Navigation – Plan du site

AccueilCahiers de civilisation espagnole...33ÉtudesLa introducción del divorcio en E...Antecedentes, inspiraciones e inf...Sensibilidades, modernidad y divo...

Études
La introducción del divorcio en España durante la Segunda República (1932)
Antecedentes, inspiraciones e influencias, comparativas

Sensibilidades, modernidad y divorcio en el Uruguay de Batlle: entre el reformismo social, la secularización y el bienestar privado (1907-1913)

Sensibilités, modernité et divorce en Uruguay sous Batlle: réformisme social, sécularisation et bonheur privé (1907-1913)
Sensibilities, Modernity, and Divorce in Batlle's Uruguay: Between Social Reformism, Secularization, and Private Welfare (1907-1913)
María Dolores Ramos Palomo et Víctor J. Ortega Muñoz

Résumés

Dans cet article, on réfléchit sur l'un des événements les plus controversés survenus en Uruguay au cours des premières décennies du XXe siècle: la promulgation des lois sur le divorce en 1907, 1910 et 1913. Issues du cadre des mesures réformistes du batllisme, parmi lesquelles se distinguent la séparation de l'Église et de l'État, la sécularisation de la société et la construction d'une morale laïque, elles ont donné lieu à un intense débat parlementaire et à des polémiques notables dans les tribunes de la presse, les chaires des églises, les cercles de discussion, les conversations dans les bals, les cafés et autres lieux de loisirs, voire dans les rituels de la vie quotidienne. Dans ce processus, les femmes, bénéficiaires de la loi de 1913, ont été interpellées et ont créé leurs propres organisations, réseaux socioculturels et mécanismes de propagande en faveur du et contre le mariage civil et le divorce, contribuant à la polarisation politique et idéologique de la société uruguayenne en pleine construction de l'État–providence.

Haut de page

Notes de l’auteur

Proyecto de I+D+i El factor católico y la libertad de pensamiento en las guerras culturales en la Europa occidental contemporánea (1789-1989): perspectiva comparada, transnacional y de género (PID2022-136299NB-100). Universidad de Valladolid.

Texte intégral

«Que el divorcio no haga carrera entre nosotros. Es una ley contraria al Evangelio», (Laura Carrera de Bastos, Liga de Damas Católicas del Uruguay, 1909)

«Lo que nosotros queremos es llevar el remedio a quienes no sintiéndose con fuerzas para lanzarse a la vida fuera de la ley, sufren el yugo legal», (Domingo Arena, senador, 1912)

Novecientos: Miradas cruzadas sobre Uruguay y la región del Río de la Plata

  • 1 La generación de 1900 combinó el decadentismo con el modernismo social y el batllismo, abriéndose a (...)

1«Siglo XX. Cambalache» es el título de un afamado tango difundido a un lado y otro del Atlántico por el cantante uruguayo Julio Sousa. Su letra ofrece interesantes claves culturales para interpretar las dos primeras décadas del novecientos en la región del Río de la Plata: los intercambios, los movimientos migratorios y las hibridaciones que provocaron en los inicios del novecientos un continuo trasvase de personas y mezclas culturales facilitando la circulación de ideas, modos de vida y fuertes debates transnacionales. Siendo el tango un género musical muy popular en ámbitos urbanos de Argentina y Uruguay, no puede extrañarnos los reiterados viajes de cantantes como Sousa y Gardel a Montevideo para actuar en cafés literarios y otros locales de ocio. En esta ciudad el público que acudía al «Pala Bamba» o al «Tupi Nambá» tenía ocasión de incorporarse a las tertulias hasta más allá de la medianoche, igual que ocurría en el café «Tortoni» de Buenos Aires. Eran espacios donde concurrían políticos como José Batlle Ordóñez, el héroe cívico que contribuyó a la modernización de Uruguay, reformadores sociales, artistas y escritores de variada procedencia ligados a la generación de 1900: el nicaragüense Rubén Darío, el venezolano Rufino Blanco Fontbona y los españoles Rafael Barret y Viriato Pérez Díaz, colaboradores de las revistas La Nueva Atlántida y Vida Moderna y de los diarios El Día, El Siglo y El Liberal de Montevideo1.

  • 2 Juan Antonio Varese, Personajes y tertulias en cafés y bares de Montevideo, Montevideo, Planeta, 20 (...)
  • 3 Hugo Achugar, Poesía y sociedad (Uruguay 1880-1911). Montevideo, ARCA, 1985.

2No faltaba entre la clientela un destacado grupo de pioneras, escritoras, periodistas y defensoras de los derechos de las mujeres. Entre otras, la periodista española Belén Sárraga, instalada en Montevideo para dirigir el diario El Liberal, la maestra laica María Abellá de Ramírez, vecina de La Plata, y las poetas Delmira Agustini y María Eugenia Vaz Ferreira2. En esas tertulias y en domicilios particulares –por ejemplo en los del escritor Julio Herrera Reissig y el filósofo Carlos Vaz Ferreira– se debatieron acaloradamente asuntos relacionados con la cuestión social, la anulación de la pena de muerte y el camino recorrido por las leyes de divorcio, entablándose largas discusiones sobre las corrientes literarias modernistas entendidas como una literatura de ideales, capaz de generar rupturas, nuevas formas de conciencia y maneras de interpretar el mundo, o sobre erotismo y nueva moral, hilvanadas con la lectura de poemas, cuentos y otros escritos3.

  • 4 El Partido Colorado acogió en sus filas a liberales «templados» y radicales, batllistas, socialdemó (...)
  • 5 Gerardo Caetano, La República batllista. Montevideo, Editorial de la Banda Oriental, 2011 y Milton (...)
  • 6 José Pedro Barrán y Benjamin Nahum, Batlle, los estancieros y el imperio británico. Tomo I. El Urug (...)

3Recordemos que en Uruguay se consolidó un proceso de grandes transformaciones socioeconómicas y culturales impulsado por las medidas políticas y las reformas legislativas del que fue dos veces presidente de la República, José Batlle y Ordóñez, en 1903-1907 y 1911-1915, representante del partido Colorado4, con la intención de construir el primer Estado de Bienestar de América Latina5. Las corrientes migratorias y los discursos secularizadores y modernizadores llegados desde el viejo continente se concentraron en Montevideo y las zonas urbanas del centro y el sur del país (Río Negro, Soriano, Salto, Paysandú y Colonia), así como sucesivas oleadas de exiliados políticos decididos a extender las redes sociales de la Federación Internacional del Librepensamiento, las obediencias masónicas y las ligas anticlericales en la región rioplatense. Numerosos republicanos españoles llegaron tras la restauración borbónica, seguidos de políticos, conferenciantes, periodistas e inmigrantes dispuestos a probar fortuna tras la crisis del 98. Constituyeron la mayor parte de los emigrados a Montevideo y otras ciudades en el periodo 1905-1913: unos 70.000, de los cuales 40.000 se ubicaron en la capital animados por las ofertas de trabajo de la industria alimenticia, la construcción y los transportes6.

  • 7 José Pedro Barrán y Benjamin Nahum, Batlle, los estancieros..., op. cit., p. 98-99.
  • 8 En 1914 el Censo Nacional de Argentina daba a conocer la presencia de 88.700 residentes uruguayos e (...)
  • 9 Belén de Sárraga, A través de un continente. El clericalismo en América, Lisboa, Lux, 1914, p. 16.

4Lógicamente se dieron significativos procesos de hibridación social y cultural. El 50% de los inmigrantes contrajo matrimonio en el periodo 1892-1910 con mujeres autóctonas, si bien la otra mitad de los desplazados prefirió elegir a su cónyuge dentro su propia comunidad7. Simultáneamente se produjo la emigración de una parte de la población uruguaya a Brasil y Argentina. Eran personas de las zonas rurales del interior afectadas por el paro, el latifundismo, los altos arriendos, el impacto de la ganadería extensiva y los desalojos provocados por los estancieros8. El puerto de Montevideo, inaugurado en 1901, se convirtió en símbolo del nuevo siglo acogiendo la llegada de grandes vapores de ultramar con mercancías y personas dispuestas a encauzar sus vidas en tierra americana. Una «tierra de promisión» donde, según la española Belén Sárraga, «si no se ha concluido nada, puede hacerse todo, a diferencia de Europa, que habiéndolo hecho todo, no tiene alientos para emprender nada»9.

