y faltos de moral»46. A Aristigueta le sucedió en algún momento anterior a 1934 Silvia Fuentevilla, esposa del anterior administrador, Zamorano, que a la par fue sustituido por Julio Gutiérrez Guerra. Fuentevilla no alteró la línea de la revista iniciada por su predecesor e incorporó a Isidoro Riguero como director técnico de la revista.
- 47 La Montaña, 15 de julio de 1936.
- 48 La Montaña, 30 de noviembre de 1934.
23Más allá de esta nueva orientación netamente conservadora, la revista continuó sus secciones y su contenido habitual, tal y como llevaba haciéndolo desde su fundación. Los eternos problemas de la industria y los transportes cántabros se compaginaban con los actos sociales en Cuba, la promoción de empresas y la exaltación de la identidad montañesa. Incluso se creó una nueva sección orientada a la captación del público femenino, la «Sección de la mujer», de la que se hizo cargo Thais Murillo. Semanas antes del inicio de la Guerra Civil los estatutos regionales volvieron a estar presentes en el debate político. La Provincia de Santander, parte integrante de Castilla la Vieja, no acababa de sumarse a la propuesta de Estatuto Castellano, ni siquiera cuando el Partido Federal Montañés había propuesto un Estado Cántabro-Castellano. La tardanza de las autoridades políticas santanderinas en definirse podría situar a la Provincia en un lugar indeseado, a rebufo de regiones vecinas como Asturias, interesada en un plebiscito para incorporar Santander47. Aparte de estos debates, la revista acudió a José María Gil Robles para que, como líder de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), interviniese en favor de los trabajadores españoles que habían sido excluidos de la Ley cubana de Nacionalización del Trabajo48. Y es que los temas cubanos, no siendo el principal objeto de la revista, fueron perdiendo peso paulatinamente.
- 49 La Montaña, 15 de marzo de 1934.
- 50 La Montaña, 30 de marzo de 1934.
- 51 La Montaña, 30 de julio de 1936.
24El triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 supuso un motivo de preocupación para la redacción de La Montaña. Riguero retomó sus «Reflejos», ensalzando el carácter de estadista de Manuel Azaña y advirtiendo del peligro que otros integrantes del Frente Popular suponían, como Francisco Largo Caballero, «el hombre que más daño le ha causado a España»49. En marzo de 1936 advirtió que si Azaña no acababa con los «arrebatos marxistas, sospechamos que la República sufrirá una dictadura militar muy pronto, que todos repudiamos, como la sufrió la Monarquía»50. Unas advertencias que no impidieron que el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 sorprendiera a la comunidad montañesa de Cuba, algo que quedó reflejado en el número del 30 de julio. Tanto en un artículo del director técnico Isidoro Riguero Moral, titulado «Panorama de dolor», como en otro de Gervasio González Ruiz, «Revolución en España», se expresaba el rechazo al conflicto entre españoles por dos ideologías políticas enfrentadas, a las cuales se acusaba de destruir el país a través de la violencia pese a lo utópico de sus objetivos. «¿Dónde está, pues, el amor a la Patria, en la violencia, en el atropello, en la guerra entre hermanos?», se preguntaba Riguero51.
- 52 La Montaña, 30 de agosto de 1936.
- 53 José Ramón Saiz Fernández, El Cantábrico…, op. cit., p. 560.
- 54 Consuelo Naranjo Orovio, Cuba, otro escenario de lucha. La guerra civil y el exilio republicano esp (...)
- 55 La Montaña, 30 de junio de 1938.
- 56 La Montaña, 30 de octubre de 1938.
- 57 Consuelo Naranjo Orovio, Cuba, otro escenario…, op. cit., p. 192.
