• 1 Sobre la pervivencia de unas cuantas unidades italianas en los ejércitos hispanos remito a las pág (...)

1La presencia militar italiana constituía una parte significativa de los ejércitos de los Borbones durante toda la primera mitad del siglo xviii, y esto a pesar de la perdida de los territorios italianos, que formaban la herencia de los Austrias madrileños, al final de la guerra de Sucesión. A partir de la reforma del ejército que tuvo lugar al finalizar dicho conflicto, Felipe V decidió mantener en servicio unos cuantos regimientos de infantería italiana. A estas unidades en los decenios siguientes se añadieron nuevas unidades con ocasión de los conflictos que tuvieron lugar en el interior de la península italiana, en particular las dos guerras de Sucesión de Polonia y de Austria, que representaron el vértice de los intentos del monarca borbónico de recuperar la herencia perdida con las paces de Utrecht y de Rastadt1.

• 2 Andújar Castillo, 1991, p. 315.

2Además de esto, los italianos supusieron la nación más representativa dentro del alto mando de las fuerzas armadas hispanas y los oficiales originarios del Belpaese constituyeron el componente extranjero más importante al servicio de la monarquía, con un 2,77 % del total del cuerpo de oficiales frente al 1,72 % de flamencos, la comunidad más numerosa después de ellos, el 1,05 % de franceses, el 0,32 % de portugueses, el 0,22 % de irlandeses, el 0,12 % de alemanes y solo el 0,02 % de suizos2. Un servicio que no se limitaba sólo a los regimientos de origen italiano, dado que la oficialidad de esta nación fue repartida en varias unidades de naciones como los regimientos flamencos, suizos e irlandeses, o de peninsulares.

• 3 Sobre la política exterior del primer Borbón remito a las consideraciones de Ozanam, 1985, pp. 641 (...)
• 4 Domínguez Ortiz, 1976, pp. 73, 280-281; Molina Cortón, 2003, pp. 117 sqq.
• 5 En particular en el transcurso de las guerras de los años treinta y cuarenta, las levas en Italia (...)
• 6 Glesener, 2016, pp. 332-333.

3Algo que fue posible gracias a un conjunto de factores. En primer lugar, la participación masiva de la aristocracia en los planes de Felipe V servía para mantener viva la esperanza de recuperar los territorios perdidos al final de la guerra de Sucesión española. Aquella obsesión italiana catalizó toda la política exterior de España hasta por lo menos 17463, cuando el fracaso militar, el hundimiento financiero del país y el ascenso de Fernando VI hicieron que estos planes fueran definitivamente abandonados4, e incluso se premió a las élites italianas vinculándolas a la nueva dinastía. Además, el apoyo de esta oficialidad fue determinante para mantener fuertes enlaces en el territorio gracias a las relaciones que siguieron conservando con las realidades de las que provenían, lo que en último término favoreció la persistencia de un fuerte sentimiento filo-español. Estos oficiales en el transcurso de las guerras de la primera mitad del siglo se demostraron fundamentales para conseguir los hombres que necesitaba el ejército, levantando a su costa unidades enteras al servicio del rey5. Un cuadro de levas que se completó gracias a varias tentativas por parte de oficiales de regimientos extranjeros al servicio de España y en parte por la hacienda real hechas en la plaza de Génova que adquirió un papel fundamental en los asientos de la corona6.

• 7 Sobre la actitud de los ministros italianos del monarca: Caridi, 2014.
• 8 Si bien ya no relacionada a una recuperación integral de la antigua herencia de los Austrias, sino (...)

4Los italianos continuaron manteniendo en tiempo de Carlos III particulares ventajas en la Corte, cuando el joven rey —recién llegado desde Nápoles— se rodeó de varios ministros y cortesanos procedentes del Belpaese, que le ayudaron en sus proyectos de reforma del país y del imperio7, dando continuidad a la vieja política «italiana» del padre8. Incluso varios personajes italianos llegaron a ocupar puestos de gran relevancia en la cúpula militar hispana. Una posición de envidiable prestigio y preeminencia que conservaron hasta el fin del reinado y el principio del siguiente.

• 9 Sobre este punto remito a Maffi, 2014, pp. 47-48.
• 10 Una visión de conjunto de las estrategias de la nobleza italiana en Donati, 1995, pp. 237-368. Más (...)

5El segundo factor relevante para explicar esta persistencia de una tradición italiana en el ejército español, además de la benevolencia de los monarcas, es la tradicional vocación militar de las élites italianas. Un hecho casi totalmente desconocido por la historiografía italiana, que sigue viendo el siglo xviii como una época de total decadencia y pérdida de los valores marciales de sus élites9. Algo que respondía a unas exigencias familiares que todavía veían el servicio de las armas como una oportunidad para emplear a los segundones —aunque no sólo se alistarían éstos—, al servicio de un príncipe extranjero, para poder conseguir nuevos lucimientos y honores para el blasón familiar10.

