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1Esta monografía, consagrada a la configuración de la justicia criminal y carcelaria de Rosario durante la segunda mitad del siglo XIX, se organiza en tres capítulos precedidos por una introducción útil y acotada, que resume discusiones historiográficas recientes acerca de los conceptos que se usarán en el estudio (por ejemplo, justicia letrada o castigo), que releva, en suma, de la cultura jurídica y judicial vigente en las décadas analizadas y de las miradas más actuales acerca de estas realidades cuando son abordadas por la historia como problemáticas.

2En el primer capítulo la autora establece el estado de la cuestión acerca del lugar mismo de Rosario como espacio poblado y como sociedad, para adentrarse en la estructura de la justicia local, mediante la revisión de constituciones provinciales, leyes, reglamentos de justicia y discursos sobre el tema, base sobre la cual se abordará más adelante la administración de la justicia criminal. Se incluyen mapas, estadísticas y citaciones.

3En el segundo aborda el cuerpo de Jueces Letrados, de lo civil y de lo criminal, que se desempeñó en el aparato judicial penal de la ciudad de Rosario, que recibe el título de ciudad en 1852. A partir de 1854 se genera estadísticas acerca de estos hombres, registrando información importante que permite a la autora presentar datos de múltiple interés en tablas claras y generosas. Formación y trayectorias profesionales, sueldos (de los equipos de profesionales y también de otros auxiliares que laboraban en los juzgados), recursos económicos destinados para mantener la institución, son algunas de las informaciones pormenorizadas a las que se accede. Así, hasta 1886, marcando diferencias, continuidades y saltos en las tendencias, la autora reconstruye realidades acerca de los jueces, pero también sobre defensores de pobres y de menores, y de los fiscales. Además aborda aspectos relacionados con el perfil de los jueces (para lo cual recurre a fuentes periodísticas) y, aunque en menor medida, con el material destinado a la operatividad material de la justicia (sillas, escritorios, sellos, papel, etc.) entre otros.

4En el tercero, la autora se centra en la situación de la cárcel rosarina, construida como edificio moderno y aislado a inicios de 1890, pero existente como espacio judicial y de sociabilidad desde siempre. Mediante diversos casos sintetizados, en que emergen vida cotidiana, problemas (cuidadores, fugas, higiene, “exceso” de circulación, malos tratos, disputas, venganzas) y actores (los mismos presos, sus familiares y amigos, los guardias, y los alcaides, que ejercen a veces de mediadores), la autora ilustra un lugar poco conocido que sin embargo es blanco, porque se le considera un símbolo, del control social que busca ejercer la autoridad. También plantea perpleja cómo, una vez conocida la relativa flexibilidad con que ese lugar es habitado y circunscrito, hasta su construcción como institución emblema, no hubo mayor cantidad de fugas.

5Enriquecido con ilustraciones (como los retratos de jueces estudiados o los timbres empleados), esta obra, de prosa sencilla y estilo pedagógico, informa sobre una serie de cuestiones muy útiles para comprender cómo se instaló y organizó materialmente el sistema judicial penal en la ciudad, y para saber quiénes fueron los hombres responsables de implementarlo y darle vida. Sin duda se convertirá en referencia obligada para los historiadores de la ciudad, y también para los historiadores de la justicia penal y de la justicia letrada de la segunda mitad del siglo XIX, tanto en Argentina como en el mundo hispanoamericano.