25El conflicto afectó a muchas familias montañesas y a otros tantos periodistas. El corresponsal en Cantabria, Ramón Martínez Pérez, falleció en Santander por motivos desconocidos, dado que la censura impuesta por las autoridades republicanas impidió informar si había sido a causa de la guerra52. Gutiérrez Zorrilla, quien dirigiera la revista entre 1928 y 1931, fue fusilado por las tropas nacionales en agosto de 1937 tras haber accedido a la alcaldía de Ampuero como representante de Izquierda Republicana53. Su fallecimiento, a diferencia del de Martínez, no fue anunciado. Poco sabemos sobre la situación de la comunidad montañesa de Cuba. Mientras que en los centros Gallego y Asturiano las candidaturas progresistas obtuvieron un buen resultado en las elecciones de 1938, lo que impidió que los adeptos al alzamiento controlasen la dirección de los mismos, no contamos con noticias del Centro Montañés54. Tras la caída de Santander, la revista se adhirió a los golpistas y publicitó extensivamente los horrores de la guerra provocados por los republicanos. Por primera vez en su historia, la revista dedicó textos e imágenes a ceremonias y actos religiosos de carácter no popular, en los cuales la Iglesia montañesa y los falangistas regionales mostraban el nuevo orden55. Las noticias de soldados del bando nacional caídos en combate se convirtieron en otra constante durante el año y medio de guerra restante56. La imposibilidad de consultar los números correspondientes a estos años no facilita un análisis de la posición de la revista acerca de los principales temas de actualidad, aunque los ejemplares consultados permiten apreciar la ausencia de referencias a los republicanos vencidos y exiliados. Algunos de los más relevantes, como el médico Wenceslao López Albo, que fue director de la Casa de Salud Valdecilla de Santander, tuvieron una destacada actividad en Cuba de la cual no se encuentra rastro en La Montaña57.
- 58 María Antonia Marqués Dolz, «Capital interno e industrias…», op. cit., p. 94.
- 59 Katia Figueredo Cabrera, «Francisco Franco y Fulgencio Batista: complicidad de dos dictadores en el (...)
- 60 Katia Figueredo Cabrera, «Cuba, la siempre fiel. Impronta cubana en el Instituto de Cultura Hispáni (...)
- 61 Katia Figueredo Cabrera, Cuba y la Guerra Civil española. Mitos y realidades de la derecha hispano- (...)
26El año de 1936 fue un año de cambios también en la administración de la revista. Silvia Fuentevilla continuó en la dirección, mientras que la administración quedó en manos del empresario Pedro Barreda Gutiérrez y se trasladó a la calle Muralla número 24, sede de la compañía «Antigua de Valdepares», propiedad de la sociedad de Barreda, Lloredo y Cía. del nuevo administrador. Isidoro Riguero cesó como director técnico, aunque continuó colaborando en la publicación, y en enero de 1937 se nombró a Gervasio González Ruiz como secretario de redacción. En adelante el protagonismo de la revista ya no recaerá en los miembros de su redacción y administración, sino en montañeses que destacaron por su adhesión al régimen franquista y su colaboración con las iniciativas culturales que desde España se fueron desplegando con el objetivo de acercar el nuevo régimen a las colonias españolas de América. Un nombre que se repite de manera continuada es el de Enrique Gancedo Toca. Gancedo era un empresario montañés propietario de almacenes de material de construcción, de un aserradero y de una empresa productora de tejas y mosaicos, todo ello agrupado bajo la razón Gancedo, Toca y Cía.58. Gancedo participó activamente en el bando derechista durante la Guerra Civil, y en 1948 se incorporó como tesorero al Instituto Cultural Cubano Español, una iniciativa de nuevo cuño que pretendía integrar nuevos grupos de la sociedad civil cubana en la promoción de la visión y valores del régimen franquista59. Aristigueta, por su parte, colaboró en Mundo Hispánico y Cuadernos Hispanoamericanos, publicaciones del Instituto de Cultura Hispánica60. También Jesús Humara Lastra, heredero de la sociedad «Humara y Lastra» y destacado falangista de primera hora, participó activamente en la revista61.
- 62 Ibid., p. 125-128.
- 63 La Montaña, septiembre de 1954.