  • 10 Ver Florencia Peyrou y Darina Martykánová (coords.), La historia transnacional, Madrid, Marcial Pon (...)
  • 11 El relato sobre el Congreso Librepensador de 1906 en La Conciencia Libre, Málaga, nºs 29, 37, 47, 4 (...)
  • 12 José Madueño, «Problemas americanos. Confederación Latinoamericana», Vida Marítima, nº 168, 30 de a (...)

5La simbiosis de mentalidades se vio favorecida por el batllismo, que potenció las asociaciones, las comunidades políticas, culturales y emocionales, así como las afinidades, lealtades e interacciones entre ellas10. Esos contactos produjeron mediaciones e interferencias más allá del Río de la Plata, provocando las primeras propuestas panamericanistas para contrarrestar «la amenaza del coloso del Norte» primero en el Congreso Internacional del Librepensamiento celebrado en Buenos Aires en 190611 y después en el Primer Congreso Femenino Internacional organizado en esa misma ciudad en 1910. En este foro surgió la Federación Latinoamericana de Mujeres, que abrió una sección en Montevideo12.

  • 13 Silvia Rodríguez Villamil, Las mentalidades dominantes en Uruguay. I. La mentalidad criolla tradici (...)
  • 14 José Pedro Barrán, Historia de la sensibilidad en el Uruguay. Tomo 2: El disciplinamiento (1860-192 (...)
  • 15 Emilio Frugoni, Las tres dimensiones de la democracia, Buenos Aires, Editorial Claridad, 1944. La F (...)

6Silvia Rodríguez Villamil ha resaltado que la modernización polarizó en Uruguay varias concepciones del mundo. Desde la perspectiva criolla, lo nuevo supuso la invasión de personas e ideas con una forma de vida que nada tenía que ver con la propia13. Por otra parte, la revolución demográfica y cultural de 1900 se vio fragmentada por diversos factores: la clase social, el género, la etnia, las culturas políticas, la oposición entre el campo y la ciudad y la resistencia al batllismo de las clases conservadoras, los estancieros y los representantes del capital extranjero. La sensibilidad civilizada a la que se refiere Barrán14, representada en gran medida por Batlle y sus seguidores, contó con el respaldo de amplios sectores de la pequeña burguesía urbana y el proletariado, incluso de quienes en las filas de éste apostaron por los planteamientos de Emilio Frugoni, fundador del Centro Obrero Socialista en 1904, o por la Federación Obrera Regional Uruguaya (FORU), anarquista, que surgió en 190515.

  • 16 José Pedro Barrán, Historia de la sensibilidad …Tomo 2: El disciplinamiento…, op. cit.
  • 17 Las propuestas sobre educación sexual, amor libre, anticoncepción y eugenesia circularon de la mano (...)
  • 18 Michel Foucault, Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones, Madrid, Alianza, 2012.

7La adopción de una forma de vida civilizada conllevaba el rechazo de la pena de muerte y de la violencia física bajo todas sus formas, la condena del crimen pasional y del matrimonio indisoluble, la reprobación de los «juegos» de máscaras del Carnaval, las demostraciones de barbarie del gaucho, el ocio desmedido y el libertinaje sexual16. El elemento clave del proceso civilizador fue la disciplina aplicada al cuerpo, el espíritu y la mente mediante la educación laica, el trabajo, el ahorro, la higiene pública y privada, el ejercicio de sanas costumbres y la adopción –minoritaria, es cierto– de las prácticas anticonceptivas postuladas por radicales, ácratas y feministas17. Recordemos que ese sentido de la disciplina sería minuciosamente analizado y contextualizado por Foucault en los años setenta del pasado siglo XX18.

  • 19 El partido liberal–librepensador surgió en 1903. Aunque su trayectoria fue efímera, logró implantar (...)

8La promulgación de las primeras leyes de divorcio, cuyo estudio, inseparable, a nuestro juicio, de la coyuntura batllista, constituye el objetivo de estas líneas, fue una medida moderna, higiénica, opuesta a la concepción sacramental del matrimonio, a las viejas costumbres y a la moral religiosa. De ahí el duro combate entablado entre los partidarios de aprobarlo y sus oponentes. Combate que se libró, también, entre las mujeres católicas y las liberales (librepensadoras)19 en el tablero de las asociaciones, la prensa y las giras propagandísticas, como tendremos ocasión de ver.

Divorcio: ideas, valores y sensibilidades en una sociedad polarizada

  • 20 Samuel Blixen y Ángel Adami, Sangre de hermanos, Montevideo, Universidad de la República, 1905.
  • 21 Pablo de Silveira y Susana Monreal, Liberalismo y jacobinismo en el Uruguay batllista, Montevideo, (...)
  • 22 Jean Paul Scot, L’État chez lui, l’Église chez elle. Comprendre la loi de 1905. Paris, Editions du (...)
  • 23 Gerardo Caetano y Roger Gaymonat, La secularización uruguaya (1859-1919). Tomo I. Catolicismo y pri (...)

9El batllismo fue un movimiento político transformador que fomentó la constitución de una sociedad civil organizada y permeable, consolidó una clase media con voz propia y propició la salida a la luz de un feminismo plural por su color político y sus estrategias. Uruguay – «la Suiza de América» en las primeras décadas del novecientos– legisló la jornada laboral de ocho horas, abolió la pena de muerte, garantizó la asistencia a los sectores marginados y creó un modelo de seguridad social que sería imitado por numerosos países iberoamericanos. El Estado de Bienestar representó, en palabras del propio Batlle, «el escudo de los débiles» (mujeres, personas ancianas, niños/niñas, la clase obrera), concedió derechos y garantizó una mayor calidad de vida, pero sin cuestionar la raíz de las desigualdades. Batlle en su primera etapa de gobierno (1903-1910) puso fin a la última guerra civil20 y desarrolló una parte de su programa político adoptando numerosas medidas secularizadoras –la retirada de símbolos religiosos de los edificios públicos y la implantación de la escuela laica, denominada la «escuela sin Dios» por sus adversarios políticos– y leyes modernizadoras, como las de divorcio de 1907 y 1910, que propiciaron intensos debates parlamentarios, fuertes campañas mediáticas y serios enfrentamientos con los sectores conservadores y católicos. Los batllistas facilitaron una «reforma cívica y moral» que provocó la primera tormenta radical del novecientos21. Uno de sus objetivos fue situar, como exigió Víctor Hugo en la Asamblea Nacional de Francia el año 1850, al Estado en un sitio y a la Iglesia en otro22. La «separación» animó el debate sobre la laicidad durante décadas y sacó a relucir los combates librados para secularizar los servicios públicos y las administraciones, la escuela, el espacio (nombre de calles, plazas, monumentos) y el tiempo (reformas del calendario, fiestas). Los nuevos rituales cívicos contribuyeron a abolir los «prejuicios» religiosos y originaron una escala de valores secularizada23.

  • 24 Antonio M. Grompone, La ideología de Batlle, Montevideo, Editorial ARCA, 1962, p. 17–21. El preside (...)

10En su segunda presidencia (1911-1915) Batlle abordó la nacionalización de empresas, el problema de la tierra y la cuestión educativa: multiplicó el número de escuelas laicas, extendió la enseñanza secundaria a las mujeres y fomentó los estudios universitarios creando nuevas facultades y licenciaturas. Su juramento para acceder al poder: «Por mi honor de hombre y ciudadano» vaticinó su pretensión de consolidar el proceso de secularización del espacio público y de privatizar lo religioso. Por ello prohibió la presencia del Ejército y de la bandera nacional en las ceremonias religiosas argumentando que era una imposición eclesiástica contraria a la libertad de conciencia24. La promulgación en 1913 de la ley de divorcio que permitía a la mujer obtenerlo por su voluntad, sin acogerse a ninguna causa, fue precedida por largos debates parlamentarios y levantó ampollas entre conservadores y católicos, que criticaron su talante feminista –un arma de destrucción de los hogares cristianos– y consideraron que se trataba de un peligroso hito en la escalada institucional de separación Estado–Iglesia institucionalizada, finalmente, en la Constitución de 1917.

  • 25 Michele Perrot, «Dramas y conflictos familiares, en Philippe ARIÈS y Georges DUBY (dirs.), Historia (...)
  • 26 Alfred Naquet, La loi du divorce, Paris, Bibliothèque Charpentier, Eugène Fasquette Editeur, 1903.
  • 27 Un hombre excelente y una mujer virtuosa podían transformarse durante su convivencia matrimonial en (...)
  • 28 Michele Perrot, «Dramas y conflictos familiares…», op. cit., p. 289-290.