• 11 Andújar Castillo, 2003, pp. 123-147.
• 12 «Potenciando el sistema de asientos con unos cuantos grandes asentistas, hay una clara voluntad de (...)
• 13 Ibid.
• 14 Sobre la actuación española en los ducados padanos de Parma y Plasencia véase las consideraciones (...)

6Con la paz de Aquisgrán y la sucesiva neutralización del Belpaese gracias al tratado de Aranjuez (1752), y con la llegada a un acuerdo definitivo entre los Borbones de Madrid y los Habsburgo vieneses que aportó la pacificación de la península italiana, el fin de la guerra provocó el progresivo abandono de la práctica de recurrir a las elites locales para obtener compañías y regimientos o en cualquier caso a nuevos soldados de agregarse a las unidades existentes. A partir de 1749, como bien indicado en las páginas de Francisco Andújar Castillo, las autoridades hispanas prefirieron recurrir al sistema del asiento encargando a un solo empresario la función de procurar, a cambio de cierta cantidad de dinero, los soldados necesarios para constituir los regimientos italianos11. Este sistema de la corona, ampliado a todas las unidades extranjeras en servicio en el ejército, recurría a un solo asentista al cual se dejaba la tarea de reclutar y transportar hacia la península un cierto número de nuevas reclutas, y tenía una doble finalidad : en primer lugar, el objetivo de racionalizar y centralizar el proceso de reclutamiento negociando con un único asentista12. Secundariamente, les permitía a las autoridades hispanas jugar un papel de mayor protagonismo creando un verdadero monopolio de la leva en mano de empresarios privados13. Fue un cambio radical en la tradicional política de la corona que vio centralizar todas las operaciones de reclutamiento en Parma y Plasencia, territorios que, según los términos de la paz de Aquisgrán, habían sido entregados al infante don Felipe, transformándose así en la principal base logística hispana en la península italiana hasta principio del siglo xix14.

• 15 De estos 14 000 bisoños se empeñaba a entregar en la plaza de Barcelona 6 000 en los primeros dos (...)
• 16 El padre, el barón Carlo, prestaba servicio en los ejércitos imperiales adonde llegó a ser tenient (...)
• 17 AGS, SG, leg. 5217, memorial del barón Castelli, sin fecha [1747].
• 18 AGS, SG, leg. 5217, carta del marqués de Valdecañas al marqués de la Ensenada, 11 de marzo de 1747 (...)
• 19 En 1746, gracias a sus vinculaciones con los cantones suizos y a algunas no tan claras relaciones (...)

7Así, el 3 de enero de 1749, el barón Giuseppe Castelli obtuvo el primer asiento de levas extranjeras con el cual se empeñaba a entregar 14 000 reclutas de todas las naciones en un plazo de seis años15. Natural de Milán, perteneciente a la pequeña nobleza milanesa con una cierta tradición militar familiar16, emigrado a los cantones suizos de los Grisones —donde se había naturalizado en la comunidad de Ardez gracias a sus esponsales con una rica patricia17—, Castelli era un profesional de la guerra que en ese momento estaba sirviendo con la graduación de capitán en un regimiento de infantería suiza18 y que ya en el pasado se había hecho cargo de un asiento de leva a favor de la monarquía19.

• 20 De 114 reclutas solo 81 habían sido aceptados con reservas por parte del inspector general de la i (...)

8En realidad, Giuseppe Castelli no cumplió nunca con sus obligaciones. Ya con ocasión del recordado asiento de 1746, hecho para aumentar los regimientos extranjeros, en varias ocasiones los altos mandos se habían quejado de la mala calidad de los reclutas, en particular los hombres enviados al depósito de Barcelona para ser admitidos en el regimiento de la guardia valona habían sido en buena parte desechados por estar enfermos, tiñosos o ser de baja estatura20.

• 21 AGS, SG, leg. 5219, memorial del barón Castelli, 16 de noviembre de 1756.
• 22 En sus continuas y reiteradas quejas, Castelli lamentaba también las dificultades encontradas en h (...)

9Quejas y problemas que volvieron a manifestarse con ocasión del nuevo asiento pues mostraron la total incapacidad del asentista para poder cumplir puntualmente con su obligación. Desde el 1 de abril de 1749, fecha con la cual empezó el asiento, hasta el 4 de marzo de 1752, solo se habían admitido para el servicio del rey 3 829 hombres, en el marzo siguiente el empresario había entregado al depósito un total de 5 674: poco más de la mitad de los 10 000 hombres que se había comprometido a reclutar21. Oprimido por las deudas contraídas para poder hacer frente a las levas y al transporte de éstas hasta Barcelona, —a pesar del real decreto de 14 de marzo de 1753 en el que se concedieron al asentista un bono de 1 000 pesos por cada 1 000 hombres presentados en el depósito y así poder hacer frente a los gastos de viaje—, a principios de 1756 Castelli renunció a proseguir su contrata y con decreto de 9 de marzo de aquel año se mandó cesar del todo las reclutas sin que él hubiese cumplido con lo capitulado22.