27El fin de la Guerra supuso un alivio para la dirección de la revista, pero las coyunturas a las que se vio sometida la perjudicaron notablemente. Más allá de la división de la simpatía del pueblo cubano por uno u otro bando, el régimen de Franco se interesó rápidamente por influir en el colectivo español de la isla, lo cual se materializó en un intento de intervención en las asociaciones y órganos de prensa que no tuvo mayor recorrido al iniciarse la Segunda Guerra Mundial62. La Montaña, por tanto, no se convirtió en un órgano de propaganda de los adeptos a la Dictadura, manteniéndose su propiedad y su carácter y, con ellos, los problemas que llevaba arrastrando desde hacía una década y que causaron su desaparición. La pérdida de influencia es notable, aunque no podemos conocerla en su totalidad al haberse perdido la mayor parte de números de las décadas de 1940 y 1950. En sus últimos momentos la periodicidad pasó a ser mensual y la revista perdió capacidad de influencia entre sus lectores. El último número que se conserva en bibliotecas españolas, el correspondiente a octubre de 1954, comenzaba con un llamamiento de la redacción a sus suscriptores, anunciantes y colaboradores para que estos «comuniquen a nuestra Redacción cualquier acto social que se celebre, para enviar un cronista, o bien nos envíen la crónica delos actos celebrados», recordando seguidamente que el fin último de la revista no era otro sino el de difundir las grandezas de la Montaña y de los montañeses en Cuba y en España63. Finalmente, La Montaña desapareció en otoño de 1954, de la mano de la pérdida de influencia de sus promotores y ante la incapacidad de aumentar el número de suscriptores.
Propaganda al servicio de una élite
- 64 José Ramón Saiz Fernández, 75 años de Historia…, op. cit., p. 33-34.
28Como órgano de prensa de los montañeses de Cuba, el contenido de La Montaña siempre tuvo un carácter propagandístico, ya fuese directo o indirecto. En ocasiones directo, cuando se pretendió llevar a cabo una actuación determinada, como los homenajes a la escritora Concha Espina, pero también indirecto, caso de las innumerables noticias sobre los negocios de los montañeses y sus obras de filantropía y beneficencia. Estas noticias estaban orientadas a la Provincia de Santander, donde los indianos eran poco conocidos, y no al colectivo montañés cubano. Es por ello por lo que la Sociedad Montañesa de Beneficencia y el Centro Montañés de La Habana tuvieron desde principios de siglo revistas a su disposición, aunque fue La Montaña la primera en contar con el privilegio de representar a toda la «colonia montañesa». ¿Fue esta labor de propaganda objetivo consciente de la redacción? Es una pregunta a la que lamentablemente no podemos responder aún, al no haber podido consultar documentación cubana, en caso de conservarse. Quizá, y conociendo la actividad de estos notables, la promoción fuese resultado de generosas retribuciones. Ya se ha señalado el caso de la Asociación de la Prensa de Santander, beneficiada con donativos recurrentes a la profesión periodística y que fomentó la publicación de numerosas muestras de gratitud en los diarios de mayor tirada de la Provincia64. Algunos periodistas españoles que ejercieron la profesión en Cuba fueron cercanos a estos grandes empresarios, como el montañés José Salas o el navarro Manuel Aznar. En el caso de La Montaña, por las características de su dirección, conformada por indianos, y de sus colaboradores, muchos de ellos montañeses directamente al servicio del grupo promotor, la relación con los periodistas profesionales no fue tan extensa.
- 65 Boletín Oficial de la Provincia de Santander, 12 de noviembre de 1926.
- 66 Aurora Garrido Martín, La dictadura de Primo de Rivera ¿ruptura o paréntesis? Cantabria (1923-1931)(...)