11El joven Batlle tuvo ocasión de viajar a Europa y residir en París en 1879-1881. En esta ciudad acudió a clases de filosofía en la Sorbona y el Colegio de Francia, leyó a Carlos Krause, Julián Sanz del Río y Enrique Ahrens, asistió a debates legislativos, exposiciones y conferencias. En las tertulias se empapó de la «cultura del secreto», uno de los rasgos de la identidad individual construida en el cruce de los siglos que atañía a los asuntos privados, comprobando que las formas de guardarlo o de romperlo, sobre todo si eran «secretos de alcoba» (impotencia, enfermedades venéreas, locura, violencia sexual, adulterio), estaban condicionadas por la clase social y por el sexo. En 1880, mientras él paseaba, leía o visitaba las exposiciones parisinas, se produjeron 4.000 separaciones matrimoniales casi siempre a petición de las mujeres (93%), en su mayoría madres de familia maltratadas, injuriadas, engañadas muchos años por su pareja25. El divorcio, prohibido desde 1816, se aproximaba. Batlle vivió de cerca las campañas mediáticas sobre el proyecto de ley del radical Alfred Naquet, aprobado en 1884 con el respaldo de toda la izquierda en un clima de grandes tensiones. La ley no contemplaba el divorcio por mutuo acuerdo o por incompatibilidad de caracteres sino por diferentes causas, entre ellas los abusos y agravios que imposibilitaban la convivencia matrimonial26. Cuando se promulgó la nueva ley, el futuro presidente uruguayo ya había regresado a su país. Mientras tanto, los conflictos domésticos, las tragedias conyugales, el abandono, los gritos, los golpes y el crimen ganaron espacio en los juzgados y periódicos franceses27, rebelando el uso de una doble vara de medir por parte los jueces, que consideraban inviolable la correspondencia del esposo mientras sometían a un severo escrutinio la de la esposa, o aceptaban como prueba los insultos al marido, pero no los de éste a la mujer28.

Cuadro 1.

Hombres de 18 a 50 años

53

Mujeres de 18 a 50 años

70

Total

123

Divorcios en Francia. Sexo y edad. Año 1901. Por cada 10.000 personas casadas.

Fuente: Anne MARTIN–FUGIER: «Los ritos de la vida privada burguesa», in Philippe ARIÈS y Georges DUBY (dirs.), Historia de la vida privada. Tomo 4. De la Revolución Francesa a la Primera Guerra Mundial (bajo la dirección de Michelle Perrot), Madrid, Taurus, 1989, p. 252.

  • 29 Víctor J. Ortega Muñoz, ¡Extra, extra! Poder, información y noticias de sucesos en la Restauración, (...)

12Contraviniendo a los detractores del divorcio, en este país la ley se aplicó con timidez hasta 1903, año en que se presentaron 15.000 peticiones. Como veremos, en Uruguay, llegado el momento, ocurriría otro tanto. Pero en ambos países ni el proceso de secularización, ni la introducción de pautas de conducta más modernas ni las campañas feministas lograron impedir que los conceptos de honor masculino y honra femenina continuaran vigentes hasta bien avanzado el siglo XX. Es cierto que la nueva moral se situó al margen de los presupuestos eclesiásticos, pero el secreto individual fue una cuestión compleja. La imposibilidad de trazar una línea divisoria entre lo público y lo privado hizo que creciera la prensa de sucesos y se multiplicaran las opiniones sobre el divorcio en numerosos países. La encuesta de la española Carmen de Burgos en el Diario Universal de Madrid es un ejemplo29.

  • 30 El «Crimen del Hotel del Prado» implicó a dos conocidas familias de la sociedad uruguaya: los Lator (...)
  • 31 El matrimonio civil, la Ley de Educación Secundaria y Universitaria y la secularización de los ceme (...)

13El batllismo procuró salvaguardar los principios éticos individuales y preservar la intimidad de las miradas externas, dos objetivos poco compatibles cuando se abordaban actos de violencia de género y «crímenes de alcoba», algunos, muy llamativos, protagonizados por las élites montevideanas30. Los gobernantes aceleraron el paso para introducir el divorcio en la legislación, complementando la ley de matrimonio civil aprobada en 1885 durante la «primera oleada anticlerical» uruguaya, matrimonio que precedía siempre y en cualquier circunstancia al matrimonio religioso, reducido a un mero asunto de conciencia31.

14Para hacer frente a los avances del proyecto secularizador las autoridades eclesiásticas organizaron la Liga Católica de Mujeres y la Federación de la Juventud Católica, entre otras asociaciones. Así mismo, impulsaron el Álbum de firmas contra el Divorcio, la lectura de la «buena prensa» –El Bien, El Eco de las Damas Católicas, El Amigo del Obrero, El Demócrata–, la publicación de cientos de hojas informativas sobre «los peligros del Siglo y la proliferación de las ideas modernas», la apertura de colegios religiosos, la celebración, en fin, de Misas, Cruzadas, Ejercicios Espirituales y otros actos destinados a reanimar a una sociedad que sufría «una crisis del alma».

Cuadro 2.

A favor de la secularización

A favor del catolicismo

Retirada de imágenes y otros símbolos religiosos.

Lanzamiento de la Cruzada Pro–Cristo. Organización y extensión de la Liga de Damas Católicas del Uruguay por toda la República.

Supresión de la ayuda económica del Estado a los Seminarios Diocesanos y otros centros formativos religiosos.

Incremento de las donaciones a los Seminarios Diocesanos y a los cultos religiosos.

Implantación de la ley de divorcio.

Álbum de firmas de las mujeres católicas contra el divorcio presentado a la Asamblea Nacional.

Expulsión de las Hermanas del Huerto de las Casas de Caridad.

Manifestación de 10.000 personas contra la expulsión de las órdenes religiosas de hospitales y asilos.

Supresión de la enseñanza religiosa en los colegios estatales.

Fundación de Colegios Católicos (Santa Isabel, San Eugenio, Santa lucía, La Unión, entre otros). Promoción de clases de catequesis por los comités de la Liga de Mujeres Católicas.

Propaganda librepensadora en la prensa batllista y liberal.

Propaganda católica en la prensa y otros foros.

Organización de conferencias y otros actos públicos a favor de la secularización de la sociedad.

Conferencias organizadas por la Liga de Damas Católicas en Montevideo y en numerosos Departamentos de la República. Actos de propaganda en medios obreros y formación de comités populares.

Actos culturales relacionados con una moral laica.

Constitución de la Comisión de Censura de la Liga de Damas Católicas contra las obras teatrales consideradas inmorales, la «mala prensa» y las «lecturas inapropiadas».

Discursos y prácticas de vida en Uruguay a comienzos del siglo XX.

Fuente: El Eco de la Liga de las Damas Católicas del Uruguay, Montevideo, Año II, nº 14, 15 de julio de 1908.

  • 32 Alain Corbin y Hervé Mazurel (dir.), Histoire des sensibilités, París, Presses Universitaires de Fr (...)

15Esta polarización se expresó mediante ideas, valores, prácticas de vida, percepciones y emociones que reflejan un fuerte apego o desapego a las mismas, entre otras manifestaciones, frecuentemente apasionadas e intensas, relacionadas con diferentes comunidades políticas, cívicas y religiosas32.

Combate de damas. Católicas frente a liberales (y viceversa)

  • 33 Silvia Rodríguez Villamil y Graciela Sapriza, Mujer, Estado y Política…, op. cit., p. 31-32.
  • 34 Los datos proceden del Censo de Población de Uruguay, año 1908. Ver José Pedro Barrán y Benjamin Na (...)
  • 35 La trayectoria de la Liga durante el periodo 1907-1913 en El Eco de la Liga de Mujeres Católicas de (...)
  • 36 José Pedro Barrán y Benjamin Nahum, Batlle, los estancieros..., op. cit., p. 47-62.

