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2013

Sonia Pérez-Toledo, Manuel Miño Grijalva y René Amaro (coords.), El mundo del trabajo urbano. Trabajadores, cultura y prácticas laborales, El Colegio de México/Universidad Autónoma de Zacatecas, 2012. 322 p.

Isabel M. Povea Moreno

Texto integral

1El análisis histórico del mundo del trabajo experimentó un desarrollo importante en la segunda mitad del siglo XX, sobre todo a raíz del interés por sectores sociales generalmente olvidados por la historiografía tradicional. El nuevo camino emprendido se manifestó, en un principio, en las investigaciones sobre el movimiento obrero y, posteriormente, en estudios sobre los propios trabajadores, no sólo los industriales, sino también los artesanos, los esclavos de haciendas azucareras, los operarios de minas, etc. Sin duda, el mundo del trabajo y los trabajadores se constituyó, hace ya algún tiempo, en un tema central de la historia social. En este campo es donde se ubica el libro que aquí nos ocupa, coordinado por Sonia Pérez Toledo, Manuel Miño Grijalva y René Amaro Peñaflores, que viene a demostrar que lejos de ser una línea de investigación agotada, sigue estando abierta a nuevos aportes y replanteamientos.

2A lo largo de sus páginas se estudia a los trabajadores urbanos de los siglos XVIII y XIX, atendiendo a diversos aspectos: sus prácticas laborales; los distintos espacios de sociabilidad en los que participaron; su origen o calidad; o sus discursos. Además del capítulo introductorio escrito por Sonia Pérez Toledo, la obra está compuesta de ocho sugerentes ensayos. En ellos se aborda el tema desde diversos marcos teóricos y centrándose en tres importantes ciudades, como son Zacatecas, Guadalajara y México.

3Manuel Miño Grijalva se dedica en el primer capítulo de la obra a explorar el papel de los sistemas de trabajo y los núcleos urbanos en el proceso de transculturación que se desarrolló en Hispanoamérica. Para ello inicia su análisis a mediados del siglo XVII, momento en el que la población indígena se recupera y las ciudades y los pueblos comienzan a adquirir un mayor dinamismo. Al autor le interesa mostrar cómo en los centros urbanos se generaron nuevos sistemas laborales a través de los cuales los indígenas se insertaron en la nueva sociedad y se adaptaron a las nuevas circunstancias. El crecimiento de las ciudades y los pueblos, a partir de la segunda mitad del siglo XVII y, sobre todo, durante el siglo XVIII, permite a Miño Grijalva cuestionar el planteamiento, tradicionalmente aceptado, de la restringida movilidad geográfica de los trabajadores en esas sociedades.

4El siguiente ensayo también aborda a la población indígena de las ciudades, pero lo hace a través de un estudio de caso y desde un enfoque teórico distinto. Marcela Dávalos examina la documentación de un pleito que iniciaron los indígenas de los barrios del sureste de la ciudad de México por el usufructo de unas tierras. Prestando atención a los rasgos culturales, muestra muy bien cómo convivieron los lenguajes escrito y oral. En este sentido, destaca la relevancia que tuvieron algunos testimonios escritos en sociedades analfabetas o pre alfabetizadas, como las denomina la autora. El artículo, ciertamente, no estudia de forma directa el mundo del trabajo, pero sí nos aproxima a la realidad cultural de una población que, sin duda, está compuesta de trabajadores y que al reivindicar el usufructo de unas tierras, reivindica el mantenimiento de una serie de actividades laborales desarrolladas en ellas.

5La situación y posición de los trabajadores afrodescendientes dentro de los gremios de la capital novohispana ocupa el trabajo de Sandra Nancy Luna García. En él se pone de manifiesto que la población de origen africano no ingresó en el ámbito gremial sólo a través del trabajo esclavo, sino también como trabajadores libres, sobre todo, en el siglo XVIII cuando casi no se documentan esclavos artesanos. Su incorporación al trabajo gremial les permitió tener condiciones sociales y económicas superiores a quienes no tenían un trabajo especializado. La investigación de Luna García -basada en contratos de aprendizaje de afrodescendientes, fundamentalmente, y pleitos- sugiere la necesidad de prestar mayor atención a las fuentes notariales y judiciales. Éstas, indudablemente, pueden aportar nuevos datos sobre grupos sociales poco atendidos por la historiografía y ayudar a matizar algunas aseveraciones generales que han simplificado una realidad compleja.

6El siguiente trabajo, el de María del Refugio Magallanes, aborda la participación de los artesanos de Zacatecas en los cuerpos milicianos entre 1758 y 1820. Estudio interesante que permite pensar en otro espacio de sociabilidad en el que los trabajadores agremiados intervinieron, cuestión vinculada, al mismo tiempo, a la construcción de identidades. La autora sostiene que esa creciente participación les permitió adueñarse “de una cultura militar, concretamente de la excepción, que usaron para reincorporarse y mantenerse otra vez en el mundo del trabajo, como sujetos útiles y de prestigio”.