• 23 AGS, SG, leg. 5220, «Contrata Beltrán», 8 de marzo de 1756. Marcos Antonio estaba sirviendo como a (...)
• 24 Sobre el servicio militar como forma de promoción social y las formas de venalidades ocultas en el (...)

10A beneficiarse de la desgracia de Castelli fue Luis Martínez de Beltrán, que desde el 1721 estaba empleado al servicio del rey en Italia y residente en Génova, donde su familia poseía varios bienes y relaciones con varias grandes casas mercantiles, ejerciendo el cargo de tesorero del Real Giro, el cual propuso de hacerse cargo de una leva de 2 000 soldados al precio de 14 pesos, un peso menos por hombre respeto al precedente asiento de Castelli. Hombres que él se encargaba de levantar en los territorios italianos, en particular en Parma y Plasencia, con los gastos de enganche, subsistencia y conducción hasta Barcelona que iban todos por su cuenta. En cambio pedía una patente con sueldo de teniente coronel por su hijo mayor, Marcos Antonio, y otra patente de capitán por el hermano menor de este, Teodoro, y su agregación al regimiento de infantería de Nápoles23. Personaje de oscuros inicios, Beltrán veía como muchos de sus contemporáneos creían que el servicio militar era la forma más rápida de poder conseguir un ennoblecimiento o, en cualquier caso, un ascenso social. Además de esto, el reclutar soldados era en general un proceso venal cuyo objetivo principal era obtener una fulminante promoción en el escalafón militar por todos aquellos que habían gastado su dinero en conseguir soldados para el servicio del rey24.

• 25 Según los cálculos del inspector general de la infantería, Beltrán entregó en el depósito un total (...)
• 26 AGS, SG, leg. 5220, memorial del teniente coronel Marcos Antonio Martínez de Beltrán y de su herma (...)
• 27 AGS, SG, leg. 5219, «Contrata del barón Castelli», 7 de noviembre de 1756. En realidad, el asentis (...)

11Las dificultades encontradas por parte de Luis Martínez de Beltrán, que a duras penas consiguió por fin entregar en Barcelona los 2 000 soldados de su contrata25, el gran coste del transporte, con la Republica de Génova que persistía en su prohibición de conceder el transito en sus territorios obligándole a buscar una vía alternativa, hicieron así que el asentista renunciase a la idea de embarcarse en otro asiento de levas26. De hecho, ya mucho antes que acabase el término previsto por la contrata, dado el corto número de tropas que Beltrán se había empeñado a proveer y las manifiestas dificultades que estaba encontrando, hicieron así que ya pocos meses después de la firma del asiento la corona buscase un candidato dispuesto a hacerse cargo de las levas. Por tanto, frente a la falta de otros candidatos, la corte aceptó la propuesta de un redivivo barón Castelli, que con el asiento hecho el 7 de noviembre de 1756, y definitivamente aprobado el 11 de febrero siguiente, se comprometía a entregar 4 600 hombres en el término de cuatro años, con la posibilidad de incrementar este número a otros 4 000 soldados hasta un total de 8 600, a un precio rebajado de 13 pesos y medio: un peso y medio menos respecto a su asiento precedente27. Además de esto Castelli pedía para sí mismo, una vez cumplido el plazo de las levas, la plaza de brigadier general en los reales ejércitos con un sueldo mensual de 2 000 reales.

• 28 AGS, SG, leg. 5219, carta de Filippo Ventura a Ricardo Wall, 9 de agosto de 1760.
• 29 El viejo soldado, que no quería de ninguna manera proseguir el asiento, se había presentado en Par (...)
• 30 El secretario del infante don Felipe, duque de Parma, el francés Guillaume Du Tillot, en sus infor (...)
• 31 En realidad, según el parecer de Du Tillot, no era la viuda quien quería proseguir el asiento, sin (...)

12En realidad, como en la precedente ocasión, Castelli no consiguió cumplir con sus obligaciones, dado que en total pudo entregar solo 807 reclutas de los 4 600 prometidos puesto que el 29 de julio de 1760 falleció en Parma28. La muerte repentina del asentista dejó sin alternativas a la corte, pues el padre del barón, el teniente coronel Carlo Castelli, rehusó hacerse cargo del asiento29 y la viuda era una persona juzgada como incapaz de tener entendimiento, ni de hacer cosa alguna30. A pesar de ello se decidió dejar a manos de la viuda la continuación de la recluta hasta tanto que se sirviese de tomar una nueva resolución31.

• 32 AGS, SG, leg. 5223, Requisitos que concurren en la persona de don Bartolomé Puigvert y meritos que (...)
• 33 AGS, SG, leg. 5219, memorial de Bartolomé Puigvert, 11 de agosto de 1760.
• 34 AGS, SG, leg. 5219, carta de Juan Cornejo a Ricardo Wall, 11 de agosto de 1760.