16Según el Censo de 1908, la población femenina constituía en Uruguay el 49% del total: unas 500.000 mujeres entre 1.039.078 habitantes. De ellas el 86% eran nativas y el 14% extranjeras. Las trabajadoras solían ser mujeres solteras (70%) y menores de 35 años (77%). Desempeñaban oficios feminizados: lavanderas, planchadoras, obreras de las industrias del vestido y el calzado, criadas y cigarreras. Los empleos cualificados, entre los que destaca el de maestra, representaban entre el 3 y el 8% de la población activa femenina33. El nuevo modelo demográfico uruguayo, caracterizado por una natalidad más reducida, fue fruto del retraso de la edad de matrimonio de la mujer, del acceso de esta a la educación primaria y secundaria, de la necesidad de conciliar trabajo y familia y de la irrupción de una mentalidad más moderna que contribuyó, sobre todo en Montevideo, a extender las ideas malthusianas entre radicales, ácratas y socialistas, creando un modelo de familia formada por 4 o 5 hijos frente a las familias del interior del país formadas con 7 u 834. En el clima de confrontación ideológica, cultural y emocional al que nos estamos refiriendo, la caída de la natalidad produjo un gran escándalo en los sectores conservadores, encabezados por la Liga de Mujeres Católicas35, que hablaban de «impiedad» y de la necesidad de defender el hogar cristiano frente al divorcio, el aborto y «otros secretos monstruosos» –preservativos, esponjas vaginales y espermicidas– que habían sido revelados por Emilio Zola en Fecondité o por Luis Bulffi en Huelga de vientres36.

  • 37 Silvia Rodríguez Villamil y Graciela Sapriza, Mujer, Estado ..., op. cit., p. 31-33.
  • 38 «América Latina será grande, fuerte y gloriosa (…) si por encima de las fronteras convencionales qu (...)
  • 39 Silvia Rodríguez Villamil y Graciela Sapriza, Mujer, Estado ..., op. cit., p. 50-54.
  • 40 Ana Lía Rey, «María Abellá de Ramírez: librepensadora, maestra, periodista y feminista en Nosotras (...)

17No olvidemos que el Código Civil sometía a las mujeres a un régimen discriminatorio. Exigía obediencia al marido –el administrador de los bienes parafernales y conyugales–, negaba a las madres el ejercicio de la tutela sobre su descendencia y prohibía a las mujeres que actuaran como testigos en los juicios, entre otras limitaciones37. Esta situación condujo a los batllistas a mitigar el peso de las estructuras patriarcales mediante medidas políticas y leyes acordes con lo que el filósofo Carlos Vaz Ferreira, uno de los colaboradores del presidente, definió como el «feminismo de la compensación». Las reformas sirvieron de catalizador para que las mujeres adquirieran conciencia de su discriminación, se organizaran y movilizaran. Algunas representantes de las clases medias y altas uruguayas recorrieron Europa y establecieron contactos y redes internacionales sin perder de vista su identidad americana, fruto del cruce de elementos autóctonos con otros venidos de fuera, como sostenía Rodó en Ariel38. Entre ellas destacan la ginecóloga y librepensadora Aurora Curbelo, una de las primeras médicas del país, la ferviente defensora del «sano feminismo cristiano» Laura Carrera de Bastos, una de las animadoras de la Liga de Damas Católicas, y la médica, sufragista y abolicionista Paulina Luisi. Las defensoras del feminismo obrero de raíz socialista y anarquista cruzaron el Río de la Plata en numerosas ocasiones, incluso recalaron en Madrid y Barcelona más de una vez. Alicia Moreau, Sara Justo, María Collazo, Juana Rouco Buela y Virginia Bolten, entre otras, establecieron un sólido cordón de organizaciones, actividades y publicaciones entre Buenos Aires, La Plata y Montevideo39. Por otra parte, el feminismo laicista representado por la maestra y librepensadora uruguaya María Abellá, impulsora de las revistas Nosotras y La Nueva Mujer, y la periodista española Belén Sárraga, directora del diario El Liberal de Montevideo,40 lograron consolidar una red de mujeres librepensadoras acorde con los objetivos secularizadores del batllismo, sin renunciar a la emancipación femenina: las Damas Liberales.

  • 41 El Bien, Montevideo, 5 de julio de 1906.
  • 42 El Eco de la Liga de Damas Católicas del Uruguay, Año I, nº 1, Montevideo, 31 de enero de 1907; Lau (...)

18Frente a ellas se alzaba la Liga de Damas Católicas. Esta asociación, constituida en agosto de 1906, pretendía conseguir el rearme ideológico de las fieles, fortalecer la sociabilidad femenina, establecer alianzas dentro y fuera de la República –sobre todo con Francia y España– y organizar campañas de opinión y movilizaciones contrarias al proceso secularizador. Sus dirigentes se inspiraron en la trayectoria de la Ligue de Dames Catholiques Françaises, fundada en 1902 para combatir las políticas anticlericales. Procedían de familias patricias, «todo de lo que más distinguido tiene nuestra sociedad»41, mujeres cultas, casadas con ricos hacendados, abogados y médicos. Reunidas en el Club Católico, trazaron un plan de trabajo en el que figuraba la fundación de una revista, siguiendo las directrices establecidas por las damas francesas: El Eco de la Liga de Damas Católicas de Uruguay, que vio la luz en Montevideo en enero de 1907. En su primera editorial, «Lo que es… lo que quiere la Liga», la publicación justificó sus orígenes debido a «la indignidad general ante los ultrajes a la religión católica y a la necesidad de [establecer] una patria cristiana, esclarecer los espíritus y prestar servicios». La Liga llevó a cabo una labor apostólica, cultural y política en la familia, el taller y la sociedad, basándose en los preceptos expuestos por Laura Carrera de Bastos, una de sus dirigentes, en la obra Feminismo cristiano: básicamente, la consolidación de una relación fluida entre las clases sociales y la devolución del «reino de Dios a la Patria y la libertad al Uruguay» 42.

  • 43 Christine Ehrick, The Shield of the Weak… op. cit., e Inés Cuadro Cawen, Feminismos y política en e (...)

19Las mujeres de la Liga extendieron su organización por todo el país y compaginaron el apostolado y la acción social con campañas de filiación, conferencias, catequesis, distribución de la prensa católica y apertura de colegios religiosos. Pronto se sumaron a la organización mujeres creyentes de las clases medias y de los sectores populares. A las obreras se les ofreció la posibilidad de aprender un oficio, recibir lecciones de higiene y sanidad, disponer de «buenas lecturas», obtener recomendaciones laborales y disfrutar de actividades de ocio43. Además, se las adoctrinó contra las uniones de hecho y otras costumbres que constituían un ataque a la iglesia, la patria, la familia y la civilización.

  • 44 Algunos historiadores consideran exagerada esta cifra. Ver Gerardo Caetano y Roger Gaymonat, La sec (...)
  • 45 «El divorcio». El Eco de la Liga de las Damas Católicas, Año III nº 41, Montevideo, 15 de noviembre (...)
  • 46 Laura Carrera de Bastos, Acción social de la mujer ante el divorcio absoluto. Conferencia precedida (...)
  • 47 Roger Chartier, El mundo como representación, Barcelona, Gedisa, 1992.

20No obstante, el eje central de las movilizaciones fueron las campañas contra el divorcio. En 1905 se publicó el Álbum de Firmas contra el Divorcio con las rúbricas de 93.000 católicas que exigían a la Asamblea Nacional la retirada del proyecto en nombre del decoro de la mujer uruguaya y de las familias cristianas44. Después, una vez organizada la Liga, sus integrantes difundieron la Pastoral del arzobispo Mariano Soler a la feligresía: «¡Vosotros jamás podréis acogeros a la ley de divorcio, que debéis considerar en conciencia como si no existiera!». Incansables, combatieron la ley y posteriormente la reforma de 1910, que ampliaba y mejoraba, como veremos, las condiciones de la ley anterior. El Eco de la Liga de las Damas Católicas se dirigió a las mujeres: «Vosotras sois las que más perdéis al romper un vínculo que solo puede romper la muerte: la consideración social… la felicidad y el amor de vuestros hijos…la paz de vuestras respectivas familias… y la paz de vuestras conciencias»45. Otra muestra de esta actitud de rechazo fue la conferencia de Laura Carreras de Bastos: Acción social de la mujer ante el derecho de divorcio absoluto, que se publicó después. En ella instaba a las fieles a reflexionar sobre las consecuencias morales y materiales de la ruptura matrimonial y pedía el establecimiento de una Asociación contra el Divorcio que se inspirara en los principios del sano feminismo cristiano46. La Liga se opuso, como era de esperar, a la ley de divorcio de Ricardo Areco (1913), que permitía a las mujeres obtenerlo por su sola voluntad, y continuó con sus campañas de propaganda, apostolado y acción social. En relación con la contundente respuesta que recibieron de las Damas Liberales, hay que recordar que la polarización entre sensibilidades opuestas entraña representaciones «de sí» y de «lo otro» en el lenguaje, las imágenes, los discursos, los escritos y las prácticas de vida47.