7Por su parte, la contribución de René Amaro Peñaflores analiza los cambios en las formas de aprendizaje dentro del gremio de artesanos de Zacatecas en el siglo XIX. En las postrimerías del periodo colonial, la formación del aprendiz tenía lugar en el propio taller, donde se le transmitían oralmente los conocimientos necesarios para aprender el oficio. El autor describe de forma clara y precisa cómo se estableció, progresivamente, la instrucción elemental y técnica. Demuestra que con la aparición de las escuelas de artes y oficios, en la segunda mitad del siglo XIX, se produjo una disociación entre instrucción teórica y práctica, primando la primera sobre la segunda.

8Isnardo Santos Hernández, en el siguiente capítulo, se aproxima al lenguaje político de los artesanos y letrados a través del estudio de diversos periódicos de la República restaurada. Un grupo letrado de trabajadores de la ciudad de México utilizó la prensa como medio para la defensa de sus intereses. El autor, más allá de evidenciar la politización de los artesanos de esa época, lo que pretende demostrar es que éstos construyeron un “lenguaje propio, identitario, de valores e intereses de los trabajadores”.

9El texto de Florencia Gutiérrez observa a los trabajadores especializados que desarrollaban sus oficios en las calles de la ciudad de México a finales del siglo XIX. En él se abordan las estrategias de resistencia y negociación desarrolladas por estos artesanos para hacer frente a la política porfiriana de modernización. La autora sostiene que las fórmulas discursivas empleadas por éstos permiten indagar la relación entre el liberalismo y los grupos sociales populares, puesto que las peticiones de los trabajadores estaban sustentadas en principios liberales y constitucionales. Al dar voz a los artesanos en las calles, Gutiérrez, ciertamente, abre una provechosa línea de trabajo.

10El último ensayo, el de Claudia Patricia Rivas Jiménez, analiza las asociaciones laborales y los movimientos artesanales en la ciudad de Guadalajara en la segunda mitad del siglo XIX. La autora evidencia la transformación que, en esa centuria, experimentaron las organizaciones mutualistas en sus posiciones ideológicas. En un principio, reproducían un discurso de exaltación del trabajo, que no confrontaba el orden económico y social establecido. Pero cuando la situación material se agravó, el discurso de algunas adquirió un tono más socialista.

11Este libro es una aportación muy sugerente al estudio del mundo laboral de los siglos XVIII y XIX. En este sentido, uno de los méritos del libro radica en el hecho de que las problemáticas laborales son abordadas en cada ensayo desde una perspectiva teórica distinta. Ello nos permite considerar las posibilidades y los límites que presentan las diferentes temáticas analizadas y las fuentes utilizadas. El mundo de los trabajadores urbanos puede examinarse a través de sus testimonios escritos, presentes tanto en expedientes judiciales, como en las publicaciones periódicas del siglo XIX; a partir de las escrituras notariales –contratos de aprendices-, de los registros militares – padrones de milicianos- o de la reglamentación sobre instrucción pública. Viejas y nuevas fuentes que pueden ofrecer, a la luz de nuevas preguntas, datos novedosos asociados al mundo del trabajo.

12Otro de los elementos a destacar dentro del conjunto de libro, es el reunir casos que corresponden a distintos núcleos urbanos. Ello permite constatar las particularidades de cada espacio. Sin embargo, el reto sigue estando -a mi entender- en el empleo del enfoque comparativo dentro del campo de la historia social, lo que posibilitaría analizar rasgos concretos del universo laboral hispanoamericano de forma novedosa. Sin duda, éste sería un provechoso campo de estudio.

13Por otro lado, no todos los textos abordan de lleno el mundo laboral urbano, aunque sí son de innegable interés. Así sucede con la contribución de Marcela Dávalos, centrada en la articulación de dos formas de comunicación, la escrita y la oral, y sin referencias explícitas al trabajo urbano. Aunque la deficiencia la suple Pérez Toledo en su texto introductorio, donde expone las aportaciones concretas del texto de Dávalos al tema central del libro.

14En definitiva, El mundo del trabajo urbano presenta al lector una serie de ensayos, muy válidos y bien argumentados, que invitan a la reflexión sobre las posibilidades de futuras investigaciones, y que evidencian un amplio camino por recorrer pese a los avances logrados.

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Isabel M. Povea Moreno, «Sonia Pérez-Toledo, Manuel Miño Grijalva y René Amaro (coords.), El mundo del trabajo urbano. Trabajadores, cultura y prácticas laborales, El Colegio de México/Universidad Autónoma de Zacatecas, 2012. 322 p.»Nuevo Mundo Mundos Nuevos [Online], Resenhas e ensaios historiográficos, posto online no dia 05 abril 2013, consultado o 16 abril 2024. URL: http://journals.openedition.org/nuevomundo/65224; DOI: https://doi.org/10.4000/nuevomundo.65224

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Autor

Isabel M. Povea Moreno

Becaria del Programa de Becas Posdoctorales de la UNAM en el Instituto de Investigaciones Históricas

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