1Con esta publicación culmina una labor que ambos autores vienen desarrollando desde hace años acerca de los linajes peninsulares o de Ultramar, pero también de las conexiones entre la Metrópoli y las Indias, muy a menudo enfocadas desde la perspectiva de los intercambios comerciales. Esta nueva entrega busca profundizar la historia de un linaje de origen gallego aunque radicado en Sevilla, y resaltar sus redes familiares, económicas e institucionales mediante el cuidadoso estudio de los vínculos establecidos con América a lo largo de tres siglos. Bien se conoce la importancia que alcanzaron en la emigración hacia América y en la colonización del Nuevo Mundo las redes familiares, y especialmente los negocios y las empresas comerciales que aprovecharon los vínculos de parentesco y las estrategias matrimoniales no sólo para asentarse sino también para prosperar.

2En la coyuntura de la "economía-mundo" analizada por E. Wallerstein, Sevilla y el Perú constituyeron desde la década de 1540 los puntos claves de una red de comerciantes y mercaderes. Los mercaderes peruanos eran en muchos casos representantes de comerciantes sevillanos y los sevillanos habían hecho con frecuencia sus fortunas en el Perú. A nivel institucional, estos lazos perduraron a lo largo del período colonial, como bien se puede apreciar a través de los asuntos manejados por el Consulado de comercio limeño o mediante la creación del mismo: tres de sus fundadores pertenecieron a la familia Almonte, una estirpe ennoblecida a continuación por un título de Castilla.

3Los autores desentrañaron los mecanismos de esta emigración familiar, la génesis de un linaje partiendo de su núcleo sevillano y luego panameño, el arranque de la "trama familiar" iniciada en el siglo XVI y hacia el Perú por el segundón Francisco de Almonte, y la consiguiente transformación de los emigrantes en magnates (caso de Juan de la Fuente Almonte, armador, fundador del consulado limeño, bienhechor de la sociedad limeña) siguiendo el esquema honorífico desarrollado por las élites americanas. El siglo XVII se convierte para esta familia en un tiempo de prosperidad gracias  a la carrera de las Indias y al aprovechamiento de las conexiones familiares (estrategias económico-matrimoniales) para conseguir cargos directivos especialmente en el consulado o en el cabildo sevillano o como administradores de rentas, acrecentar el patrimonio familiar y asegurarlo mediante la fundación de mayorazgos, evolución que culmina con la concesión de un título nobiliario en 1713 (marquesado de Villamarín). Completado por un prontuario biográfico, árboles genealógicos y un apéndice documental (acerca de los estamentos), este estudio pormenorizado de las hazañas de los mercaderes sevillanos profundiza no pocos aspectos de las estrategias desarrolladas por las élites americanas para medrar y luego, para preservar su estatuto relevante en la sociedad indiana o peninsular, a la par que arroja datos novedosos en lo que a vida cotidiana y riqueza material o espiritual se refiere.