  • 48 María Dolores Ramos y Víctor J. Ortega Muñoz, «La circulación de las ideas y las prácticas sociocul (...)
  • 49 María Dolores Ramos, «La República de las librepensadoras…, op. cit., p. 46-50.
  • 50 «Las Asociaciones de Damas Liberales», El Liberal, Montevideo, 7 de julio de 1909.
  • 51 El Liberal, Montevideo, 21 de agosto de 1909.
  • 52 Los estatutos en El Liberal, Montevideo, 22 de septiembre de 1908.

21Las Damas Liberales de Uruguay surgieron en octubre de 1906, tras la clausura del Congreso Universal del Librepensamiento de Buenos Aires. La propagandista española Belén Sárraga, que había participado en ese congreso, organizó el primer núcleo en Montevideo aprovechando el clima político, los lazos de amistad que la unían al presidente Batlle, librepensador como ella, sus contactos femeninos en la región del Rio de la Plata y el respaldo de la Federación Internacional del Librepensamiento48. El modelo asociativo elegido era muy similar al de las sociedades que Sárraga había constituido previamente en España49. Las Damas Liberales difundieron en Uruguay los preceptos del feminismo laicista y social (educación, trabajo, protección de la maternidad, derechos civiles) que había triunfado en varios países europeos. Pretendían emancipar a las mujeres en el marco de las políticas secularizadoras batllistas y la cultura de izquierdas entendida con un sentido amplio: «prensa de combate», giras de propaganda y prácticas de vida situadas en las antípodas de las defendidas por las mujeres católicas50. Eran mujeres burguesas y de las clases medias, instruidas y pertenecientes a familias liberales vinculadas al Partido Colorado en Montevideo y en otros departamentos del interior entre los que sobresalía el de Durazno. Sus estatutos, publicados en El Liberal, periódico que ellas calificaban de modesto en términos económicos, pero «con un capital de ideas y de buenos propósitos»51, planteaban la necesidad de difundir la propaganda anticlerical y respaldar las reformas educativas, el divorcio y el derecho de los hijos/hijas naturales, entre otras medidas. Las mujeres liberales se consideraban un elemento central en la lucha Iglesia/Estado, por sus roles socializadores y por su capacidad de secularizar el hogar52. Mantenían que secularización y libertad debían trasladarse a la vida cotidiana y al ámbito privado donde, vaticinaban, encontrarían problemas debido al egoísmo del sexo opuesto. Por ello solicitaban el respaldo –o quizá la aquiescencia– de los compañeros de filas para animar a sus esposas, hermanas e hijas a sumarse a las Damas Liberales.

  • 53 El Liberal, Montevideo, 25 de junio, 6 y 8 de agosto de 1908. Sobre Otilia Schultze, Christine Ehri (...)
  • 54 El Liberal, Montevideo, 13 de octubre de 1908.
  • 55 «Divorcio y derecho de los hijos naturales», El Liberal, Montevideo, 10 de junio de 1908.
  • 56 Víctor J. Ortega Muñoz y Nuria Félez Castañé, «Primer Congreso Femenino…, op. cit. nota 11.

22Belén Sárraga, María Gambin Blanc y Otilia Schultze, conocida en Durazno como la «Generala del Ejército de las Mujeres», extendieron la organización de mujeres liberales a Sarandí el Grande, Florida, Minas, Tuacarembó, Rivera, Paisandú, San José, Salto y Canelones53, mostrando el camino recorrido a otras mujeres: las giras de propaganda, veladas culturales, conferencias y movilizaciones. Rechazar la tutela eclesiástica y las leyes patriarcales era uno de sus objetivos. Estaban convencidas de que el feminismo era «ese avasallador movimiento a favor de un derecho justo [que derrotaría] a la vieja y cascada voz de la Iglesia»54. En este sentido, ligaban la emancipación femenina, la moral laica y el divorcio: «¿No es una mujer divorciada cien veces más honorable y menos lesiva para la sociedad que una ligada por un vínculo indisoluble a traicionar sus votos? Contesten a esto los hechos que a diario se producen, llenando de cieno y de vergüenza el hogar que llaman puro, casto y virtuoso»55. Las Damas Liberales participaron en todas las campañas divorcistas organizadas en Uruguay, seguidas después en Chile, Argentina y otros países de América Latina56.

Divorciarse: por qué y cómo: las leyes de 1907, 1910 y 1913

  • 57 Domingo Arena, Divorcio y matrimonio…, op. cit., p. 13-14.
  • 58 Ibidem.
  • 59 José Pedro Barrán, Intimidad, divorcio y nueva moral… op. cit., p.107.

23La primera ley de divorcio se promulgó en Uruguay el 26 de octubre de 1907, después de tres largos años de debates parlamentarios y mediáticos que reflejaron los antagonismos y las diferentes sensibilidades de una sociedad dividida, como hemos tenido ocasión de ver. Una vez aprobada, no iba a ser fácil para los jueces dictaminar sobre una “materia”, el matrimonio, que, según el batllista Domingo Arena, era “el contrato de lo imprevisto por excelencia”, pues antes y después de su firma entraban en juego deseos, sentimientos, hechos morales y materiales que podían cambiar de un día para otro57. Tampoco ayudaban las costumbres de la época: el puritanismo del cortejo, aburrido y casi siempre en presencia de terceros, la defensa de la virginidad por parte de la novia, “con las manos, a codazos, a rodillazos”, y la represión sexual generalizada. Mucha gente, precisaba Arena, pasado un día de la celebración de las nupcias tenía la percepción de haber contraído matrimonio con una persona distinta de la imaginada o incluso con la persona equivocada58. Peor era constatar, pasado un tiempo, las ausencias, las infidelidades o el abandono del cónyuge, experimentar la violencia sexual, los insultos y, en casos extremos, ser víctima de los “crímenes pasionales” que salían a la luz en la prensa, las comisarias y los juzgados, aireando los secretos de la vida privada. Pero ni siquiera los grandes dramas conyugales moverían las convicciones y la sensibilidad de conservadores y católicos, para quienes el matrimonio era un sacramento, una institución indisoluble. Incluso hubo liberales templados que se mostraban dispuestos a preservar el viejo orden conyugal alegando que los legisladores no debían amparar a los que por su mala conducta y debilidad de carácter no merecían amparo público59.

  • 60 Mariano Soler, Pastoral sobre el divorcio. Montevideo, Tipografía de M. Martínez, 1905. Ricardo Rod (...)
  • 61 Un detallado análisis de los debates en José Pedro Barrán, Intimidad, divorcio y nueva moral…, op. (...)
  • 62 Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes, Tomo 91, 4 de octubre de 1907, p. 92.

24El proyecto de la primera ley de divorcio fue presentado por el político y jurista Carlos Oneto y Viana en 1905. En él se recogían varias de las propuestas de Setembrino Pereda, el diputado del partido colorado y masón que había fracasado en 1902. Sin duda la llegada de Batlle al poder abrió una etapa más propicia para sacar adelante esta reforma del derecho de familia, aunque católicos y conservadores se opusieron por ser, afirmaban, un síntoma de decadencia y corrupción de las costumbres contrario a la religión60. Los defensores de la propuesta sometieron a debate las causas para lograr la ruptura matrimonial. El hecho de que se requirieran pruebas y testigos que podían convertir las desavenencias de la pareja en públicas o semipúblicas proporcionó nuevos argumentos a quienes se oponían por razones ideológicas y morales61. Los batllistas Ricardo Areco y Pedro Manini Ros, conscientes de que había razones difíciles de probar, plantearon la necesidad de establecer el divorcio por mutuo acuerdo62. Así se evitaría que las cuestiones íntimas, los secretos de alcoba salieran a la calle. Había tres razones para acogerse a esta vía «pragmática y moderna»: evitar el escándalo, privar a la sociedad de espectáculos innecesarios y proteger a los hijos/as de revelaciones que podían herir sus sentimientos.