13La brusca desaparición de Castelli abrió las puertas a una nueva ola de peticiones por parte de unos cuantos personajes que querían hacerse cargo del asiento de tropas extranjeras en Italia. Hombres como el mercader Bartolomé Puigvert, que a principios del verano de 1760 avanzó su propuesta para encargarse del asunto. De origen catalán, natural de Lloret, se definía persona de familia buena y honrada, de mucho crédito y fama no solo en Cataluña sino en Génova, adonde se estableció a partir del 1734, como también en otras partes de Italia y en Alemania. El mercader con ocasión de las pasadas guerras de Italia había prestado sus servicios a la corona transportando tropas, reclutando hombres, prestando dinero y haciéndose cargo de varias provisiones de víveres para el ejército. Finalizados los conflictos a partir de 1749 Puigvert no había dejado de prestar sus servicios a la corona, dado que se había hecho cargo del transporte de las reclutas desde Italia a Barcelona y de los correos que se enviaban a España por la ruta marítima. Además de esto había continuado ocupándose del comercio de granos y de otros frutos y géneros extranjeros manteniendo cinco embarcaciones propias, barcos que en alguna ocasión se habían dedicado al corso en las aguas del Mediterráneo actuando en contra de los corsarios berberiscos32. Puigvert se ofrecía levantar 10 000 hombres en 10 años, a cambio pedía 15 pesos por cada hombre entregado en la plaza de Barcelona, la concesión de doce patentes en blanco de oficiales, y una vez cumplida la mitad de la leva, que el rey otorgase a su hijo Luis patente y sueldo de capitán de infantería y, una vez cumplido el asiento, la de teniente coronel33. El embajador en Génova, recomendándolo, recordaba que Puigvert, además de ser un fiel y leal vasallo del rey, aunque no era un militar, podía atender muy bien el asunto pues por tener barcos propios podía ser más puntual en el transporte de las reclutas. Además de esto recordaba que como se trataba de un hombre con un cierto caudal, la real hacienda no correría el riesgo de un descubierto en materia de anticipaciones —lo que había ocurrido en tiempo de Castelli, cuando se le anticiparon por tres veces 6 000 pesos en cada una—, y que de hecho el suplicante no pretendía dinero por anticipado34.

• 35 AGS, SG, leg. 5221, memorial de Giovanni Battista Betti, 23 de julio de 1760.
• 36 AGS, SG, leg. 5221, contra de Juan Betti, 9 de septiembre de 1760.
• 37 AGS, SG, leg. 5221, carta del marqués de Revilla a Guillermo Du Tillot, 22 de octubre de 1760.

14Otro personaje que apareció fue el coronel Giovanni Battista Betti, sargento mayor de la plaza de Parma, soldado de carrera con quince años de servicio en los reales ejércitos subiendo por todo el escalafón desde la graduación de cadete, participando en las campañas de Italia donde fue herido un par de veces, y quien ya antes de la muerte de Castelli, informado de la gravedad de la enfermedad que padecía su compatriota, pidió poderse hacer cargo del asiento35. Betti ofrecía reclutar en un término de 8 años 12 000 soldados en Italia al precio de 13 pesos y medio (la misma cifra de Castelli) sin otras condiciones36. La experiencia mostrada en materia de levas, dado que el suplicante ya en tiempo de la última guerra se había distinguido en alistar tropas italianas para el rey, el hecho de pedir menos dinero con respecto a Puigvert y menos concesiones, unidos a la consideración de ser militar, y buen conocedor del asunto, hicieron así que el rey al final concediese el asiento a Betti37.

• 38 AGS, SG, leg. 5221, carta de Guillermo Du Tillot a Ricardo Wall, 27 de octubre de 1760.
• 39 «Subito che mi viene impedito di reclutare li sudditi di S.A.R., io non sono più in positura di co (...)
• 40 AGS, SG, leg. 5221, carta del rey al secretario Esquilace, 22 de septiembre de 1761.

15Sin embargo, en los meses siguientes a la concesión del precioso asiento Giovanni Battista Betti tuvo que hacer frente a una serie de problemas. En primer lugar el ministro del duque de Parma, Guillaume Du Tillot, negó al coronel poder reclutar a los súbditos de su señor, permitiendo solo la leva de desertores y vagabundos extranjeros que erraban por el ducado38. Una limitación que hizo enfurecer a Betti que amenazó con dejar la contrata si no se le aplicaban las mismas condiciones concedidas a sus antecesores39, obteniendo en cambio solo una subida del precio que llegó a los 15 pesos por cada soldado entregado en Barcelona40.

• 41 AGS, SG, leg. 5221, carta de Giovanni Battista Betti a Ricardo Wall, 26 de diciembre de 1760.
• 42 AGS, SG, leg. 5222, carta de don Juan Cornejo a Ricardo Wall, 11 de octubre de 1762. Según el emba (...)

16No solo las limitaciones impuestas por parte del duque de Parma limitaron las capacidades de Betti de conseguir hombres: a causa del estado de guerra el precio de la «carne de cañón» en Italia había subido mucho por las grandes levas que estaban haciendo los comisarios imperiales y los franceses agraviando ulteriormente la posición del asentista41. Las cosas empeoraron debido a las malas relaciones existentes entre Betti y Puigvert, al cual no hizo claramente particularmente gracia el perder el lucroso asiento, lo que retrasaba enormemente el envío de los bisoños a España, puesto que el mercader catalán pretendía más dinero para el transporte, y el italiano no perdía ocasión para lamentar la mala voluntad del rival y amenazaba siempre con rescindir el contrato aprovechándose de la situación42.