29Esta propaganda tuvo una repercusión indirecta que repercutió en el desarrollo cultural de Santander: la promoción de los escritores y artistas montañeses. Aparte de escuelas y hospitales, los indianos, a título individual, y la revista, manifestando la voluntad de su dirección, fomentaron la carrera de novelistas, poetas, pintores y músicos relevantes a nivel regional y nacional. Estos tuvieron un apoyo que les benefició notablemente, en términos crematísticos o de popularidad. Las exposiciones de pintores montañeses en La Habana o los recitales de poetas latinoamericanos en Santander contribuyeron al intercambio de ideas y estilos entre ambos lados del Atlántico, permitiendo además que el público general pudiera disfrutar de manifestaciones culturales no siempre accesibles. Todo ello, no es necesario reiterarlo, para mayor reconocimiento de los indianos. Laureano Falla, por su liderazgo de los montañeses de Cuba, y el marqués de Valdecilla, por sus obras filantrópicas en Cantabria, accedieron a la consideración de «próceres regionales», y para el último se llegó a reclamar el título de «duque de Cantabria» y de «duque de La Montaña»65. Pero el peso específico de la comunidad española en Cuba fue reduciéndose a lo largo de los años, y los montañeses corrieron igual fortuna. En un inicio, cuando apareció la revista, la comunidad era importante y pretendió mantener una idea de cohesión, por lo que el contenido político de La Montaña fue reducido. Durante la Dictadura de Primo de Rivera, entre 1923 y 1930, la divergencia entre los intereses de los indianos y los de las autoridades del nuevo régimen condujo a una toma de posición clara de denuncia de la Dictadura y de sus representantes políticos66. Una novedad que no afectó a la convivencia de los promotores, de ideología conservadora y monárquica, y algunos periodistas, republicanos.
- 67 Salvador García Castañeda, Los montañeses…, op. cit., p. 24.
- 68 José Javier Sánchez Aranda y Carlos Barrera del Barrio, Historia del periodismo…, op. cit., p. 270.
- 69 Aurora Garrido Martín, La dictadura…, op. cit., p. 62-63.
30La Dictadura de Gerardo Machado en Cuba y la proclamación de la Segunda República en España se sucedieron en un contexto en el que la decadencia de los montañeses cubanos era ya una realidad, y su influencia se fue reduciendo. Es a partir de 1931 cuando este conservadurismo, que hasta entonces se había reducido a un costumbrismo bucólico y a la idealización de la sociedad rural, se mostró sin tapujos. Y es que en La Montaña puede encontrarse una buena síntesis de lo que fue la concepción conservadora de la región, un vergel natural en el cual los montañeses debían perpetuar las tradiciones legadas por sus antepasados. En opinión de Salvador García Castañeda, los indianos emigrados a América sintieron nostalgia de «un pasado que no conocieron, pero con el que se identifican pues le atribuyen valores morales y virtudes caballerescas de las que el presente carece»67. Pese al peso que tuvo el costumbrismo en sus contenidos, La Montaña no se puede considerar una revista regionalista, un género con características bien definidas que gozó de gran popularidad durante el primer tercio del siglo XX y, especialmente, tras el final de la Primera Guerra Mundial68. En ese sentido, y aunque la revista se encontró dominada por los temas regionales, no se desarrolló un discurso de corte regionalista ni en lo identitario ni en lo político. El conservadurismo y la concepción idealizada de la región vincularon a los montañeses de Cuba con la burguesía de su tierra, pero otros factores separaron a unos de otros. En el momento de aparición de La Montaña, durante la Primera Guerra Mundial, la germanofilia de la burguesía santanderina no fue correspondida por los intereses económicos cubanos, vinculados a los Estados Unidos y, por extensión, a los Aliados. El devenir de Cantabria durante la Dictadura de Primo de Rivera fue otro punto de desencuentro. Los indianos rechazaron la denuncia de la vieja política apenas unos meses después de la renovación de las autoridades provinciales y municipales y mantuvieron su liderazgo social mediante las obras filantrópicas, mientras que la burguesía regional se mantuvo en un segundo plano buscando nuevos modos de beneficiarse de la situación, sin cuestionar abiertamente al régimen hasta que este no mostró voluntad de perpetuarse69.
31La situación se invirtió en años posteriores. Cuba se encontraba profundamente influida por los Estados Unidos, símbolo de la innovación en el periodo, y la colaboración con El Cantábrico y La Voz Montañesa facilitó la transmisión de las nuevas modas en lo que a prensa se refiere a través de los periodistas que colaboraban en todas las cabeceras. La década de 1930 contempló la pérdida de poder y relevancia de los indianos montañeses, y los rasgos de modernidad que caracterizaron la publicación hasta entonces dejaron de ser elementos distintivos, al tiempo que la prensa española se renovó. Las secciones y su contenido no variaron notablemente, y el hecho de que no se introdujera una sección destinada a las mujeres hasta 1936 muestra la lentitud de los cambios internos y la distancia entre la dirección y los intereses de sus potenciales lectores. La Guerra Civil supuso un acontecimiento traumático que actuó de acicate en la expresión del conservadurismo de administración de la revista. La propaganda que hasta entonces se había difundido, centrada en el prestigio de los indianos, fue sustituida por la propaganda de tipo ideológico, favorable al nuevo régimen franquista y a sus políticas culturales.