  • 63 Este requería dos actos de conciliación y podía solicitarse tras dos años de matrimonio, pero las p (...)
  • 64 Amadeo Almada, El divorcio, Montevideo, Barreiro y Ramos, 1905. Elena Sarli de Erro, Consideracione (...)

25El divorcio por mutuo consentimiento fue aprobado en la ley de 1907 con algunas restricciones63. En su articulado se sancionaron también las siguientes causas de ruptura matrimonial: el adulterio de la mujer en cualquier caso y circunstancia y el del marido si ocurría en la casa conyugal, con visible escándalo y/o con exhibición de la concubina; discriminación que reflejaba el peso de la doble moral sexual y el uso de una vara diferente de medir las conductas de mujeres y hombres en una sociedad «moderna» pero patriarcal. Así mismo, la ley contempló el divorcio por abandono del hogar durante más de tres años y por diversas violencias: atentar contra la vida del otro; las sevicias e injurias graves; las propuestas del marido de prostituir a la mujer; el conato por parte de uno o de los dos esposos de prostituir a sus descendientes; las riñas y disputas continuas y la condena penitenciaria de más de diez años64.

  • 65 José Pedro Barrán, Intimidad, divorcio y nueva moral…, op. cit., p. 85.
  • 66 «Las enmiendas de la ley de divorcio», El Liberal, Montevideo, 12 de junio de 1910 y Colección Legi (...)

26La indignación y el temor de los católicos a destruir la familia, mancillar el honor de la mujer y perder los valores patrios no se vieron confirmados con una elevada cifra de divorcios. La institución matrimonial no se hundió, como se preveía en ciertos sectores. Ni siquiera la segunda ley de 11 de julio de 1910, que incluía cambios de forma, aclaraba conceptos, eludía algunos errores observados en la práctica y eliminaba ciertas restricciones, lo logró. A pesar de que los excónyuges, una vez obtenido el divorcio por mutuo acuerdo, podían contraer nuevas nupcias en seguida y los/las demandantes solicitar el divorcio tantas veces como fuera necesario, porque «no es lógico considerar que lo que es bueno y justo la primera y la segunda vez, no lo sea la tercera»65. Con la reforma de 1910, los plazos se acortaron, los parientes fueron autorizados a actuar como testigos y se subsanó la cuestión de la patria potestad, concedida, anteriormente, al padre, aunque hubiera sido considerado culpable, igualando los derechos de mujeres y hombres respecto a los hijos/as que le fueron confiados para su custodia, y asumiendo el marido el pago de las costas66.

Cuadro 3.

1907

1908

1909

1910

1911

1912

TOTAL

Por causa determinada

10

87

66

63

97

32

335

Por mutuo acuerdo

5

35

32

29

33

16

150

Total, por año

15

122

98

92

130

48

505

Juicios de divorcio en Uruguay desde el 28-x-1907 hasta el 24-iv-1912.

Fuente: Archivo General de la Nación. Archivo Ricardo J. Areco. Caja 181. Carpeta 3. Documentos 40 y 41. Cit. en José Pedro Barrán, Intimidad, divorcio y nueva moral en el Uruguay del novecientos, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 2008, p. 108.

27El nuevo proyecto de ley de divorcio de Ricardo Areco, batllista, librepensador y masón, redactado con su compañero de filas Domingo Arena, se presentó el 26 de febrero de 1912. La propuesta contaba con un solo artículo que introducía la posibilidad de divorciarse por la voluntad de uno de los cónyuges tras dos años de matrimonio. Sus patrocinadores apelaban a la libertad personal, el bienestar privado y el derecho a la felicidad, cuestiones que representaban una defensa a ultranza de la intimidad y de la capacidad otorgada a la libre conciencia para divorciarse «sin ruido y sin escándalo». El procedimiento facultaba al juez para fijar tres audiencias previas de conciliación. En la primera se trataba con los dos cónyuges la situación en que quedarían los hijos/hijas y la pensión alimenticia que el marido debía pasar a la mujer, si el solicitante era él, siempre que ella no contrajera nuevas nupcias y llevara una «conducta honesta», apreciación que implicaba una vigilancia moral del comportamiento femenino. La segunda audiencia tendría lugar a los seis meses y la tercera al año. Si cumplido ese plazo no se había producido la reconciliación, el juez dictaría la sentencia de divorcio.

  • 67 Compilación de Leyes y Decretos de la República. Montevideo, 1913. Ley nº 4802. Divorcio por la sol (...)

28Ante este recorrido, católicos y liberales templados expresaron su temor a convertir la propuesta en un instrumento legal para que las esposas fueran abandonadas por sus maridos. Dentro y fuera de las Cámaras parlamentarias se alzó una barrera contra el Proyecto. Aunque Areco afirmó que las mujeres se acogerían al divorcio en mayor número que los hombres debido a los malos tratos que soportaban y al adulterio masculino, se extendió la idea de que ellas serían las principales víctimas. Por otra parte, el proyecto no contaba con el respaldo de la mayoría de la Cámara. Aconsejados por Batlle y sus colaboradores, Areco y Arena modificaron la propuesta, que se presentó finalmente como Ley de Divorcio por la sola voluntad de la mujer, sin necesidad de alegar ninguna causa. Esta vez hubo consenso. La ley, promulgada el 9 de septiembre de 191367, fue considerada un hito feminista, revolucionario, pionero en toda América Latina.

Cuadro 4.

Por diferentes causas.

Introducido en 1907

Consentimiento mutuo. Introducido en 1907 y modificado en 1910

Por la sola voluntad de la mujer.

Introducido en 1913

Adulterio de la mujer en cualquier circunstancia, o del marido en la casa conyugal, con escándalo público o exhibición de la concubina.

Atentar uno de los cónyuges contra la vida del otro. Se precisaba una sentencia criminal condenatoria.

Sevicias e injurias graves de uno respecto del otro. El juez tendrá en cuenta la educación y condición del cónyuge agraviado.

Propuesta del marido de prostituir a la mujer.

Conato del marido o de la mujer de prostituir a sus descendientes.

Por riñas y disputas continuas que imposibilitan la vida en común.

Por condena de uno de los esposos a pena penitenciaria de más de diez años.

Por abandono voluntario del hogar de uno de los cónyuges durante más de tres años.

Se eliminan en la reforma algunas restricciones de la ley anterior.

Los excónyuges, una vez dictada la sentencia de divorcio, podrán casarse de inmediato sin esperar los dos años establecidos en la ley de 1907.

El divorcio podrá obtenerse cuantas veces fuera necesario.

La mujer podrá acogerse al divorcio pasados dos años del matrimonio, tras fallar las tres audiencias de conciliación.

La demandante no necesita acogerse a ninguna causa para divorciarse

Esta forma de divorcio no obliga al marido a pagar a la esposa una contribución económica.

La mujer queda libre para fijar su domicilio y emplearse.

Formas de divorcio en Uruguay. Período 1907-1913.

Fuente: Elaboración propia.

Conclusiones

29El estudio de las primeras leyes de divorcio en Uruguay pone de relieve el cruce de experiencias políticas, discusiones parlamentarias, sustratos culturales, movilizaciones sociales, vivencias personales y sentimientos expresados de forma apasionada en diferentes foros. Los defensores de esta reforma del derecho de familia pertenecían a sectores ideológicos frecuentemente entrelazados: secularizadores, igualitaristas, progresistas, feministas, civilizadores, en suma, aunque según el protagonismo de los/las agentes sociales y los legisladores, según los momentos y las circunstancias, alguno de ellos sobresaliera sobre los demás. Por el contrario, conformando una de las vertientes de la guerra cultural librada entre sensibilidades diferentes durante el batllismo, los detractores del divorcio fueron los sectores conservadores, católicos, las elites patricias y las clases medias ligadas al viejo statu quo y que defendían el orden conyugal establecido.

  • 68 Batlle convivió con Matilde Pacheco, una mujer abandonada por su marido, antes de casarse con ella, (...)