• 43 Andújar Castillo, 2004, pp. 353-354.
• 44 En los años siguientes Betti representó en varias ocasiones su voluntad para poder volver a ejerce (...)

17Después de cuatro años era bien clara la incapacidad de Betti de poder cumplir su palabra, dado que el coronel había entregado en Barcelona solo poco más de 2 500 reclutas de los 12 000 que tenía que enviar43. La Secretaría de Guerra optó, por fin, rescindir el contrato no obstante de la fiera oposición de Betti que insistía para poder mantener el asiento44.

• 45 AGS, SG, leg. 5223, contrata de Marcos Antonio Martínez de Beltrán, 30 de mayo de 1764. Pero Carlo (...)

18En el caos provocado por la incompetencia de Betti quien supo aprovechar la situación fue Marcos Antonio Martínez de Beltrán que en 1763 ofreció hacerse cargo de una leva de 4 000 italianos en tiempo de cuatro años al precio de 13 pesos y medio y la concesión de la graduación de coronel, en consideración a los meritorios servicios del padre y al hecho de que hacía ocho años que servía con el puesto de teniente coronel en el regimiento de Nápoles, obteniendo el asiento el año siguiente45.

• 46 AGS, SG, leg. 5222, carta de Marcos Antonio Martínez de Beltrán al Antonio Manso, 3 de agosto de 1 (...)
• 47 AGS, SG, leg. 5223, carta de Marcos Antonio Martínez de Beltrán al marqués de Esquilache, sin fech (...)

19La nueva contrata de Beltrán, sin embargo, no empezó bajo los mejores auspicios. Éste, ya en los primeros meses de su contrata, tuvo que hacer frente al odio manifiesto de Betti que, perdido el asiento de extranjeros, supo conseguir el empleo de inspector general de todas las levas que se hacían en los territorios del duque de Parma por cuenta de Su Alteza. Aprovechándose del puesto el viejo asentista había dado disposiciones a sus comisarios de impedir la recluta de Beltrán, bajo el pretexto de que el duque necesitaba de gente para poder completar los tres regimientos de infantería a su servicio46. Solo la resolutiva intervención del marqués de Esquilache pudo superar este compás de espera con el infante Felipe que concedió a Marcos Antonio el permiso de poder proseguir sus reclutamientos al mismo tiempo que a Betti47.

• 48 Maffi, 2014, p. 54.
• 49 Corvisier, 1964, t. I, p. 273.

20No obstante, al apoyo conseguido por parte de los ministros españoles las dificultades que encontraba el asentista para poder cumplir con sus obligaciones seguían siendo insuperables. Como sus antecesores, encontraba problemas en reclutar súbditos del duque de Parma, mientras otros estados italianos se negaban rotundamente a conceder el permiso de efectuar enganches en sus dominios. Así, para poder solucionar el déficit crónico de la «carne de cañón» que le estaba afectando y contrariamente a lo previsto por sus capitulaciones, a principios de 1765 empezó a buscar empeños en Córcega. Esta isla, posesión todavía de la Republica de Génova, tenía un largo historial como abastecedora de mercenarios para las huestes de media Italia. Además de ser el tradicional lugar de reclutamiento de dicha República, aquí levantaban armados los ejércitos de Nápoles, Toscana y del Pontífice. Los corsos se había hecho una fama de feroces luchadores en los ejércitos hispanos, participando desde el siglo xvi en las guerras de Flandes y todavía a principios del siglo xviii los Borbones habían formado un regimiento, el de Córcega, que tuvo parte en las campañas de la primera mitad del siglo48. Sin embargo, fue sobre todo Francia, a partir de la segunda mitad del siglo xvii, quien supo aprovecharse de las oportunidades ofrecidas para conseguir miles de soldados para sus ejércitos y trataba el territorio de la isla como su reserva personal de caza para completar los regimientos corsos y, en general, de extranjeros a su servicio49.

• 50 Sobre la rebelión de Córcega al dominio Genovés, que dará lugar a una larga lucha destinada a dura (...)
• 51 AGS, SG, leg. 5223, carta del marqués de Grimaldi al marqués de Esquilache, 3 de mayo de 1765.
• 52 AGS, SG, leg. 5223, carta de Marcos Antonio Martínez de Beltrán al marqués de Esquilache, 30 de ma (...)