Conclusiones
32Como se ha podido comprobar, la revista La Montaña es un ejemplo de publicación periodística de indianos y para indianos. En el caso que nos ocupa, por su particular trayectoria y por su formato moderno, en el que incorporaba numerosos relatos y fotografías, se convierte en una fuente historiográfica de primer orden para el estudio de la primera mitad del siglo XX no sólo en Cantabria, sino también en Cuba y parcialmente en España. Gracias a la aplicación de la modernidad periodística procedente de los Estados Unidos, la revista fue un revulsivo para la prensa santanderina y con ella colaboraron los principales periodistas y cabeceras regionales. El grupo promotor fue consciente desde un primer momento de las posibilidades que les brindaba una publicación que permitiría difundir sus logros en su tierra natal, y por ello decidieron abordar un proyecto que contó con una estabilidad con la que no habían contado otras regionales hasta entonces.
33Un elemento clave es la ligazón entre el devenir de la publicación y el del grupo que la promovió y administró: los montañeses de Cuba. Con una destacada posición en la economía cubana a principios de siglo, los cambios internos y externos de la isla condujeron a su lenta decadencia a partir de las crisis económicas de 1921 y 1929, y con ellos decayó la revista. Este grupo defendió una visión conservadora que, en un inicio, no estuvo reñida con el aperturismo y cierta tolerancia a la modernidad. Tras la proclamación de la Segunda República, sin embargo, las posiciones conservadoras se fueron endureciendo y La Montaña dejó de presentarse como una publicación representante de toda la colonia montañesa de Cuba, incorporándose numerosas columnas de opinión de carácter netamente político. La Dictadura de Primo de Rivera es el periodo en el que la revista se mostró como un órgano periodístico de enorme importancia, pues debido a su carácter ultramarino no estuvo sometida a la censura previa del régimen e incorporó periodistas republicanos. La imposición de la visión franquista a finales de la década de 1930 finalizó el giro hacia el conservadurismo más autoritario y, tras unos años de paulatino declive, la revista desapareció al tiempo que los montañeses que quedaban en la isla se convirtieron en unos españoles más y dejaron de ser un grupo reconocido y reconocible.
34Este texto es simplemente un punto de partida desde el cual iniciar investigaciones más ambiciosas sobre La Montaña y su entorno. Aparte de los casos más destacados, poco sabemos sobre el grupo promotor, que comprendió las directivas del Centro Montañés de La Habana, y sobre los diferentes colaboradores de la revista, que dada su abundancia y variedad hacen pensar en la existencia de relaciones y patrones comunes. Igualmente es necesario rastrear las posibles colecciones de la revista que puedan existir en Cuba, pues la fragmentación de la colección conservada en la Biblioteca Municipal de Santander impide ahondar en periodos clave de la historia de la revista y nos priva de una fuente de información impagable. El estudio de La Montaña, por tanto, se presenta como una tarea ineludible y apasionante, cuyos resultados pueden ofrecer nuevas perspectivas sobre la historia tanto de Cantabria como de la prensa cubana y española.
Notes
1 Rosario Fuente Prieto, Milagros García Olmedo, María Teresa González González y Pablo Susinos Rada, Catálogo de publicaciones periódicas de Cantabria de la Biblioteca Municipal de Santander, Santander, Ayuntamiento de Santander, Concejalía de Cultura y Deporte, 1997, p. 202.
2 José Simón Cabarga, Historia de la prensa santanderina, Santander, Centro de Estudios Montañeses, 1982; Jesús Francisco Gutiérrez Goñi y Miguel Ángel Solla Gutiérrez, La prensa de Cantabria durante la Guerra Civil, Santander, Asociación de la Prensa de Cantabria, 2010.