30El divorcio fue para el batllismo un compromiso político, social, incluso emocional – con el que se implicó durante años el propio presidente68– acorde con la necesidad de hacer reformas y abrir caminos civilizadores. Fue, evidentemente, un elemento transformador de la familia, las mentalidades, las costumbres y la moral pública y privada. Incluso fortaleció el matrimonio civil al flexibilizarlo e identificarlo con el amor y el deseo, que son finitos, y con las circunstancias, que suelen cambiar. En ese marco, las leyes de 1907, 1910 y 1913, en especial esta última, representaron un paso al frente en la modernización de Uruguay, una prueba del avance social experimentado, de las nuevas pautas de conducta y de las mejoras de la condición femenina, resaltando el nuevo y más ventajoso estatus –sin desestimar límites y contradicciones– de las mujeres solteras, casadas y divorciadas en las primeras décadas del siglo XX.

Haut de page

Notes

1 La generación de 1900 combinó el decadentismo con el modernismo social y el batllismo, abriéndose a las influencias europeas. Integrada por los pensadores José Enrique Rodó y Carlos Vaz Ferreira, los poetas Julio Herrera y Reissig, Roberto de las Carreras y Emilio Frugoni, el dramaturgo Florencio Sánchez y los narradores Horacio Quiroga y Carlos Reyles contó con la destacada presencia en sus filas de las escritoras Delmira Agustini y María Eugenia Vaz Ferreira : Arturo S. Visca, «Vida literaria, una visión del novecientos», Dossier: Montevideo entre dos siglos (1890-1914), Cuadernos de Marcha, nº 22, 1969, p. 27-38.

2 Juan Antonio Varese, Personajes y tertulias en cafés y bares de Montevideo, Montevideo, Planeta, 2018; VV.AA., Mujeres uruguayas. El lado femenino de la historia, Montevideo, Santillana, 2005, 2 vols.

3 Hugo Achugar, Poesía y sociedad (Uruguay 1880-1911). Montevideo, ARCA, 1985.

4 El Partido Colorado acogió en sus filas a liberales «templados» y radicales, batllistas, socialdemócratas y conservadores que bascularon desde el centro derecha al centro izquierda, según las coyunturas históricas. Ver José Rilla y Jaime Yaffé, Partidos y movimientos políticos en Uruguay. Historia y presente, Colorados, Montevideo, Crítica, 2021.

5 Gerardo Caetano, La República batllista. Montevideo, Editorial de la Banda Oriental, 2011 y Milton I. Vanger, The Model Country: José Batlle y Ordóñez, 1907-1915, Lebanon, New Hamsphire, University Press of New England, 1981.

6 José Pedro Barrán y Benjamin Nahum, Batlle, los estancieros y el imperio británico. Tomo I. El Uruguay del novecientos, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1979, p. 102. Sobre la fundación en 1906 de la Federación Republicana Española y la Federación Iberoamericana de Librepensamiento ver La Conciencia Libre, 47, 49, 50, 51, 53, 54 y 56, publicados entre el 16 de junio y el 22 de diciembre de 1906, y El Liberal, Montevideo, 5 de mayo y 29 de septiembre de 1910.

7 José Pedro Barrán y Benjamin Nahum, Batlle, los estancieros..., op. cit., p. 98-99.

8 En 1914 el Censo Nacional de Argentina daba a conocer la presencia de 88.700 residentes uruguayos en este país. José Pedro Barrán y Benjamin Nahum, Batlle, los estancieros..., op. cit., p. 33, 41 y 43.

9 Belén de Sárraga, A través de un continente. El clericalismo en América, Lisboa, Lux, 1914, p. 16.

10 Ver Florencia Peyrou y Darina Martykánová (coords.), La historia transnacional, Madrid, Marcial Pons, 2015.

11 El relato sobre el Congreso Librepensador de 1906 en La Conciencia Libre, Málaga, nºs 29, 37, 47, 49, 50, 51, 53, 54 y 56, publicados entre el 16 de junio y el 22 de diciembre de 1906.

12 José Madueño, «Problemas americanos. Confederación Latinoamericana», Vida Marítima, nº 168, 30 de agosto de 1906, p. 463. Sobre los orígenes de la Federación Femenina Latinoamericana, Víctor J. Ortega Muñoz y Nuria Félez Castañé, «Primer Congreso Femenino Internacional de Buenos Aires (1910). Por la emancipación, los derechos sociales y el sufragio en América Latina», Arenal, vol. 31, nº 2, 2024, en prensa. El núcleo montevideano en Silvia Rodríguez Villamil y Graciela Sapriza, Mujer, Estado y Política en el Uruguay del siglo XX, Montevideo, Ediciones de la Banda oriental, 1984, p. 40.

13 Silvia Rodríguez Villamil, Las mentalidades dominantes en Uruguay. I. La mentalidad criolla tradicional. Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1968.

14 José Pedro Barrán, Historia de la sensibilidad en el Uruguay. Tomo 2: El disciplinamiento (1860-1920), Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1989.

15 Emilio Frugoni, Las tres dimensiones de la democracia, Buenos Aires, Editorial Claridad, 1944. La Federación Obrera Regional Uruguaya (F.O.R.U) se puso al frente de las primeras huelgas ocurridas en Montevideo en 1906. Aunque con señas de identidad y estrategias propias, los dirigentes de ambas organizaciones colaboraron con Batlle.

16 José Pedro Barrán, Historia de la sensibilidad …Tomo 2: El disciplinamiento…, op. cit.

17 Las propuestas sobre educación sexual, amor libre, anticoncepción y eugenesia circularon de la mano de Luis Bulffi, Roberto de las Carreras, la malograda escritora Delmira Agustini, asesinada por su marido, y Paulina Luisi, entre otros. En relación con el primer feminismo uruguayo ver Christine Ehrick, The Shield of the Weak. Feminism and the State. Uruguay 1903-1933. Alburquerque, University of New Mexico Press, 2005 y más recientemente Inés Cuadro Cawen, Feminismos y política en el Uruguay del novecientos (1906-1932), Internacionalismo, culturas políticas e identidades de género, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental–Asociación Uruguaya de Historiadores, 2018.

18 Michel Foucault, Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones, Madrid, Alianza, 2012.

19 El partido liberal–librepensador surgió en 1903. Aunque su trayectoria fue efímera, logró implantarse en 1908-1910, compitiendo con el Partido Colorado. Las diferencias entre liberalismo a secas y liberalismo librepensador fueron difundidas por Belén Sárraga en El Liberal, Montevideo, 31 de mayo y 2 de junio de 1908. Ver también Arturo Ardao, Racionalismo y liberalismo en el Uruguay, Montevideo, Universidad de la República, 1962.

20 Samuel Blixen y Ángel Adami, Sangre de hermanos, Montevideo, Universidad de la República, 1905.

21 Pablo de Silveira y Susana Monreal, Liberalismo y jacobinismo en el Uruguay batllista, Montevideo, Taurus, 2003.

22 Jean Paul Scot, L’État chez lui, l’Église chez elle. Comprendre la loi de 1905. Paris, Editions du Seuil, 2005.

23 Gerardo Caetano y Roger Gaymonat, La secularización uruguaya (1859-1919). Tomo I. Catolicismo y privatización de lo religioso. Montevideo, Taurus, 1997; María Dolores Ramos, «La República de las librepensadoras (1890-1914): laicismo, emancipismo, anticlericalismo», Ayer, nº 60 (4), 2005, p. 46-50.

24 Antonio M. Grompone, La ideología de Batlle, Montevideo, Editorial ARCA, 1962, p. 17–21. El presidente apostó por un Uruguay «a la francesa». Ver Jacqueline Lalouette, La République anticléricale. XIXe-XXe siècles, Paris, Éditions du Seuil, 2002 y La libre pensé en France. 1848-1940, Paris, Albin Michel, 1997.

25 Michele Perrot, «Dramas y conflictos familiares, en Philippe ARIÈS y Georges DUBY (dirs.), Historia de la vida privada. Tomo 4. De la Revolución Francesa a la Primera Guerra Mundial (Bajo la dirección de Michele Perrot), Madrid, Taurus, 1989, p. 289-290.

26 Alfred Naquet, La loi du divorce, Paris, Bibliothèque Charpentier, Eugène Fasquette Editeur, 1903.

27 Un hombre excelente y una mujer virtuosa podían transformarse durante su convivencia matrimonial en dos personas detestables. El juez debía probarlo. Más difícil resultaba aclarar las «misteriosas» vicisitudes entre una pareja y en plena noche, sin testigos. Domingo Arena, Divorcio y matrimonio, Discurso pronunciado en el Senado uruguayo con motivo de la discusión del Proyecto Areco sobre divorcio unilateral en las sesiones de los días 31 de julio, 2 y 6 de agosto de 1912, Montevideo, O. M. Bertani editor, 1912, p. 54-55.