21La actuación de Martínez de Beltrán provocó una fuerte reacción por parte de las autoridades francesas. Pues este contactó con varios empresarios isleños, sin previa autorización de parte de la República, utilizando los buenos servicios del cónsul de Cerdeña en Bastia, el conde Rivarola, que era sospechoso de mantener buenas relaciones con Pasquale Paoli, el líder de los rebeldes contra el dominio genovés, empeñados en una encarnizada lucha por la independencia y que de hecho a esta altura controlaba buena parte de la isla50. El duque de Choiseul acusó abiertamente al oficial español no solo de mantener relaciones con los rebeldes en un momento en el cual el reino de Francia estaba activamente empeñado en ayudar a la República enviando tropas a la isla, sino de alistar a los corsos desertores del servicio de Luis XV en grave perjuicio de la alianza existente entre las dos coronas51. La dura intervención del ministro francés obligó a las autoridades hispanas a prohibir rotundamente a Martínez de Beltrán de recurrir a este subterfugio para poder cumplir con su capitulación y de licenciar y entregar a los franceses a los hombres ya alistados52.

• 53 AGS, SG, leg. 5223, «Requisitos que concurren en la persona de don Bartolomé Puigvert y meritos qu (...)

22Los grandes inconvenientes que surgieron de este escándalo, las dificultades encontradas por parte del asentista en encontrar nuevos reclutas hicieron así que ya a lo largo de 1765 llegasen a Madrid peticiones de mercaderes dispuestos a relevar el encargo. El primero en moverse fue Bartolomé Puigvert, el hombre de negocios catalán, que ya hemos visto que deseaba hacerse cargo de la contrata, pues en septiembre de aquel año dio los primeros pasos para tantear el terreno y ver si podía aprovecharse de las ocasiones que se ofrecían53.

• 54 Sobre el papel del todopoderoso ministro del infante Felipe remito a las consideraciones expuestas (...)
• 55 Sobre los cambios ocurridos durante el reinado de Carlos III remito a las páginas de Torres Sánche (...)

23Sondeos que no dieron los resultados esperados, pero el destino del asiento de Marcos Antonio Martínez de Beltrán estaba de hecho ya sentenciado. A partir de 1766 la Secretaría de Guerra decidió aceptar la propuesta del ministro parmesano, Guillaume Du Tillot54, de hacerse cargo por vía de comisión de la leva de reclutas extranjeras en Italia, dando así por cumplido el asiento con Marcos Antonio Martínez de Beltrán, que no había podido proporcionar en dos años más de 1.400 reclutas al depósito de Barcelona. Se trataba, en la práctica, de un sistema más próximo al acuerdo diplomático entre Parma y Madrid que un reclutamiento privado, que se encuadraba en los cambios de los sistemas de levas puestas en marcha durante la segunda mitad del siglo por parte de la Monarquía española que a lado del clásico asiento veían el recurso más masivo a la comisión, como en este caso, y a la gestión directa55.

• 56 AGS, SG, leg. 5223, «Copia del detalle de gastos que presenta Guillermo du Tillot…», sin fecha (pe (...)
• 57 Andújar Castillo, 2003, pp. 144-145.
• 58 «El acuerdo con el ministro parmesano demuestra una vez más el deseo de la corona española de tene (...)
• 59 Ibid.

24El recurso a una leva por comisión, algo distinto respecto a un asiento, preveía el envío de un oficial, en este caso el mismo secretario de Parma, para hacerse cargo de las levas por un tiempo indefinido y sin especificar el número de hombres que éste tenía que proporcionar. Se trataba, sin duda alguna, de un sistema algo más barato para poder conseguir hombres, dado que, según los términos de la capitulación última hecha con Marcos Antonio Martínez de Beltrán, la leva y transporte de 1 000 hombres desde Parma a Barcelona venía a costar a la real hacienda 205 334 liras, en moneda parmesana, mientras que con el nuevo expediente se reducían a sólo 168 915 liras56. De hecho, el mismo Du Tillot había afirmado que la comisión «no era por empresa, sino por economía y por cuenta del Rey»57. Sin embargo, la decisión de pasar a una leva por comisión tuvo también otras motivaciones pues, según lo indicado por Thomas Glesener, este nuevo tipo de capitulación permitía a la Secretaría de Guerra mantener un control más firme sobre el reclutamiento en Italia creando además una red permanente para el enganche de los soldados58. Una red que supo demostrar toda su vitalidad, pues, a pesar de las críticas en contra de la mala calidad de los reclutas y la escasez del número de soldados proporcionados, consiguió sobrevivir, gracias también a las fuertes vinculaciones entre las dos cortes, hasta los años noventa del siglo59.

• 60 AGS, SG, leg. 5230, carta de don Alexo García a Juan Gregorio Muniaín, 25 de noviembre de 1766.
• 61 AGS, SG, leg. 5231, carta de Agustín Zenzano a Juan Gregorio Muniaín, 10 de noviembre de 1770. Sob (...)
• 62 Glesener, 2012, p. 245.