3 José Ramón Saiz Fernández, 75 años de Historia de la Asociación de la Prensa, 1914-1989, Oviedo, Rigel, 1989.
4 Natalia Tielve García y José Manuel Prieto Fernández del Viso (coords.), La prensa de la emigración española en América. Visiones y revisiones, Gijón, Trea, 2021.
5 María Antonia Marqués Dolz, «Capital interno e industrias menores en Cuba (1880-1920)», Tiempos de América: revista de historia, cultura y territorio, nº 7, 2000, p. 85-98 (p. 90).
6 Consuelo Soldevilla Oria, La emigración de Cantabria a América. Hombres, mercaderías y capitales, Santander, Concejalía de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Santander – Ediciones de Librería Estvdio, 1996, p. 200.
7 Ibid., p. 200.
8 Jesús Timoteo Álvarez y Ascensión Martínez Riaza, Historia de la prensa hispanoamericana, Madrid, Mapfre, 1992, p. 174.
9 Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera y Consuelo Soldevilla Oria, Arquitectura de los indianos en Cantabria (Siglos XVI-XX). El patrimonio de la emigración trasatlántica, Santander, Ediciones de la Librería Estvdio, 2007, p. 599-600; Antonio Santamaría García, Sin azúcar no hay país. La industria azucarera y la economía cubana (1919-1939), Sevilla, Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Escuela de estudios hispano-americanos – Universidad de Sevilla – Diputación de Sevilla, 2001, p. 351.
10 Enrique Rodríguez Pereda, «Ramón Pelayo de la Torriente en su contexto: revisitando la vida y obra del marqués de Valdecilla», in Vida y tiempo de Ramón Pelayo de la Torriente, I Marqués de Valdecilla (1850-1932): Recopilación de las I Jornadas Históricas Marqués de Valdecilla, Valdecilla, Ayuntamiento de Medio Cudeyo, 2023, p. 35-51.
11 Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera y Consuelo Soldevilla Oria, Arquitectura de los indianos en Cantabria…, op. cit., p. 610.
12 La Montaña, 10 de octubre de 1923.
13 La Montaña, 12 de febrero de 1916.
14 José Ramón Saiz Fernández, 75 años de Historia…, op. cit., p. 10.
15 Consuelo Soldevilla Oria, La emigración de Cantabria…, op. cit., p. 200-201.
16 Salvador García Castañeda, Los montañeses pintados por sí mismos. Un panorama del costumbrismo en Cantabria, Santander, Concejalía de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Santander – Ediciones de Librería Estvdio, 1991, p. 237-239.
17 Salvador García Castañeda, Los montañeses…, op. cit., p. 244.
18 Ibid., p. 31.
19 José Ramón Saiz Fernández, El Cantábrico. Un periódico republicano entre dos siglos (1895-1937), Santander, Tantín, 2004, p. 230-232.
20 José Manuel Fuentevilla, Los montañeses en Cuba, La Habana, Tipografía de A. Álvarez y Cía., 1893, p. 2.
21 La Montaña, 30 de noviembre de 1918.
22 La Montaña, 31 de marzo de 1928.
23 Diario de la Marina, 5 de diciembre de 1915.
24 María Cruz Seoane Couceiro y María Dolores Saiz García, Historia del periodismo en España. 3. El siglo XX: 1898-1936, Madrid, Alianza Editorial, 1996, p. 26.
25 Julio García de la Puente, La Colegiata de Cervatos, Bilbao, Vulgarización Artística, 1915.
26 José Javier Sánchez Aranda y Carlos Barrera del Barrio, Historia del periodismo español: desde sus orígenes hasta 1975, Pamplona, Ediciones Universidad de Navarra, 1992, p. 174-175.