28 Michele Perrot, «Dramas y conflictos familiares…», op. cit., p. 289-290.

29 Víctor J. Ortega Muñoz, ¡Extra, extra! Poder, información y noticias de sucesos en la Restauración, Zaragoza, Pórtico, 2018; Carmen de Burgos Seguí, El divorcio en España, Madrid, M. Romero Impresor, 1904.

30 El «Crimen del Hotel del Prado» implicó a dos conocidas familias de la sociedad uruguaya: los Latorre Reyes y los Rodríguez Larreta. La esposa, sobre la que recaía la acusación de adulterio, fue asesinada en ese hotel por su marido en pleno proceso de separación. José Pedro Barrán, Intimidad, divorcio y nueva moral en el Uruguay del novecientos. Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 2008, p. 90-95 y Amor y transgresión en Montevideo, 1919-1930, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 2001.

31 El matrimonio civil, la Ley de Educación Secundaria y Universitaria y la secularización de los cementerios desataron en 1885 la primera tormenta anticlerical del siglo XIX. Gerardo Caetano y Roger Gaymonat, La secularización uruguaya (1859-1919). Tomo I…, op. cit., p. 70-72.

32 Alain Corbin y Hervé Mazurel (dir.), Histoire des sensibilités, París, Presses Universitaires de France, 2022, p. 8 y ss.

33 Silvia Rodríguez Villamil y Graciela Sapriza, Mujer, Estado y Política…, op. cit., p. 31-32.

34 Los datos proceden del Censo de Población de Uruguay, año 1908. Ver José Pedro Barrán y Benjamin Nahum, Batlle, los estancieros..., op. cit., p. 58-62.

35 La trayectoria de la Liga durante el periodo 1907-1913 en El Eco de la Liga de Mujeres Católicas del Uruguay, que hemos consultado en su totalidad.

36 José Pedro Barrán y Benjamin Nahum, Batlle, los estancieros..., op. cit., p. 47-62.

37 Silvia Rodríguez Villamil y Graciela Sapriza, Mujer, Estado ..., op. cit., p. 31-33.

38 «América Latina será grande, fuerte y gloriosa (…) si por encima de las fronteras convencionales que la dividen en naciones, levanta su unidad`[y] la magna confederación». José Enrique Rodó, Ariel, Madrid, Ediciones Alba, 1985, p. 10-11.

39 Silvia Rodríguez Villamil y Graciela Sapriza, Mujer, Estado ..., op. cit., p. 50-54.

40 Ana Lía Rey, «María Abellá de Ramírez: librepensadora, maestra, periodista y feminista en Nosotras y La Nueva Mujer», Mora, Revista del Instituto Interdisciplinario de estudios de Género, Buenos Aires, nº 27, 2021, p. 139-158; María Dolores Ramos, «Belén Sárraga. Una obrera del laicismo, el feminismo y el panamericanismo en el mundo ibérico», Baética nº 28, 2006, p. 689-708.

41 El Bien, Montevideo, 5 de julio de 1906.

42 El Eco de la Liga de Damas Católicas del Uruguay, Año I, nº 1, Montevideo, 31 de enero de 1907; Laura Carrera de Bastos, Feminismo cristiano, Montevideo, La Buena Prensa, 1907.

43 Christine Ehrick, The Shield of the Weak… op. cit., e Inés Cuadro Cawen, Feminismos y política en el Uruguay…, op. cit., ambas referencias en la nota 6 de este artículo.

44 Algunos historiadores consideran exagerada esta cifra. Ver Gerardo Caetano y Roger Gaymonat, La secularización uruguaya, Tomo I…, op. cit., p. 94. Archivo Histórico de la Biblioteca del Poder Legislativo, Álbum de firmas de las mujeres católicas contra el divorcio dirigido a la Asamblea Nacional, 1905. Reedición de la Biblioteca del Poder Legislativo, Montevideo, 2012.

45 «El divorcio». El Eco de la Liga de las Damas Católicas, Año III nº 41, Montevideo, 15 de noviembre de 1910.

46 Laura Carrera de Bastos, Acción social de la mujer ante el divorcio absoluto. Conferencia precedida de una nota del Excmo. Administrador Apostólico de la Arquidiócesis Monseñor Ricardo Isasa. Montevideo, Imprenta de la Buena Prensa, 1909.

47 Roger Chartier, El mundo como representación, Barcelona, Gedisa, 1992.

48 María Dolores Ramos y Víctor J. Ortega Muñoz, «La circulación de las ideas y las prácticas socioculturales del feminismo librepensador en la región uruguaya del Río de la Plata: la Asociación de Damas Liberales de Uruguay (1906-1911)», XVI Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea, Universidad de La Rioja, Logroño, 7-9 de septiembre de 2023.

49 María Dolores Ramos, «La República de las librepensadoras…, op. cit., p. 46-50.

50 «Las Asociaciones de Damas Liberales», El Liberal, Montevideo, 7 de julio de 1909.

51 El Liberal, Montevideo, 21 de agosto de 1909.

52 Los estatutos en El Liberal, Montevideo, 22 de septiembre de 1908.

53 El Liberal, Montevideo, 25 de junio, 6 y 8 de agosto de 1908. Sobre Otilia Schultze, Christine Ehrick, The Shield of the Weak…, op. cit, p. 57-58.

54 El Liberal, Montevideo, 13 de octubre de 1908.

55 «Divorcio y derecho de los hijos naturales», El Liberal, Montevideo, 10 de junio de 1908.

56 Víctor J. Ortega Muñoz y Nuria Félez Castañé, «Primer Congreso Femenino…, op. cit. nota 11.

57 Domingo Arena, Divorcio y matrimonio…, op. cit., p. 13-14.

58 Ibidem.

59 José Pedro Barrán, Intimidad, divorcio y nueva moral… op. cit., p.107.

60 Mariano Soler, Pastoral sobre el divorcio. Montevideo, Tipografía de M. Martínez, 1905. Ricardo Rodríguez Molas, Divorcio y familia tradicional, Buenos Aires, Centro Editor, 1984.

61 Un detallado análisis de los debates en José Pedro Barrán, Intimidad, divorcio y nueva moral…, op. cit., p. 103-107 y ss.

62 Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes, Tomo 91, 4 de octubre de 1907, p. 92.

63 Este requería dos actos de conciliación y podía solicitarse tras dos años de matrimonio, pero las partes implicadas tenían que esperar otros dos años para contraer nuevo matrimonio. Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes, Tomo 189, 19 de febrero de 1907, p. 30.

64 Amadeo Almada, El divorcio, Montevideo, Barreiro y Ramos, 1905. Elena Sarli de Erro, Consideraciones sobre la evolución del derecho de familia uruguayo: posterior a 1868. Montevideo, FCU, 1993.

65 José Pedro Barrán, Intimidad, divorcio y nueva moral…, op. cit., p. 85.

66 «Las enmiendas de la ley de divorcio», El Liberal, Montevideo, 12 de junio de 1910 y Colección Legislativa de la República Oriental de Uruguay, Montevideo, 1910, Ley del 11 de julio de 1910.

67 Compilación de Leyes y Decretos de la República. Montevideo, 1913. Ley nº 4802. Divorcio por la sola voluntad de la mujer y Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes, Tomo 227, 4 de septiembre de 2013, p. 206.

68 Batlle convivió con Matilde Pacheco, una mujer abandonada por su marido, antes de casarse con ella, lo que provocó un gran escándalo social.

Haut de page

Pour citer cet article

Référence électronique

María Dolores Ramos Palomo et Víctor J. Ortega Muñoz, « Sensibilidades, modernidad y divorcio en el Uruguay de Batlle: entre el reformismo social, la secularización y el bienestar privado (1907-1913) »Cahiers de civilisation espagnole contemporaine [En ligne], 33 | 2024, mis en ligne le 29 avril 2025, consulté le 15 mai 2025. URL : http://journals.openedition.org/ccec/19990 ; DOI : https://doi.org/10.4000/13tx8

Haut de page

Droits d’auteur

CC-BY-NC-ND-4.0

Le texte seul est utilisable sous licence CC BY-NC-ND 4.0. Les autres éléments (illustrations, fichiers annexes importés) sont « Tous droits réservés », sauf mention contraire.

Haut de page
Search OpenEdition Search

You will be redirected to OpenEdition Search