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1En una elocuente carta que le escribe María Antonia Bolívar a su hermano El Libertador, en 1823, le recomienda con especial empeño que deje quieto a los peruanos, que está suficientemente claro que no quieren liberarse de España, su recomendación es que se regrese de una vez a Caracas y que de por concluido su empeño de otorgarle la independencia al Perú.

2Esta mirada según la cual el problema del Perú era que no quería liberarse de España, tuvo especial eco en la mirada que se construyó en Venezuela sobre el proceso histórico peruano relacionado con la independencia. Las tempranas Historias Patrias, y muy particularmente las venezolanas, presentaron la realidad peruana de esos años momento de manera simplista considerando a todo el territorio del Perú, como el más fuerte bastión realista de América, como el virreinato donde fue más empecinado el rechazo a la independencia, como el baluarte del absolutismo español al que fue necesario “imponerle” por las armas el triunfo de la independencia. Esta mirada ha sido especialmente virulenta y esquemática desde la historiografía bolivariana, empeñada en hacer la apología del Libertador, de manera maniquea, con la finalidad expresa de validar y justificar políticamente su actuación pública y militar, práctica que no ha desaparecido en la actualidad y cuyas manifestaciones tuvieron lugar destacado en las conmemoraciones bicentenarias, desde perspectivas absolutamente anacrónicas.

3Ello ha determinado que el conocimiento de la experiencia peruana, como muchas otras del continente, se haya realizado desatendiendo no sólo la complejidad del proceso ocurrido en ese importante virreinato, sino también desconociendo sus estrechas relaciones con la dinámica política del mundo hispánico, en el contexto de la crisis política de la monarquía para dejar ver que no todo fue absolutismo, arbitrariedad y despotismo en el virreinato del Perú.

4El libro La independencia y la cultura política peruana (1808-1821) del historiador peruano Víctor Peralta Ruiz, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, atiende con solvencia y amplitud de miradas estos complejos y cruciales años de la historia del Perú. Se reúnen allí una serie de trabajos del autor publicados entre 2008 y 2010, en los cuales se abordan numerosos aspectos que permiten reconstruir, conocer y comprender las diferentes manifestaciones y prácticas políticas que se llevaron a cabo en el Perú en estas cruciales décadas.

5Apoyado en fuentes de primera mano y en una exhaustiva y actualizada revisión bibliográfica, realiza Peralta un detallado y minucioso recorrido en el cual explica el proceso ocurrido en la península a partir de 1808 y su incidencia en América destacando, no sólo el movimiento juntista que ocurre en las provincias de España y que da lugar a la formación de la Junta Central del Reino, sino también la oferta napoleónica de Bayona y el respaldo y apoyo que recibió por parte de funcionarios españoles, los llamados afrancesados.

6Se exponen también las respuestas que tuvieron lugar en Perú al conocerse las noticias de la península, las diferentes manifestaciones de lealtad a Fernando VII y el inmenso esfuerzo económico que se hizo para apoyar la guerra contra el invasor, a través de cuantiosos donativos los cuales alcanzaron una suma cercana a los 130.000 pesos, en los dos primeros meses.

7El análisis del proceso electoral para elegir al diputado que representaría al virreinato en la Junta Central, las irregularidades que ocurren en estas primeras elecciones, el contenido de las instrucciones, la feroz y decidida respuesta del virrey Abascal a los movimientos juntistas de Chuquisaca, La Paz y Quito, la defensa que se hace desde el Perú para sostener la integridad del imperio y la necesaria fidelidad al rey depuesto, son algunos de los aspectos sobre los cuales se ofrece un acercamiento metódico y analítico.

8Mención especial merecen los capítulos dedicados al estudio del impacto de la Constitución de Cádiz en los territorios bajo la autoridad virreinal de Abascal, y la fuerte tensión que representó el contenido liberal de los postulados gaditanos con la presencia y actuación de una figura de convicciones y prácticas absolutistas, como lo era el alto funcionario español. Los obstáculos que opuso Abascal a los mecanismos de control sobre su autoridad establecidos por la Constitución Política de la Monarquía, el análisis de los contenidos y debates que se dieron en la prensa limeña, la discusión y enfrentamientos que, en el contexto de la aprobación de la libertad de imprenta, suscitó el rechazo a la arbitrariedad y el despotismo, personificados en la figura del Virrey, dejan ver cómo ello tuvo especial incidencia en la construcción de una nueva cultura política, y en la elaboración de nuevos referentes sobre los cuales se fundaría posteriormente la nación. Esta parte del libro también le dedica atención a las elecciones y establecimiento de los Ayuntamientos Constitucionales y Diputaciones Provinciales en Lima y Cuzco, lo cual permite apreciar de qué manera se lograron aplicar algunos mandatos de la Constitución en estas dos importantes ciudades y al mismo tiempo, da cuenta de las limitaciones y dificultades que representó su ejecución en estas mismas ciudades y en otros lugares del virreinato.

9Los últimos dos capítulos ofrecen dos experiencias totalmente opuestas, la del sucesor de Abascal, el virrey Joaquín de la Pezuela, en tiempos de la restauración absolutista, en contraste con el fallido liberalismo ilustrado de Manuel Lorenzo de Vidaurre, abogado limeño defensor de la oferta liberal gaditana como una posibilidad cierta y efectiva para su territorio natal. Dos figuras representativas de este convulsionado tiempo de definiciones políticas.

10El libro de Peralta resulta una síntesis reflexiva y actualizada de las múltiples, diversas y contradictorias experiencias políticas que se manifestaron en Perú en tiempos de la Independencia, lo cual permite conocer y repensar estos años de la historia peruanos, en abierta y crítica distancia frente a las generalizaciones y simplismos en los cuales se fundaron las historias patrias y apologéticas del pasado y las conmemoraciones bicentenarias de estos últimos años. Ojalá que su lectura contribuya a despojar de anacronismos y maniqueísmos inútiles la fiesta bicentenaria de la independencia del Perú, para lo cual todavía nos falta menos de una década.