27 La Montaña, 27 de enero de 1917.
28 Diario de la Marina, 5 de diciembre de 1915.
29 Consuelo Soldevilla Oria, La emigración de Cantabria… op. cit., p. 192.
30 La Montaña, 10 de octubre de 1923.
31 La Montaña, 25 de mayo de 1924.
32 La Montaña, 10 de octubre de 1923.
33 José Javier Sánchez Aranda y Carlos Barrera del Barrio, Historia del periodismo…, op. cit., p. 177.
34 La Montaña, 23 de marzo de 1924.
35 La Montaña, 15 de enero de 1928.
36 José Ramón Saiz Fernández, El Cantábrico…, op. cit., p. 560.
37 María Cruz Seoane Couceiro y María Dolores Saiz García, Historia del periodismo…, op. cit., p. 23.
38 Ibid., p. 37.
39 Jesús Timoteo Álvarez y Ascensión Martínez Riaza, Historia de la prensa…, op. cit., p. 181.
40 La Montaña, 15 de julio de 1931, p. 13.
41 La Montaña, 15 de julio de 1931.
42 La Montaña, 31 de julio de 1931.
43 Mario Crespo López, «José del Río Sainz, Pick, en el contexto de la Generación del 27»,Altamira, nº 85, 2014, p. 55-68.
44 Consuelo Soldevilla Oria, La emigración de Cantabria…, op. cit., p. 201.
45 Xavier Ferré y Trill, «Engaños y errores del comunismo de Josep Conangla i Fontanilles», Aplec de treballs, nº 28, 2010, p. 71-88 (p. 77).
46 La Montaña, 15 de noviembre de 1934.
47 La Montaña, 15 de julio de 1936.
48 La Montaña, 30 de noviembre de 1934.
49 La Montaña, 15 de marzo de 1934.
50 La Montaña, 30 de marzo de 1934.
51 La Montaña, 30 de julio de 1936.
52 La Montaña, 30 de agosto de 1936.
53 José Ramón Saiz Fernández, El Cantábrico…, op. cit., p. 560.
54 Consuelo Naranjo Orovio, Cuba, otro escenario de lucha. La guerra civil y el exilio republicano español, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1988, p. 96.
55 La Montaña, 30 de junio de 1938.
56 La Montaña, 30 de octubre de 1938.
57 Consuelo Naranjo Orovio, Cuba, otro escenario…, op. cit., p. 192.
58 María Antonia Marqués Dolz, «Capital interno e industrias…», op. cit., p. 94.
59 Katia Figueredo Cabrera, «Francisco Franco y Fulgencio Batista: complicidad de dos dictadores en el poder (1952-1958)», Tzintzun: Revista de Estudios Históricos, nº 64, 2016, p. 296-325 (p. 312-313).
60 Katia Figueredo Cabrera, «Cuba, la siempre fiel. Impronta cubana en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, 1947-1958», Illes i imperis: Estudios de historia de las sociedades en el mundo colonial y post-colonial, nº 19, 2017, p. 169-191 (p. 174).
61 Katia Figueredo Cabrera, Cuba y la Guerra Civil española. Mitos y realidades de la derecha hispano-cubana (1936-1942), La Habana, Editorial UH, 2014, p. 97.
62 Ibid., p. 125-128.
63 La Montaña, septiembre de 1954.
64 José Ramón Saiz Fernández, 75 años de Historia…, op. cit., p. 33-34.
65 Boletín Oficial de la Provincia de Santander, 12 de noviembre de 1926.
66 Aurora Garrido Martín, La dictadura de Primo de Rivera ¿ruptura o paréntesis? Cantabria (1923-1931), Santander, Concejalía de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Santander, 1997, p. 40-43.
67 Salvador García Castañeda, Los montañeses…, op. cit., p. 24.
68 José Javier Sánchez Aranda y Carlos Barrera del Barrio, Historia del periodismo…, op. cit., p. 270.
69 Aurora Garrido Martín, La dictadura…, op. cit., p. 62-63.
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Enrique Rodríguez Pereda, « Poder, prestigio y propaganda: los cántabros de Cuba y la revista La Montaña », Cahiers de civilisation espagnole contemporaine [En ligne], SPÉCIAL 5 | 2024, mis en ligne le 19 janvier 2025, consulté le 13 mai 2025. URL : http://journals.openedition.org/ccec/19188 ; DOI : https://doi.org/10.4000/1349s
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