25El recurso a este nuevo expediente, como ya se ha recordado, no solucionó los problemas existentes debidos a la escasez de las reclutas y a su baja calidad. Ya pocos meses después de la entrada en vigor de dicho acuerdo el coronel Alejo García, comisionado en Barcelona para la admisión y aprobación de reclutas extranjeras, avisaba a la Secretaría de Guerra de que la mayor parte de las reclutas que remitía Du Tillot eran de muy baja talla (algunos no llegaban ni a los cinco pies), y que entre ellos había criminales sentenciados por la justicia, viejos y enfermos, con achaques y heridas que les impedían la más leve fatiga60. Las quejas en contra de los soldados proporcionadas por parte de Du Tillot continuaron en los años siguientes; recordaremos solo como en el mes de noviembre de 1770 el nuevo comisionado en Barcelona, Agustín Zanzano, avisaba que de las ultimas 84 reclutas había tenido que desechar 12 (6 por ser cortísimos de talla, otros 2 por igual motivo siendo a más el uno lelo y el otro bizco del ojo derecho y los 4 restantes por ser demasiado viejos, llagados y estropeados) y de muy mala gana había cogido los restantes y esto solo por estar obligado en virtud de la capitulación existente con Du Tillot61. En general todas las relaciones de estos años nos indican cómo las reclutas que llegaban de Parma eran en su gran mayoría de mala calidad, cortísimos de talla, de edad avanzada, muchos de ellos enfermos que habían llenado el hospital con sumo gravamen del erario que tenía que pagar los gastos de su hospitalización. Frente a todas estas declaraciones de varios comisarios de guerra parece claro que el verdadero interés del ministro francés en este acuerdo no era tanto el sacar un beneficio económico, sino librar al ducado de Parma de todo género de vagabundos y delincuentes62.

• 63 Contrata que había conseguido en tiempo del barón Castelli y que mantuvo hasta su muerte en 1780: (...)
• 64 AGS, SG, leg. 5228, propuesta de Bartolomé de Puigvert, sin fecha (pero principio de 1768).
• 65 AGS, SG, leg. 5228, carta de Juan María Gioia a Juan Gregorio Muniaín, 24 de mayo de 1768.
• 66 AGS, SG, leg. 5223, propuesta de Bartolomé Puigvert, sin fecha (pero mayo de 1768).
• 67 AGS, SG, leg. 5233, propuesta de Bartolomé Puigvert, 28 de septiembre de 1772; AGS, SG, leg. 5234, (...)

26Las reiteradas protestas en contra de la actuación del ministro parmesano hicieron así que en los años siguientes varios hombres de negocios intentasen recuperar el asiento de tropas extranjeras. Entre estos Bartolomé Puigvert, que mantenía en su poder el asiento para el transporte de las tropas extranjeras desde Italia63, fue seguramente el más activo. Este ya a principios de 1768 se ofreció a levantar 7 000 hombres en 10 años al precio de 15 pesos cada soldado, además de la concesión de la patente de comisario de guerra a beneficio de su hijo Luis64. Una propuesta que fue rechazada por ser corto el número de reclutas que ofrecía respecto a las gracias que pretendía (que incluían también un cierto número de patentes en blanco de oficiales para sus agentes que tenían que hacerse cargo de las levas en Italia)65 y que obligó al mercader catalán a presentar una nueva proposición algunas semanas después con la cual aumentaba el número de reclutas a 10 000 hombres, rebajando su coste a 14 pesos y medio por cada soldado: propuesta que fue nuevamente rechazada por parte del rey66. Un fracaso que no le impidió volver a presentar nuevas suplicas en los años siguientes, en 1772 y en 1776, propuestas que como las precedentes no encontraron el favor de la corte67.

• 68 AGS, SG, leg. 5233, propuesta de Luis Martínez de Beltrán, 18 de marzo de 1773.
• 69 AGS, SG, leg. 5233, carta de Giovanni Maria Gioia al conde de Ricla, 10 de agosto de 1773.
• 70 AGS, SG, leg. 5233, carta de Giovanni Maria Gioia al conde de Ricla, 16 de septiembre de 1773.

27También un viejo asentista como Luis Martínez de Beltrán intentó aprovechar la ocasión cuando en 1773 envió su propuesta de hacerse cargo de la contrata por el espacio de 20 años durante los cuales se empeñaba a entregar un total de 10 000 hombres a los reales ejércitos. Todo al precio de 30 pesos por recluta además de una serie de gracias que preveían la concesión del cargo de comisario general a su hijo, Antonio Martínez de Beltrán, y por cada 1 000 hombres entregados en Barcelona dos patentes de capitán de caballería o una de teniente coronel y otra de capitán de infantería68. Frente a la oposición de la corte, poco propensa a conceder la contrata de leva de tropas extranjeras al suplicante por no inclinar al real servicio el conceder tantos grados y sueldos, Martínez de Beltrán presentó otras dos ofertas. La primera, con la cual pedía 45 pesos por recluta con cuatro patentes sin sueldo, una de las cuales de brigadier para su hijo Marcos Antonio y las tres restantes de comisario de guerra69. Con la segunda reducía la duración del asiento a 10 años empeñándose en alistar 1 000 bisoños cada año limitando sus pretensiones a tres plazas de comisario de guerra (una para él mismo, una para uno de sus hijos y la otra para una persona de su confianza), además siete patentes de capitán de infantería, y se conformaba con recibir «solo» 30 pesos por soldado70.

• 71 AGS, SG, leg. 5233, carta del conde O’Reilly al conde de Ricla, 7 de septiembre de 1773.

28Pretensiones en cualquier caso exorbitantes que provocaron la dura reacción del conde O’Reilly que juzgaba el precio por muy crecido, el tiempo demasiado largo que, según sus palabras, «lo que les producirá en este término una renta segura y proporcionada al número de gente que hallasen barata, a ninguno reclutarán que no les deje ganancia; admitirán toda la mala gente de Italia, que es la más barata, harán subarriendos en todas partes con ganchos, y recogerán todos los malhechores, y escoria de Italia, como sucede actualmente», definiendo, por lo tanto, la contrata inadmisible y no conveniente71.

• 72 De origen genovés, perteneciente a una familia de tradiciones militares, el padre llegó a ser coro (...)
• 73 AGS, SG, leg. 5237, carta del conde Roncalli al conde de Ricla, 17 de abril de 1779.
• 74 AGS, SG, leg. 5237, memorial de Agostino Gasperi, 6 de noviembre de 1784.

29Igual éxito tuvieron las pretensiones del conde Roncalli, ingeniero en servicio en los reales ejércitos con la graduación de brigadier general72, y de Agostino Gasperi, porta-estandarte de la real compañía italiana de la guardia de corps. El primero en la primavera de 1779 ofrecía reclutar 2 000 hombres en dos años al precio de 30 pesos por cada recluta y la concesión de una patente de capitán y dos de teniente de dragones73. En cuanto al segundo, a finales de 1784 daba su disponibilidad para empezar una leva de 3 000 soldados durante seis años que iba a efectuar en los territorios de la Santa Sede, del archiduque de Toscana y de la República de Génova pidiendo, también él, además del dinero, la graduación de coronel en un regimiento de caballería y otra patente de teniente coronel para un pariente suyo74. Propuestas, como las anteriores, que fueron rechazadas por parte de la Secretaría de Guerra.

• 75 AGS, SG, leg. 6043, «Noticia de la fuerza de los regimientos extranjeros de infantería (excepto lo (...)
• 76 AGS, SG, leg. 6043, la Junta Suprema de Estado, 30 agosto 1791.

30A finales de los años ochenta parecía claro a todos que los varios métodos utilizados a partir de los años cincuenta para completar los regimientos extranjeros haciendo levas en Italia habían fracasado. El número de reclutas era siempre demasiado escaso y, como visto, muchas veces de mala calidad: unos verdaderos inútiles al servicio del rey. En 1791 una relación del inspector general de la infantería denunciaba en servicio solo 2 320 italianos en las unidades de línea: demasiado escasos para garantizar el mantenimiento de los dos regimientos75. De hecho esta incapacidad manifiesta de conseguir los hombres necesarios, unidos a la emergencia provocada por parte de la eclosión de la revolución francesa supuso, en el transcurso del mismo año, la decisión de suprimir el regimiento de Milán e integrar sus hombres en el de Nápoles76.

• 77 AGS, SG, leg. 5221, carta de Juan Cornejo a Ricardo Wall, 16 de diciembre de 1760.
• 78 Todavía en 1766 se estaba intentando poder conseguir el permiso de poder sacar gente de Toscana, p (...)
• 79 Ferrone, 2006, pp. 397-414.
• 80 Así en 1770 Guillaume Du Tillot recordaba como los imperiales pagaban 10 cequines por cada recluta (...)

32Seguramente más importante para poder explicar el declive de las capacidades españolas de conseguir soldados, fue el veto que varios estados italianos pusieron contra cualquier leva en sus territorios. La prohibición de hacer levas en Génova77, en Toscana78 y, como hemos visto, en Parma y Piacenza dejó a la corona sin la posibilidad de abastecerse en territorios que habían aportado varios miles de hombres durante la primera mitad del siglo. Como también jugó un papel clave en el cierre de las puertas a las posibilidades españolas de conseguir tropas a un precio barato el proceso de remilitarización de la sociedad italiana, que en el trascurso de la segunda mitad del siglo provocó un desarrollo hipertrófico de algunos ejércitos peninsulares, en particular los de los reinos de Cerdeña y de Nápoles79. En busca de hombres para sus propias fuerzas armadas, las autoridades militares de los dos países no solo cerraron la puerta a las levas en sus dominios, sino que hicieron una gran competencia a los reclutadores españoles disparando al alza el precio de las levas. Last, but nor least la competición de otras potencias extranjeras, en particular el Imperio, que, además de monopolizar ahora las levas en Lombardía, pagaba generalmente mucho más los premios de enganche80. Como se ve un conjunto de factores que supusieron a lo largo del siglo xviii un verdadero colapso de la posición española en el mercado de la «carne de cañón» en el Belpaese. La invasión napoleónica de Italia en 1796 y la sucesiva anexión del ducado de Parma en 1802 cerraron definitivamente la puerta a cualquier intento de revitalizar un sistema que ya estaba en crisis irreversible, como hemos visto, a principios de la última década de los noventa.